La firma del acuerdo entre Manuel Vizcaíno y Quique Pina, por el que quedará rubricado el regreso de las aguas a su cauce y que en la práctica supondrá la continuidad del sevillano como presidente del club y la llegada del murciano como máximo responsable de la parcela deportiva, parece cada vez más inminente.

Como en tantas ocasiones sucede, los flecos siempre suelen eternizar que se cierren los contratos y esta vez no iba a ser menos. La aparente lentitud con la que los abogados llevan el asunto cobra sentido por la necesidad de dejar todo bien atado, evitar errores y pensar no sólo en el presente, que se afronta con optimismo después del histórico éxito alcanzado en el Rico Pérez de Alicante contra el Hércules, sino en un futuro que se mira con optimismo y por supuesto sin descartar el posible ascenso a Primera División. Sin duda, la posibilidad de un hipotético salto a la máxima categoría del fútbol español es una cuestión que las partes deben tener muy en cuenta a la hora de concretar el acuerdo en aras de velar tanto por sus intereses como, y esto al mismo nivel de importancia, los de la entidad.

Afortunadamente, la relación entre Vizcaíno y Pina poco a poco se va normalizando y eso contribuye de forma satisfactoria a que las diferencias entre uno y otro queden en un segundo plano y prevalezca el bien del Cádiz. De hecho, en las últimas fechas el contacto entre el sevillano y el murciano se está produciendo prácticamente todos los días y, según ha podido saber Diario de Cádiz, en un ambiente marcado por la cordialidad y el respeto, como siempre lo fue hasta que surgieron los problemas, las desavenencias y la ruptura.

Impregnados por el lema de fe y esperanza que llevó al Cádiz a Segunda A hace hoy justo un mes, Vizcaíno y Pina han decidido caminar de nuevo juntos en un proyecto deportivo ilusionante y que empresarialmente puede resultar igualmente fructífero.