Cádiz-ucam murcia

Pirueta del brillo al ridículo (2-2)

  • El conjunto amarillo acumula ya cinco jornadas sin ganar después de tirar por la borda, en un desastroso final de partido, una ventaja de dos goles marcados en una buena primera mitad

El Cádiz empieza a complicarse la vida más de la cuenta. Lejos de asentarse en la categoría, se mueve con dificultad entre arenas movedizas y le cuesta un mundo avanzar. Acumula cinco jornadas consecutivas sin ganar y ni cuando dispone de dos goles de ventaja es capaz de reencontrarse con una victoria que ayer parecía que tenía en el bolsillo hasta que en el último cuarto de hora dio un paso atrás y tiró a la basura el trabajo que había desplegado hasta entonces. Salieron a relucir las dos caras. La buena y la mala, que duró menos pero lo suficiente como para acabar con decepción. Pasó de la valentía al miedo, lastrado quizás por un bajón físico, por el temor a la reacción del rival. El caso es que de los tres puntos que ya acariciaba se quedó con sólo uno y ya son tres empates seguidos. Necesita tres partidos para lo que debería sumar en uno y a paso de tortuga no consigue salir de la zona de descenso.

 

Hizo lo que tenía que hacer el Cádiz para doblegar a un rival directo hasta que se fue diluyendo y acabó por desaparecer en el tramo final, cuando entregó el balón a un UCAM Murcia que hasta entonces no había inquietado de verdad pero que supo aprovechar su momento, en pleno bajón de los locales, para marcar dos goles con los que igualó la contienda. La tarde, lluviosa, había comenzado con gloria y terminó de pena. De nada sirve cuajar una brillante primera parte si en apenas 15 minutos, cuando llega la hora de la verdad, carece del oficio suficiente para saber aguantar el tirón. Si en Tenerife los cambios surtieron efecto, ayer fue todo lo contrario. El conjunto amarillo se vino abajo de manera inexplicable y una vez más acabó con un jugador menos por expulsión de Carlos Calvo. El varapalo de los gaditanos es aún mayor por ceder dos puntos en el tiempo de prolongación, en una nueva demostración de la cruda realidad de la Segunda División A. El tanto definitivo llegó casi en el 94, pese a que el añadido eran tres minutos.

Desde los instantes iniciales de tanteo quedó patente el guión. Los locales se hicieron con el control del balón ante un rival ordenado que salió rápido a la contra. De hecho, fue el UCAM en tirar a puerta con un derechazo lejano de Collantes en el minuto 4 que repelió Cifuentes. No tardó el Cádiz en aparecer en ataque y además con un porcentaje de acierto hasta ahora desconocido. En el 8, Carlos Calvo culminó un magnífico arranque de partido con un preciso saque de esquina que Aridane cabeceó para colocar el 1-0. El canario se elevó por encima de su par y se estrenó como goleador cadista en el momento más oportuno y lo celebró por todo lo alto, como si llevara mucho tiempo esperando ese tanto.

 

El gol tempranero dio tranquilidad a un equipo amarillo al que todo le salió de maravilla en el que fue, con diferencia, su mejor comienzo de encuentro de la temporada. Todavía no se habían apagado los ecos de la primera diana cuando Santamaría puso aún más distancia en el marcador. En el 13, Brian, pleno de potencia, galopó por la izquierda, centró a la frontal del área, Rubén Cruz controló el esférico y sirvió al ariete, que amagó antes de soltar un latigazo raso ante el que nada puso hacer Fernando. El futbolista cedido por el Athletic de Bilbao agradeció la titularidad con un golazo que ponía a los anfitriones en la mejor disposición posible para sumar por fin una victoria muy necesaria.

 

El partido caminó por los derroteros de la placidez para un cuadro gaditano al que le bastó sujetar las intentonas de un adversario que lo intentó sin mordiente. Apenas hubo más ocasiones antes del descanso salvo un flojo remate de Sankaré, en el interior del área, tras una falta sacada con maestría por Carlos Calvo en el minuto 39. Los locales se empeñaron en llegar al intermedio con dos goles de ventaja y contuvieron con eficacia las acometidas de los visitantes. Todo funcionó a la perfección para un Cádiz que supo manejar el envite en los 45 minutos iniciales. Carlos Calvo se erigió en un martillo pilón a balón parado y además jugó con criterio, el mismo que dieron José Mari y Abdullah en la medular. El único lunar fue la obligada marcha de Brian por lesión que obligó al entrenador a recomponer la defensa. Dio entrada a Servando, que se ubicó en el lateral derecho  Carpio pasó al costado izquierdo.

 

El Cádiz mantuvo la línea de solidez en los albores de la segunda mitad. No dejó que el UCAM se metiera en el partido y el único equipo que fabricó oportunidades fue el local, algunas de ellas nacidas en acciones de lujo que merecieron el gol. En el 53, Álvaro García se inventó un taconazo a Abdullah, que con calidad centró al interior del área para Rubén Cruz, quien a su vez tocó a la primera por encima de la zaga para Santamaría soltara una volea que se escapó muy cerca del larguero. Una jugada digna de Primera que levantó al público de sus asientos. Poco después, en el 61, Fernando evitó el 3-0 tras un zurdazo de Álvaro García.

 

El equipo notó la marcha de Abdullah, sustituido por un Abel Gómez con menos jerarquía. Tampico fue una solución Nico Hidalgo en lugar de Santamaría. El partido entró en la fase decisiva con un Cádiz metido atrás de manera exagerada sin querer saber nada del balón. Desapareció por completo, como si se hubiese marchado al vestuario antes de tiempo. Ni defendió, ni atacó, ni tuvo la pelota y se cumplieron los peores augurios. Fue cuando el equipo murciano apretó de verdad y se lo hizo pasar mal al conjunto local, sobre todo en el minuto 76, cuando Juanma envió al poste un testarazo. Sí acertó Imaz en el 80 con una volea con la bota izquierda para poner el 1-2 y llevar la incertidumbre al césped y a la grada.

El partido derivó en un desenlace no apto para cardíacos y la situación se complicó aún más cuando Carlos Calvo fue expulsado en el 85 al ver la segunda amarilla por una fea entrada sobre un rival. El Cádiz pasó de tener ganado el partido a sufrir lo indecible y asistir al drama del empate con el tiempo añadido ya rebasado. Juanma resolvió un barullo dentro del área y borró de un plumazo la sonrisa cadista.

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