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Cultura

Gutiérrez Solís explora los miedos de la juventud en 'El escalador congelado'

  • En su novela, que llegará a las librerías el 27 de noviembre publicada por Destino, el escritor cordobés reflexiona sobre las incertidumbres que asedian a la mayoría de las personas en esta época confusa.

"No se trata de una historia de alpinismo precisamente", aclara Salvador Gutiérrez Solís, haciendo referencia al título de su nueva novela, El escalador congelado. "Me gusta esa imagen del escalador que quiere subir a la cima de la montaña -explica el escritor- y llega a un punto en el que no puede seguir, se congela; sucesivos escaladores irán llegando y, aunque consigan adelantar unos metros a los que se quedaron en el camino, al final quedarán también congelados". Ésta es la idea de la que parte El escalador congelado, la historia de un grupo de personas asomadas a un precipicio vital que indica que el camino ha terminado o que es necesario arriesgarse, y mucho, si se quiere alcanzar la meta soñada.

La novela, que estará en las librerías el 27 de noviembre publicada por Destino, tuvo un primer título que no llegó a ver la luz, El entierro de Peter Pan: "Todos conocemos algún Peter Pan que se resiste con uñas y dientes a abandonar la juventud", comenta el autor. El problema es que las cimas que pretendimos alcanzar en la juventud pueden llegar a convertirse, en demasiadas ocasiones, en el escenario sobre el que se representan los sueños incumplidos. "En la primera juventud te planteas una serie de metas en tu vida y, al tiempo, te das cuenta de que o bien las cimas son inalcanzables o no tienes la fuerza suficiente para llegar a ellas", explica Gutiérrrez Solís.

La novela reflexiona sobre una etapa de la vida que el autor sitúa entre los 35 y los 45 años y que puede llegar a ser, en su opinión, "más dura y confusa que la adolescencia". Los protagonistas de esta obra tienen en común ese deseo por seguir siendo jóvenes, mientras su organismo, su vida y sus circunstancias caminan por otro lado. Y es que, para Gutiérrez, la juventud tiene unas cualidades formidables. "El espíritu joven hay que mantenerlo toda la vida", declara el escritor, que espera no perder jamás la magia de la curiosidad: "Siempre he admirado mucho esta cualidad en los jóvenes. A veces la confundimos con la inquietud; pero en realidad es curiosidad, es ganas de saber".

El escalador congelado es un libro que intenta poner los pies del lector en la tierra haciéndole entender que el atrevimiento del escalador puede provocar la insatisfacción de los sueños incumplidos; sin embargo, la novela nos indica también la necesidad de arriesgarse para ver cumplida la meta soñada. Frente a esta contradicción, el autor aclara que "seguir adelante es positivo, pero también es positivo ser conscientes de nuestros límites y saber hasta dónde podemos llegar". Una postura que, cuando uno es joven, es difícil de asumir.

La novela hace hincapié en el funcionamiento de las relaciones de pareja contemporáneas, en sus confusiones y sus desencuentros: "Llega un momento en el que los intereses de unos y otros dejan de ser los mismos -explica Gutiérrez-; algunos escogen un camino diferente, otros entienden que toda relación conlleva un sacrificio, lo que les lleva finalmente a la frustración". Este es uno de los temas esenciales de un libro que, más que una fábula o un relato metafórico de la vida real es, simplemente, la vida real.

A diferencia de novelas anteriores como El orden de la memoria, el autor ha dejado de lado los elementos simbólicos para poder indagar en ese fragmento de vida adulta lleno de miedos e incertidumbres, reflejando la vida de sus protagonistas de un modo muy crudo y muy real. Para que los lectores se sientan aún más identificados, el escritor ha creado unos personajes muy cercanos a la realidad: "Uno trabaja en un restaurante, otro en administración, otro en una agencia publicitaria... Son personas normales que llevan vidas normales con profesiones normales", explica. Así, estos personajes son los encargados de reflejar los problemas reales que tienen la mayoría de las personas en esta época tan confusa.

Cuestiones como la identidad, el amor, los celos y, sobre todo, el deseo de la eterna juventud, son algunos de los miedos y anhelos universales que El escalador congelado trata en sus páginas. Sin embargo, tanto la historia ficticia como la real desembocan al final en el miedo innato de la condición humana: la soledad. "Mi novela es una historia, al fin y al cabo, de soledad; todos tenemos muchas aspiraciones que al final acaban siendo meras superficialidades", explica Gutiérrez, quien subraya que la aspiración más esencial y sincera del ser humano es no estar solo.

El escalador congelado es una novela sobre la insatisfacción, la impotencia, la indignación, la frustración y la melancolía que cada día pueden desembarcar en nuestras vidas. En definitiva, un retrato generacional de aquellos que no se resignan a despedir definitivamente a la juventud y a asistir, en la primera bancada, al entierro de Peter Pan.

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