Comparsa

Los millonarios

Localidad: Cádiz

letra y música. Juan Carlos Aragón Becerra.

director.  Alejandro Rodríguez Ferrera.

el tipo. Músicos que viven en la calle , muy bohemios. 

En semifinales: Rumbita swing de los desheredados, de otros parias, éstos más positivos, más coloristas, pero al igual que los otros, son los mismos seres del extrarradio, de los márgenes donde sólo se está "a solas con el tiempo". Todo el del mundo porque al otro lado no hay otra cosa. Tiempo, que es mucho. Los millonarios lo cuentan de esa manera que tanto se echaba en falta, clara, compensada. En los pasodobles optan por la ironía. "Con todo el respeto de mi oposición". A la alcaldesa, de usted, se dirigen para alabarle el gusto de "poner los jardines más bonitos de Occidente" y por un puente que le ha servidor "para ganar dos elecciones" y donde todos nos vamos a ir a vivir a este ritmo. El segundo, llámenme mal pensada, pero pensaba en otro destino que no fuera "Pablo, Alejandro y David". Crítica a la música española (entiendo) que comercial para rematar que, al final, quien se moja "somos los de Cai" (bueno, productos hay en todos los ámbitos y mensaje, también...) Cuplés simpáticos, el primero al Levante y segundo, marca de la casa, al yamentiendes. El popurrí, brillante, destacando la cuarteta a la calle. Pa´lante. 

 

En cuartos: ¿Quién es el pobre de los dos? La pregunta está en el aire y la respuesta, en la presentación de 'Los millonarios' El más rico, el que está "a solas con el tiempo" por encima o a  un lado de "amores que mueren deprisa" y del "ruido de los motores". Ricos también nos hace sentir a todos los gaditanos el primer pasodoble de esta comparsa. Piropazo a Cádiz, hincamiento de rodillas ante la belleza de una tierra en la que uno quiere "vivir", "morir" y "perder" en cada una de las vidas que nos reserve los misterios del universo. 

Cádiz "la de tanto dolor convertido en la gracia", "la del tiempo que pasa y la que deja pasar el tiempo", "la amante del Sur", "sencilla pero importante".... Así es para el autor esta "tierra mía".

 

Tierra que tambiéne es "tierra santa" en otro pasodoble que pesa kilates.  Carnaval de Cádiz como religión, así que si vienes de fuera "vente confesado" y con "el uniforme sagrado", los coloretes y el disfraz. Tierra santa, que pisas tierra santa. Estremecedora parada en un pasodoble del que ya hemos cantado sus bondades melódicas. Tierra santa, así que si te vienes con "condones" regalados y "para hacer un botellón" pues, oye, te recomiendo este pasodoble.

Dos buenas letras, dos oraciones a Cádiz muy bien rezadas por un grupo que huye, con acierto, de la estridencia. Debilidad también tenemos con la melodía del cuplé que, sin embargo, luce letras desiguales. El primero, con coña para Vicente Sánchez, tiene ánge. El segundo me parece más irónico que gracioso. Porque es verdad que hay pasodobles dramáticos que, si los analizas, tienen dentro un buen cuplé. Aunque quizás aquí es mejor el desarrollo que el remate. El popurrí tiene un buen conjunto de músicas y cuartetas de doble filo aunque con aire optimista. Pegas, pasodoble largo, sí (pero está cosido de tal manera que gusta escucharlo), un cuplé flojo y el tipo es poco original. Pero vaya gran pase.

En prelimianares: Colorista y positiva presentación. Swing, rumba que se gusta, como el repunte del contrabajo, que le cantan a lo esencial dejando a un lado lo accesorio. El tiempo, amigo es “oro” por eso estos chicos, que alzan sus voces en un suburbio cualquiera,  son “millonarios”. Desheredados sin tenebrismos, que se congratulan de su destino. Mirate tú en los bolsillos porque la “auténtica indigencia está en la impotencia de tu sociedad”. De pobres nada. El hijo pródigo ha vuelto con Nancy Sinatra en el popurrí, los sesenta y setenta en las partituras, la pluma afilada y un grupo que funciona. 

Hijo pródigo, eso sí, que “no pide perdón”, que se las apaña en el primer pasodoble para congraciarse con la afición, reconocer su calvario, criticar al Patronato, enseñar los dientes a quiénes otrora se relamieran  en su ausencia, ponerse en pie de guerra y postrarse ante la fiesta. “Ay Carnaval, ay mi teatro”. Siguiente para “las cien mil primaveras” de una sociedad con “los puños bajados” y “sin brillo en la mirada”. Sociedad “cero a la izquierda, con una izquierda que ya no nos representaba”. Aragón se lanza a la crítica más directa sin mermar la calidad literaria. “Es hora de echarlos de aquí, de que el miedo cambie de bando y termine la escoria de nuestro país igual que nosotros”. Mención aparte necesita la melodía del pasodoble, donde vanguardia y tradición se dan la mano, con una parada, casi me atrevería a decir, chirigotera y un arranque creativo. El grupo lo defiende sin excesos, sin venas hinchadas. Elegantes. 

 

“Escucha Carapapa, amigo mío,”, entrada de cuplé que pone al Falla en alerta. El autor critica lo de la parte y media para “los ortavillas” advirtiendo que en su grupo dará a cada uno su parte y, “si es oportuno”, la parte que a él le sobra (ya nos imaginamos de dónde...) .  Siguiente, otro clásico de las fijaciones del autor, Paquirrín. Mejor el primero. Delicia de popurrí. Me gusta. Mucho. 

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