Cádiz CF

La fórmula infalible

  • Echar el candado a la portería es el primer paso que conduce al éxito

El Cádiz se carga de razones para creer en el deseado ascenso a Segunda División A. Alguna vez tiene que ser después de dolorosos años de tentativas diluidas en el sumidero de la frustración. Su trayectoria inmaculada en el play-off, jalonada por un empate y tres victorias -su mejor recorrido en una fase para subir un peldaño-, le convierte en un serio candidato a dar el salto a la categoría de plata pese a que hace justo un mes, antes del comienzo del tramo decisivo de la temporada, parecía condenado a ser un mero invitado a la fiesta de otros equipos. Pero cuando más difícil lo tenía, cuando nadie daba un euro por el cuarto clasificado del grupo IV, arrastrado por su irregular campaña y su negativo sprint final del campeonato de Liga, emergió a tiempo, en el instante oportuno, para deshacerse del Racing de Ferrol y del Racing de Santander con una solvencia que apenas había sacado a relucir a lo largo del torneo doméstico. El Cádiz ofrece su versión más competitiva cuando es necesario de verdad.

Y ahora, en la ronda definitiva, inyecta al Hércules, otro histórico del balompié español, la misma medicina que a sus anteriores adversarios. Deja la portería a cero en casa, adquiere una mínima ventaja y se dispone a dar el golpe de gracia como visitante. Esa es la hoja de ruta establecida que le fue como anillo al dedo en los dos otros cruces y que pretende llevar hasta el pitido final, hasta sus últimas consecuencias. No hay otra fórmula para alcanzar el éxito en un equipo que, guiado de la mano milagrosa de Álvaro Cervera, sabe esconder sus debilidades y elevar a la máxima potencia sus fortalezas con las que presenta sus credenciales. Así de simple.

La plantilla asimila con una facilidad pasmosa las pautas fijadas por el preparadorn cadista, quien sin apenas hacer ruido, en dos meses, ha dotado al equipo de un instinto asesino con el que aplica al rival de turno el veneno preciso para acabar con su resistencia. Los deja vivos en la ida y los remata en la vuelta. El Cádiz no tiene recursos para arrollar -en realidad nadie se come a nadie-, pero sí para desesperar al más paciente de los contendientes. Quizás no sea mejor que sus rivales, pero sí se muestra más listo sobre el césped. La experiencia, puesta en práctica, sí que es un grado cuando llega la hora de la verdad.

La clave es el cerrojazo a la portería. Un único gol recibido en 450 minutos da una idea de la solidez de un equipo amarillo que sólo tiene que prolongar un partido más su estado de consistencia para conseguir el objetivo por que el pelea hasta la extenuación, como si cada acción fuera la última de sus vidas. El sprint que pegó Juanjo en los últimos minutos del choque contra el cuadro blanquiazul para cortar el avance un contrario que podía quedarse solo ante Alberto Cifuentes resume la situación: esto se gana a base de garra, de máximo esfuerzo, de ir siempre al límite, de no olvidar nunca que detrás está un club que quiere volver a ser grande, una afición numerosa entregada al cien por cien, la ciudad, la provincia. Y cientos de gaditanos y cadistas en la diáspora siempre pendientes del equipo que tanto les hace sufrir y que ahora está a punto de darles una alegría inmensa.

La misión es más complicada que nunca por varios motivos. El primero, que el Hércules -tercer clasificado del grupo III- atesora más potencial que gallegos y cántabros, con futbolistas rápidos y de calidad del centro del campo en adelante y un jugador desequilibrante como Chechu Flores del que cabe preguntarse qué hace en Segunda B. El segundo, que la eliminatoria se resolverá en el estadio Rico Pérez, que será una olla a presión a favor de los alicantinos y en contra de los gaditanos. El tercero, que el resultado es favorable al Cádiz aunque no deja de ser ajustado y cualquier error propio o acierto del contrincante puede ser fatal.

El lado positivo es que el conjunto gaditano, si mantiene su línea rocosa, maneja recursos con los que atenazar las acometidas de Chechu Flores, soportar la presión de la grada y sacar jugo al marcador favorable, como ya hizo con eficacia en A Malata y El Sardinero. El Cádiz sabe a lo que juega y no le tiembla el pulso.

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