Cádiz CF

Regreso al escenario de una de las mayores humillaciones a la entidad

  • Los gaditanos fueron vapuleados en Lugo por el árbitro Hernández Cifuentes en 2012

El reencuentro con rivales que traen a la memoria tristes recuerdos de la estancia del Cádiz en Segunda División B vivirá un nuevo episodio el próximo domingo. Después de medirse a Mirandés y Oviedo, adversarios frente a los que cayó en su día en la categoría de bronce en distintos play-off, el equipo amarillo afronta ahora la visita al Ángel Carro de Lugo, escenario en el que sufrió uno de los arbitrajes más escandalosos de su dilatada historia.

Lugo y Cádiz se enfrentaban en el partido de ida de la tercera y última eliminatoria por el ascenso el 17 de junio de 2012. La tarde no podía ser más desapacible. Había caído tal cantidad de lluvia sobre la bella ciudad encapotada que incluso se llegó a especular con la posibilidad de aplazar el partido. Pero el césped aguantó los sucesivos chaparrones -habituales en Galicia- y se jugó.

El equipo amarillo no dio pie con bola. No se adaptó al terreno ni al clima y ofreció su peor versión en el momento más inoportuno. Perdió 3-1. Pese a que no tuvo su día, lo llamativo fue que no cayó por la efectividad del conjunto gallego. No. La derrota fue obra exclusiva del árbitro castellano-leonés José Ignacio Hernández Cifuentes, quien desde entonces ocupa un lugar privilegiado en las páginas más oscuras de la historia de la entidad. El colegiado sometió al conjunto amarillo a una humillación pocas veces vista sobre un terreno de juego. Por sus decisiones y por el trato dispensado. Dio por válido los tres goles ilegales del cuadro lucense. Ni uno, ni dos. Tres. Los dos primeros, nacidos en posición de fuera de juego, pero no señaló ni uno ni el asistente de banda ni él. El tercero, tras una clamorosa falta cometida sobre Góngora de la que tampoco quiso saber nada en un inusual alarde de descaro. Ese tanto colmó el vaso de la paciencia del entonces técnico cadista, Jose González, que estalló en el banquillo y fue expulsado por el trencilla. Hernández Cifuentes no sólo enseñó al gaditano el camino de los vestuarios sino que además se rio en su cara, como quedó demostrado en alguna imagen.

El entrenador, preso de la indignación, llegó a acusar al árbitro de reírse de un club como el Cádiz. "En ese momento no se está riendo de Jose González porque yo no soy nadie. Se está riendo del entrenador del Cádiz, de la historia de un club de cien años y de una afición", dijo entonces el míster mientras explicó que "sabía que estaba fuera de mí porque nos estaba echando de una eliminatoria de manera muy cruel. Pensábamos que por desacierto o azar, pero este señor se ríe y descalifica totalmente todo criterio que pueda tener un juez. Jamás puede reírse de los contendientes y lo ha hecho con el Cádiz".

La vileza con la que el colegiado trató al conjunto gaditano no pasó inadvertida. De haber actuado con un mínimo de justicia quizás el equipo amarillo hubiese adelantado el ascenso cuatro años. O no. Pero seguro que hubiese contado con más posibilidades de conseguirlo. El desenlace, ya conocido, fue la derrota de los gaditanos en la tanda de penaltis tras igualar el 3-1 de la ida.

Aquella eliminatoria es una espina clavada en el universo cadista. Lo es también para Quique Pina, que aquella temporada (la 2011/12) llevó la gestión deportiva del Cádiz a través de Calambur. Aportó jugadores para la formación de una plantilla diseñada para el ascenso que se quedó a las puertas del objetivo.

Cuatro años, cuatro meses y 13 días después de aquella ofensa, el Cádiz regresa a lugar donde le escamotearon parte de sus opciones de ascenso en uno de los mayores escándalos producidos en un campo de fútbol. Se cita con el Lugo aunque esta vez en la división de plata. Vuelve al Ángel Carro no con deseos de venganza, sino con la necesidad de sumar tres puntos importantes pasa retomar de una vez la senda ganadora y salir de la zona de descenso. La victoria tiene valor por sí mismo más allá del pasado, aunque tres puntos en Lugo dejarían un grato sabor de boca a todo el cadismo por el rabioso presente y también por lo que sucedió en junio de 2012.

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