Cádiz CF

La defensa es el mejor ataque

  • El conjunto amarillo aplica el mismo método de la exitosa fase de ascenso para detectar la senda de la regularidad y adentrarse en su racha más positiva del curso.

El Cádiz se adentra al fin en una dinámica positiva que le permite transitar por la categoría de plata con un mínimo de estabilidad. No hay nada como ganar dos partidos de manera consecutiva para dar un doble salto mortal y adquirir un cargamento de vitaminas con altas dosis de tranquilidad, el estado de ánimo ideal para trabajar día a día y afrontar con la mayor autoestima las citas de cada fin de semana. Perder dos veces seguidas conduce al patíbulo, como quedó demostrado cuando los gaditanos cayeron a la zona de descenso después de no sumar frente a Oviedo y Rayo, todo lo contrario que el inmediato efecto revitalizador que ejerce un triunfo tras otro, como sucede en el agradable presente.

El equipo amarillo aplica la receta que tanto éxito le dio en la fase de ascenso a Segunda División A. Planta cara al rival de turno, exprime su carácter competitivo y lleva cada partido a una igualdad extrema que se resuelve por pequeños detalles, como sucedió el pasado sábado en el Ramón de Carranza en el encuentro contra el Huesca. El Cádiz ganó pero pudo haber perdido ante el cuadro oscense, al igual que contra Santander y Alicante hace varios meses. No importa que el contrincante sea superior en el desarrollo del juego, que alumbre más calidad e incluso duplique en porcentaje la posesión del esférico. Lo que cuenta es acertar en las dos áreas, en la destrucción y en la definición. Y en ese aspecto, el Cádiz superó al conjunto del Alto Aragón.

El mérito del inquilino del Carranza estriba en saber decantar los duelos hacia su lado aunque las circunstancias sean adversas. Lo hizo en El Sardinero, en el Rico Pérez, en casa ante Numancia y Huesca, y también en Lugo. No es casualidad. La capacidad de sufrimiento del conjunto entrenado por Álvaro Cervera es ilimitada y hasta reconfortante mientras se traduzca en alegrías.

El escenario idílico es vencer y además practicar un fútbol lo más bonito posible. Cuando la belleza brilla por su ausencia, emerge con más fuerza la relevancia del resultado y la heroicidad del esfuerzo. Mientras el marcador sea favorable, las formas pasan a un segundo plano. El valor real no es la posesión, sino los puntos cosechados. Si el Cádiz hubiese jugado bien el sábado, con el dominio del balón, pero no hubiese ganado, quizás hubiesen arreciado las críticas. A diferencia de Segunda B, en la división de plata no hay enemigo pequeño y cada envite exige batalla hasta la extenuación.

Aunque la victoria se forjó en el trabajo colectivo, dos nombres personifican ese determinante acierto en las dos zonas decisivas del campo: Alberto Cifuentes y Alfredo Ortuño. El cancerbero se erigió en uno de los pilares fundamentales al desviar el penalti lanzado por Alexander poco después del primer cuarto de hora que de haber sido gol hubiese puesto el partido muy cuesta arriba. Los gaditanos sólo han ganado cuando han marcado antes que su rival. Nunca han remontado. El primer paso para la victoria fue la pena máxima repelida por el arquero. El siguiente fue la puntería recuperada del delantero, felizmente reconciliado con el gol después de siete partidos sin marcar. Una buena noticia para un equipo que necesita la anotación del murciano, fijo como hombre más adelantado. Si algo quedó claro además es que Aridane es, hasta la fecha, indiscutible. El entrenador devolvió la titularidad al central canario, una vez cumplida su sanción, pese a la buena actuación de Migue en Lugo.

El entrenador lo tiene tan claro que lo explica abiertamente cuando es preguntado por la forma de jugar de su equipo. Los números le dan la razón cuando sostiene que las victorias se cocinan desde la defensa, que cuando sus futbolistas defienden bien las posibilidades de ganar aumentan. Los cuatro triunfos que acumula el Cádiz en las 13 jornadas de Liga se resolvieron con la portería a cero. Salvo la excepción del 3-0 endosado al Getafe, el desenlace de los otros tres tuvo en común un ajustado pero suficiente uno a cero, como en su momento ante Racing y Hércules. La clave radica en anular el potencial ofensivo del adversario y a partir de ahí aprovechar la oportunidad que tarde o temprano aparece. Frente al cuadro aragonés, los amarillos no tiraron a puerta en los 45 minutos iniciales y en la reanudación marcaron en su primer intento dirigido entre los palos. Máxima efectividad.

El único pecado fue no sentenciar a la contra a un rival volcado a la desesperada. Bastó un sólido entramado defensivo para dejar la puerta intacta por segunda jornada consecutiva por primer vez. La incertidumbre reinó hasta el último pitido, el Huesca apretó, pero esta vez los gaditanos, pese al cansancio, no dieron la sensación de que podían dejar escapar dos puntos como se sí se vio venir en el choque ante el UCAM Murcia.

Cervera no sorprendió con su planteamiento pero sí por hacer debutar en la Liga a Gastón del Castillo en un partido muy apretado. El argentino jugó media hora pero se desfondó en apenas un cuarto de hora. Mostró actitud y aptitud pero se le hizo largo el campo en una señal de que aún le falta para adaptarse a la exigencia física del fútbol español. Las bajadas para ayudar atrás y las subidas por velocidad acabaron por fundir a la joven promesa, con muchas ganas pero poco fondo.

La afición es la primera en ser consciente de las limitaciones futbolísticas de su equipo y premió a los jugadores con una sonora ovación en recompensa al enorme esfuerzo desplegado para conseguir una valiosa victoria que consolida al Cádiz en la pelea por la permanencia, el objetivo con el que el personal quedaría más que satisfecho dada la dificultad que entraña la categoría. El club era el grande de la Segunda B y ahora es uno de los modestos de LaLiga 1|2|3 con uno de los topes salariales más bajos.

El Comité encargado de designar a los árbitros debería ser más cuidadoso y evitar nombramientos que puedan parecer una provocación al club y a una afición que mostró su indignación con el alicantino Saúl Ais Reig. El colegiado ya se la lió al Cádiz en Miranda de Ebro -expulsó a Gorka Santamaría por beber agua en la banda cuando los gaditanos vencía por 0-2 y pitó un penalti más que dudoso- y en el choque contra el Huesca volvió a perjudicar a los amarillos con una pena máxima inexistente por una mano totalmente involuntaria de Aridane. Dos penaltis en dos partidos que dan que pensar.

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