Cádiz CF

¿Cuándo llegará la victoria?

  • El estancamiento en la producción de puntos alimenta las dudas de una escuadra amarilla que no sabe aprovechar su oportunidad para sacar adelante los encuentros

La undécima jornada de LaLiga 1|2|3 deja un preocupante interrogante en el aire que aún está por despejar. ¿Cuándo será capaz el Cádiz de volver a paladear el dulce sabor de la victoria? Si dispone de dos goles de ventaja en casa, frente a un rival directo, con el partido controlado en apariencia, y no se asegura tres puntos importantes, ¿cuándo ganará entonces? Difícil respuesta para un equipo imprevisible que pega volantazos de manera inesperada, sin ningún criterio que se ajuste a los parámetros de la lógica. El Cádiz se sumerge en una crisis de resultados para la que no halla solución. Camina a paso lento, punto a punto, mientras se deja dos en cada cita en una sangría que no cesa en los últimos tiempos.

El equipo gaditano tiene dos caras que saca a relucir en cualquier instante. Pasa de una versión solvente a un rendimiento mediocre en cuestión de minutos, con una rapidez que no hace sino reflejar la volatilidad de un conjunto que no termina de adaptarse a la categoría de plata por la que tanto ahínco puso en regresar. La irregular trayectoria de los gaditanos en el primer cuarto del campeonato es el presagio del sufrimiento extremo que le aguarda en la cruenta batalla por la permanencia. El calvario que supuso la desastrosa recta final en el encuentro frente al UCAM Murcia es el que le espera en sucesivos compromisos si la solidez no se extiende durante los más de 90 minutos que dura un partido.

Aquel milagroso triunfo contra el Numancia en el tiempo de prolongación, hace ya más de un mes en el sexto capítulo, queda como un lejano recuerdo que ese momento abrió un camino de esperanza no transformada después en resultados. Las cinco jornadas consecutivas sin vencer colocan al Cádiz en una tesitura nada halagüeña. Sólo tres puntos sumados de los últimos 15 disputados, para un total de 11 de 33 -ha perdido nada menos que 22 puntos- no es el trayecto más adecuado para un club que no puede permitirse el lujo de volver a las tinieblas de Segunda División B. Las cuentas son escuálidas a estas alturas del curso. Con su actual número, la proyección a final de campaña es de 42, una cifra que en principio sería insuficiente para poder continuar en Segunda A. De hecho, lleva tres semanas como inquilino de la 19ª posición, en zona de descenso, de la que hubiese salido en el supuesto de haber derrotado al cuadro universitario.

La afirmación de que queda un mundo por delante y hay margen de sobra para reaccionar es una cantinela que empieza a repetirse después de cada jornada como recurso de urgencia ante la falta de progresión. Es cierto que hay tiempo para escapar del sótano de la clasificación, pero no hay avance si los pasos son de uno en uno y no de tres en tres. La suerte para los amarillos es la igualdad reinante en la tabla, la que le permite estar a sólo tres puntos de la zona templada. Ese es uno de los asideros al que se agarra un equipo obligado a dar un paso más en el aspecto futbolístico y a demostrar fortaleza mental para superar un bache que empieza a convertirse en socavón. No basta con dar buenas sensaciones sobre el césped si después no hay oficio para sacar adelante los partidos.

Los entrenadores viven de los resultados y cuando éstos no llegan comienzan a ser cuestionados. Fueron pocos, pero tras el partido ante la escuadra murciana algunos aficionados bajaron a la puerta de Tribuna para soltar gritos contra Álvaro Cervera. Primeras señales serias de desaprobación. El club mantiene su confianza en el técnico, al menos de cara al exterior. El director deportivo, Juan Carlos, ya adelantó la semana pasada que la continuidad de Cervera no dependía del encuentro contra el UCAM. En el fútbol lo que hoy es blanco mañana es negro, pero a día de hoy no se prevé ninguna medida drástica, aunque entre los responsable de la entidad hay una lógica preocupación por la marcha del equipo y si no ya una pronta reacción la situación se puede poner fea para el técnico.

La holgada ventaja de dos goles que el Cádiz llevaba frente al último adversario al cuarto de hora de comenzar el partido ejerció de efecto bumerán. Golpeó al adversario pero no supo manejar la renta, no supo qué hacer, hasta que ese marcador holgado se volvió en su contra en el tramo definitivo del choque. Los hombres de Álvaro Cervera dieron no uno, sino mil pasos atrás, regalaron el balón al contrario y además fueron incapaces de defender con un mínimo de orden para conservar el marcador favorable. El rival olió la sangre y el desenlace es de sobra conocido.

La consecuencia del nuevo frenazo es que el Cádiz no consigue despegar por una causa u otra. El pasado domingo fue preso del pánico y de un bajón físico, aderezado con la expulsión de Carlos Calvo. Siempre pasa algo que da al traste con los planes. En Tenerife, con el equipo amarillo como dominador del choque, llegó la expulsión de Ortuño en la primera mitad que cercenó las posibilidades de triunfo. Una semana antes, contra el Girona, faltó acierto en el remate. Y todavía antes naufragó contra Rayo Vallecano y Real Oviedo. La preocupación cotiza al alza al mismo nivel que la intranquilidad. Todo se cura con el triunfo, pero mientras no llegue los nubarrones están al acecho.

Uno de los problemas del Cádiz es que no logra establecer un fortín en el estadio Ramón de Carranza. Tres de esos cinco envites concatenados sin ganar han tenido como escenario el santuario cadista, del que han volado nada menos que la mitad de los puntos dirimidos desde el inicio de la competición. El conjunto amarillo se ha quedado con nueve puntos pero se la han ido otros tantos, con un balance de dos victorias, tres empates y una derrota en seis compromisos como local. Necesita, como en tantas otras ocasiones valerse del factor campo para aumentar sus opciones de salvación. De lo contrario, sus posibilidades menguarán.

El inquietante contexto en el que se desenvuelve el Cádiz minimiza algunas señales positivas. El equipo no gana pero tampoco pierde en las tres jornadas más recientes en una prueba de que es competitivo. Transmite en determinados momentos pero no son suficientes para disfrutar del triunfo. El equipo vuelve a funcionar en ataque pese a la ausencia de Ortuño, aunque le faltó dar la puntilla al rival antes de que se metiese en el partido a última hora.

El Cádiz no es el único equipo atascado de Segunda A. Es un mal extendido a otros conjuntos. El UCAM lleva también cinco jornadas seguidas sin sumar de tres en tres y en el caso del Zaragoza ya son seis, las mismas que el Tenerife. El Nástic, colista, es el único club que no ha ganado esta temporada después de 11 encuentros.

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