Cádiz CF

Unos 2.000 kilómetros de gloria

  • Los 100 hinchas que van y vienen en autobús disfrutan de lo lindo

Una copiosa lluvia recibió por la mañana a los fieles cadistas que no dudaron en meterse una paliza de viaje en autobús para dar aliento a su equipo en el que hasta ahora era el partido más importante de la temporada. Ahora vienen otros.

Merecieron la pena los más de 1.000 kilómetros de ida y otros de tanto de vuelta. El equipo amarillo dio la talla muy lejos de su estadio, se metió en la segunda ronda con todo merecimiento y los cien seguidores se montaron en el autobús para emprender felices el trayecto de vuelta con la mente puesta en el próximo desplazamiento a falta de conocer el rival.

La parroquia cadista no perdió , el tiempo e Ferrol. Después del paseo de rigor por el centro de la ciudad -pese al agua caída por la mañana-, llegó la hora de la verdad. Una vez en A Malata, los incondicionales del equipo amarillo se ubicaron en una esquina de la grada entre un Fondo y Preferencia. Eran pocos comparados con los 8.000 y pico de aficionados verderones que arroparon a su equipo. Pero la minoría cadista se hizo notar con su incansable apoyo desde que el equipo saltó al césped a calentar hasta después del pitido final, cuando se desató la alegría una vez confirmado el pase a la segunda ronda.

El primer gol a poco del comienzo del encuentro -a los diez minutos- acrecentó los gritos de ánimo de los gaditanos, que si antes creían en los suyos aún más cuando el partido de puso de cara. Con el 0-2 se desbordó la felicidad de la grada cadista. Los seguidores se tomaron un respiro en el descanso para seguir a lo suyo en la segunda mitad, cuando peor lo pasó el equipo. El paso de los minutos corrió a favor de un Cádiz que saldó con éxito el cruce y al final, tras el último pitido del árbitro, los jugadores se acercaron al lugar donde estaban los aficionados para agradecerles su apoyo, que ayer tuvo un valor incalculable. Si mérito tuvo el equipo de sacar el pasaporte para la segunda ronda, no fue menor el de los aficionados que en dos días se metieron más de 2.000 kilómetros entre pecho y espalda para ver ganar a su Cádiz, que por fin dar una alegría, aunque todavía no sea completa.

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