Cádiz CF

Regresan aunque nunca se habían ido

  • Dos antiguos socios cuentan cómo vuelven a ser abonados, después de mucho tiempo, animados por familiares y por el retorno del equipo a Segunda

El Cádiz regresa a Segunda División y con él una legión de abonados que en su día decidieron marcar distancias por distintos motivos pero que ahora vuelven a sacarse el carné con aires renovados, empujados por el aliciente de ver a su equipo en el lugar que como mínimo le corresponde y también por otras circunstancias que adquieren la etiqueta de relevantes a la hora de regresar al Ramón de Carranza cada dos fines de semana. Dos casos sirven de botón de muestra. Los dos con el nexo común de la clave familiar como razón de peso.

 

Uno de ellos es el de Eloy Navarro, cadista de pro que, preso de la decepción, dejó el carné tras el último descenso y ahora regresa animado por su hijo y su nieto. Tres generaciones que se disponen a disfrutar en familia el ilusionante recorrido por la categoría de plata. "Mi hijo ha sido el que me ha devuelto el gusanillo, se ha hecho socio con su hijo, mi nieto, y vamos los tres juntos a Tribuna", explica con voz de satisfacción Eloy, socio durante medio siglo hasta que decidió echar el freno. "Desde aquel último partido con el Numancia ya no me saqué el carné. Aquella jornada, la que cerraba la Liga en 2010, había seis equipos implicados con el Cádiz y con que hubiera fallado uno nos hubiéramos salvado. Ganaron todos, también el Cádiz, y pensé que esto estaba amañado. Acabé más quemado que la pipa de un indio y dije que no volvía más", cuenta Eloy con detalle ante de entrar en materia.

 

"Siempre fui muy cadista y lo sigo siendo pese a que haya pasado un tiempo sin ser abonado. Era socio desde la época del Mirandilla". Eloy recuerda que trabajó 12 años como sastre en el buque escuela de la Armada Juan Sebastián Elcano y aunque pasaba mucho tiempo recorriendo mundo siempre adquiría su carné. "Sólo podía ir a dos o tres partidos por temporada porque estaba navegando pero me hacía socio. Desde la lejanía siempre estaba pendiente de cómo había quedado el equipo". Su implicación con el Cádiz era tal que consiguió que Manuel Irigoyen, en su época de presidente, cediera camisetas del conjunto amarillo, las que luego se enfundaba el equipo del Elcano cuando jugaba partidos en el extranjero contra escuadras de otros países en cualquier punto del planeta.

 

La ruptura de Eloy sólo fue física cuando dejó de ser abonado, pero nunca en espíritu. De hecho, durante la travesía de estos últimos seis años en Segunda B alguna que otra vez acudió al Carranza a ver al equipo. Y cuando no iba, nunca se le olvidaba preguntar por el resultado. "Fueron seis años eternos, parecía que íbamos a subir pero nunca la lográbamos hasta que por fin llegó al ascenso. Esperemos que esta temporada tengamos más buenos ratos que malos". 

 

La familia también es el motor que devuelve a Javier Revuelta a la lista de abonados tres décadas después. Su hija de 11 años le refuerza las ganas de volver. "Ella es muy cadista y vamos a ir juntos a Preferencia", cuenta este aficionado que no era socio desde la temporada 1983/84 en Primera División. "Aquel año se disfrutó pero al final descendimos". Recuerda que cuando era un niño "siempre iba al fútbol, ya fuera solo o acompañado de compañeros de Mirandilla, y me sacaba mi carné en Cánovas del Castillo, donde entonces estaba la sede del club. Y cuando había que comprar entradas lo hacía en el bar Español o en el bar que estaba en Cánovas del Castillo esquina con Valverde". La nostalgia emerge en su regreso como socio, que no como cadista, que lo es desde que tiene uso de razón. "Recuerdo experiencias que me gustaban pero ya no se ven, como el latero que subía entre la gente, que entonces veía los partidos de pie, con dos cubos de plástico vendiendo refrescos". Pequeños detalles de antaño, de los años 80, que le vienen a la memoria justo cuando se dispone a emplear hoy su nuevo carné. El último que tuvo, el de hace más de 30 años, todavía lo conserva como uno de esos tesoros de la infancia de los que uno nunca quiere desprenderse aunque estén perdidos en un cajón.

 

Se fue haciendo mayor y al abrir otros caminos en la vida su presencia en los partidos decreció. "Uno se va haciendo mayor, se centra en los estudios y el Cádiz pasa a un segundo plano por mucho que lo vivas y lo sientas", explica Javier.

 

Ahora, con el paso de los años, vuelve con su hija y además otro hijo, el mayor -tiene tres-, va con sus amigos a Fondo. En su casa se respira cadismo, lo han heredado sus descendientes y el progenitor se dispone a disfrutar con ellos de la esperada vuelta del equipo amarillo a Segunda.

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