Cádiz CF

Editorial: El Cádiz vuelve a soñar a lo grande

LA victoria inapelable frente al Hércules ha devuelto al Cádiz a la categoría de plata cuando parecía impensable y nadie, ni el aficionado más cadista, daba un duro por el equipo a la vista del papel tan gris desempeñado durante la temporada regular. Tan mal encaró la recta final de liga, que dio la impresión de que en caso de haber durado dos jornadas más, el Cádiz no habría logrado clasificarse para la fase decisiva. El equipo -con todas sus figuras muy desdibujadas- se dio por desahuciado de antemano y muchas críticas empezaron a señalar al palco. El presidente, Manuel Vizcaíno, mantuvo la calma y acertó de pleno al depositar toda su confianza en un nuevo técnico, Álvaro Cervera, para que tomara las riendas del equipo justo a tiempo. Los números del flamante entrenador del Cádiz, siempre humilde en su discurso y también cargado de sentido común, no admiten discusión: cinco triunfos -tres a domicilio- y un solo empate llevaron al club en volandas hasta la Segunda División. En los momentos decisivos, la plantilla, herida en su orgullo, hizo buena su entrega y también su enorme experiencia en los encuentros más importantes, los que deciden toda una temporada, para llevarse el gato al agua con paciencia, tesón y una fe en sí misma a prueba de bombas. Si en otras ocasiones -sin ir más lejos la temporada pasada- el equipo amarillo jugó con la presión añadida en contra al saberse favorito, esta vez dio el zarpazo a sus rivales con talento y buen fútbol y justo cuando no entraba en las apuestas. Seis temporadas después, firmó un ascenso memorable a Segunda A, con casi todos los elementos en contra.

Toca felicitar al presidente Vizcaíno y sus colaboradores porque finalmente se demostró que tanto el cambio de técnico como las nuevas incorporaciones al iniciarse la temporada resultaron decisivas para salir del pozo de la Segunda B. También fue fundamental que se rebajara el ruido generado durante tantos meses en la lucha por el poder en el seno del club, y que los jugadores supieran aislarse de las críticas. Con muchísima personalidad, Cervera logró en un tiempo récord transmitir a la plantilla con sencillez su filosofía y los futbolistas supieron interpretar a la perfección su mensaje. Todos ellos resultaron mágicos en el ascenso de un Cádiz que logró contagiar su ilusión a una afición impagable: la auténtica artífice de los triunfos de su equipo. Los aficionados cadistas merecían sin duda este premio para volver a soñar a lo grande. Nunca dejaron de animar y por fin han visto recompensada su lealtad inquebrantable. Ahora toca celebrar el triunfo y, con los pies en el suelo, desarrollar un proyecto sólido para que el Cádiz se consolide en la categoría de plata.

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