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Curro Sánchez. Director de cine

"Cuando se encerraba a componer, Paco de Lucía se atormentaba"

  • Es el director y guionista del documental sobre su padre 'Paco de Lucía. La búsqueda', en el que se muestra al Paco más cercano y humano, la parte más desconocida del artista.

Curro Sánchez Varela (Madrid, 1978) es el director del documental sobre su padre Paco de Lucía. La búsqueda, que  se estrena en las salas de España y que tuvo una gran acogida en el pasado Festival de San Sebastián. También es el guionista, junto a su hermana Casilda. Nacidos en Madrid, guardan una relación con Cádiz y ahora con Algeciras. "Tenemos mucho vínculo con Cádiz capital porque es donde íbamos los veranos y donde mi madre nos llevó siempre. Con Algeciras tengo una relación igual de bonita, menos intensa, aunque me llevo algo muy positivo de la ciudad por cómo se ha portado con motivo de la muerte de mi padre. Nos ha unido mucho al pueblo algecireño."

-Hace años vimos un gran documental sobre su padre, íntimo, rodado en gran parte en su casa del Yucatán. ¿Qué aporta este filme? 

-Ésa fue la premisa, yo también vi muchas veces ese documental y, en cierto modo, me servía de cabecera. En este documental contamos con artistas que trabajaron con Paco y no necesariamente del mundo del flamenco. Gente del jazz, del rock, de la música afrocubana... Tener de repente a Rubén Blades, a Carlos Santana, a Chick Corea, a Al Di Meola hablando de Paco es impagable. Luego, tenemos al Paco más cercano y más humano, porque no puedo obviar el hecho de que soy su hijo y he tenido ese acceso al personaje. Sabía que si el encuentro iba como esperaba, sacaría la parte más bonita y más desconocida. Y si encima conseguíamos esa parte más de sus encierros, más neurótico y más introspectivo, pues ya teníamos las tres patas de la historia. Estar en su estudio con sus fantasmas, con sus miedos, con sus neurosis... Con todo eso teníamos una historia que sí es original.

-¿Era tan serio como parecía?

-Oscilaba mucho entre dos universos, el creativo y el de las giras. Cuando se encerraba a componer era una persona muy neurótica, muy perfeccionista, atormentada, y desconectaba. Y después estaban las giras, sus salidas en Playa del Carmen a comer lo que pescaba, con sus amigos, con su familia, o salir a escuchar música mexicana.

-¿Disfrutaba de la creación o sufría? 

-Tenía momentos de mucho entusiasmo, pero le duraba muy poco, y al segundo veía que aquello no estaba tan bien. Que no le gustaba porque había un fallito, y volvía a caer en una enorme amargura y en la rueda de la neurosis.

-¿De qué estaba contento? 

-Es curioso, nos confesó que con Canción andaluza [su última obra] se había quedado muy satisfecho. Le gustaba mucho este disco, y lo comento porque Paco de Lucía jamás hacía estos comentarios.

-Su aprendizaje fue el clásico de un flamenco, le vino por la familia, del barrio. 

-Claro, en su caso, por la transmisión de padre a hijo; su padre fue su mentor. Esa neurosis y ese perfeccionismo venía de su padre, desde chiquitito le apartó la autocomplacencia, no se cortaba al decirle que aquello era una mierda.

-¿Y él fue severo con vosotros? 

-No, al contrario. Nos educó de modo contrario a como su padre hizo con él.

-¿Quién le abre la fase creativa? Porque, entonces, cuando comenzaba, el guitarrista flamenco sólo estaba para acompañar al cante o al baile. 

-Fue Sabicas. Emigra en los años 40 a Estados Unidos, se asienta en Nueva York y ejerce como solista. Todo esto no llegaba a España a causa del franquismo. También había hecho algunas cositas Niño Ricardo, pero no tan llamativas. Así que en 1963, siendo casi un crío,  Paco se va a Estados Unidos, conoce a Sabicas, y él le dice que es muy bonito lo que hace, pero que tiene que hacer sus propias cositas. Y es a partir de entonces, cuando no copia las falsetas, sino que las crea.

-Camarón, otro tímido, pero mayor aún. Fue fuente de inspiración pero también de dolor, con su muerte y la polémica que mantuvo la familia de José Monge con él. 

-Camarón fue su hermano siamés, y fue el eterno desconocido como persona, como él lo explica tan bien en el documental. Camarón era en extremo reservado, muy tímido, y nunca expresaba lo que sentía; y a la vez, Paco también lo era, así que nunca terminó de haber una relación tan íntima como cabría esperar de su excelente relación musical.

-¿Sufrió con su muerte y con la disputa?

-Tan mal que estuvo un año sin tocar la guitarra.

-¿Y la colaboración extraordinaria con Al Di Meola, MacLaughlin y Larry Coryell? 

-Esos fueron años de experimentación, de a ver qué le esperaba en la vida. Eran los años 70, poco después de la muerte de Franco, y la música entraba a borbotones. Muchos guitarristas de fuera comenzaron a escucharlo y llamarle para trabajar con él. Comienza a tocar con Coryell, aunque Paco no tiene ni idea de improvisar. Ya había hecho Entre dos aguas, en Fuerza y caudal, que es en sí una improvisación para completar el disco. Pero no tenía noción de improvisación en el mundo del jazz, y de pronto descubre que el  flamenco está lleno de expresión pero está falto de armonía. Con esa armonía y esas ruedas improvisatorias, enriquece el flamenco, de ahí que muchos digan que es un músico universal. Lo odiaba, él se consideraba flamenco.

-El primer Sexteto fue muy grande, su padre le daba todo el hueco a los otros músicos; sin embargo, y no sé si es algo que usted también nota, el grupo estaba más apagado. No sé si la edad...

-Cualquier artista comienza un proyecto lleno de ilusión y energía, pero el tiempo pasa y las giras se van amontonando, y es inevitable que haya una repetición, una rutina. Nunca conversé con él sobre ello, pero sí entiendo que Paco y  sus músicos también estaban más apagados al final. Es normal, ley de vida.

-Por cierto, qué descubrimientos llevaba entre sus músicos. Es que hay  que oír al Rubio de Pruna...

-Claro, es que era muy aficionado al cante; a él le ponían un mp3 con algo que hubiera grabado Jacoba, o una maquetita, y se daba cuenta al instante. Es que tenía un oído que los cogía al vuelo.

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