Cuarteto

Este año salimos de milagro

Localidad: Cádiz

Letra: Iván Romero Castellón y Daniel Fopiani Muñoz

Dirección: Pedro José Tamayo Salazar

el tipo.  Un cura, un monaguillo, el Cristo Enrollado y dos homosexuales.

Las coplas. Evolución ascendente. Dentro de su estilo, se moderan en sus excesos y firman su mejor pase de todo el Concurso. La figura del Cristo Enrollado sobresale del resto. Pierde la intimidad en el altar cuando le ponen a su lado a un romano, que cualquiera lo echa por como está Kichi con los desahucios. Entre críticas a la Iglesia como institución, la escena de la parodia se centra en el bautizo del niño de una madre soltera. Embarazada de penalti, el árbitro-monaguillo "no lo hubiera pitado en la vida". Los chistes sobre la fealdad de la madre hilan la parodia hasta descubrir que el padre del niño es Kichi, por lo que Teresa Rodríguez se ha comido las babas de la madre. Al final, el bautizo lo hacen con una pistola de agua desde lejos. En los cuplés encuentran el punto débil de su tercer pase. El Cristo Enrollado pararía en La Caleta un tsunami en el primero, mientras que en el segundo cuentan una obsesión por los palés de madera para construir muebles, pero el mayor palo es cuando su mujer se va con otro. Sigue su ascenso en el tema libre, en el que  Pantoja y Paquirrín irrumpen en la iglesia. Destaca la comparación entre los hijos de Paquirri y la Liga, ya que entre los dos primeros y el tercero hay mucha diferencia. Bulerías para confesarse camino de la final.

 

EN CUARTOS

Las coplas. Un cura, un monaguillo futbolero, el Cristo Enrollado, Rafalito el Tranquilito y una niña endemoniada. las coplas. Tras una boda entre dos homosexuales, la escena cambia en una parodia en la que tratan de exorcizar a la hija de Rafalito el Tranquilito. Entre la niña, el árbitro-monaguillo y el Cristo Enrollado se reparten el juego. Primero, con los problemas al moverse la imagen del altar al intentar  devolverlo a su lugar. "Mi padre es Dios, no Geppetto". La endemoniada se vuelve tan loca que dice los mismos improperios que Teófila cuando la echó el Kichi. Las referencias futbolísticas ocupan buena parte de los golpes, como la expulsión de la niña al agredir al hermano mayor, pero no el del programa sino al de la cofradía, o al salir los linieres para revisar los tacos antes de comenzar con el exorcismo.  Mejoran cuando no se exceden en la interpretación. Sueltan un gran bastinazo en el primer cuplé al anuncio del fuet, que está colgado en ciertas partes cuando amarran la cuerda en cierta punta. En el segundo, mejor, sobre la cantidad de chistes que les dan para meterlos en el cuarteto, aunque prefieren que les den "500 pavos". Bulerías para echar al demonio, en las que la niña levanta al público con sus bailes. Progresan un poco respecto al primer pase.

 

EN PRELIMINARES

las coplas. La interpretación y la gracia natural  por encima del texto. Un dominio abrumador del escenario que atrapa desde que se abren las cortinas. En una iglesia presidida por el Cristo Enrollado -que lo es porque se enrolla con todo el mundo-, el monaguillo Paco Legiado es árbitro de fútbol y vive con esa obsesión, tanto que su sotana guarda detalles de su afición fuera de la religión. El peso de la parodia lo llevan dos homosexuales que quieren casarse por la Iglesia. Se convierten en la base de la gran mayoría de los chistes -con lo que conlleva esta temática-, algunos conocidos como el de la tienda de telas en Lacave.  Intentan darle coba al cura para conseguir su fin y el monaguillo les coloca con el spray de las faltas.  Pero al final, el cura les pilla -lo ponen a leguas cuando dicen que se llaman Sara y Asa-, por lo que no cumplen con su intención. En los cuplés, destaca el primero sobre la moda de cantar Carnaval tras las bodas. Un dúo cantó tan mal que la pareja decidió divorciarse. El segundo, algo peor, a los cumpleaños. En su iglesia "no ven a Teo" -buen estribillo-. En el tema libre retoman la historia y Mari y Conan se casan, aunque el monaguillo, que sigue con su obsesión, les pone dos partidos de sanción por alineación indebida. Misma estructura, mismos recursos, pero el público sigue entregándose a ellos.    

   

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