Claudio Barragán cumplió el pasado sábado, en el duelo contra el Almería B, 50 partidos como entrenador del Cádiz, casi un año después de su estreno oficial en el banquillo (fue el 30 de noviembre de 2014 ante el Lucena). No estaba el técnico para muchas celebraciones pese a la victoria de su equipo, que volvió a ofrecer una sensación negativa en el estadio Ramón de Carranza y ganó de manera milagrosa, con un gol de Lolo Plá en el minuto 94, que sirvió para sumar tres valiosos puntos pero no para aplacar los ánimos revueltos de una afición indignada que pitó con fuerza al final en señal de desaprobación.

El entrenador no atraviesa su mejor momento en el conjunto amarillo en su segunda campaña en tierra gaditana. De hecho, es la primera vez, desde su aterrizaje en el Cádiz que desde la grada del Carranza llegó a salir el grito de ¡Claudio vete ya! Sucedió el sábado cuando una parte de la hinchada pagó con el míster las malas sensaciones del equipo.

Se le nota ofuscado al técnico. Hay algo que no le gusta, con lo que no se siente cómodo. No dice todo lo que piensa. Desliza insinuaciones pero no termina de explicarse con qué o con quién está dolido. En la rueda de prensa posterior al encuentro contra el filial almeriense, el preparador cadista afirmó que hay cosas que le duelen, pero no quiso pasar de una queja con trasfondo. Manifestó su malestar delante de toda la prensa pero a la vez fue prudente porque no pasó de ese lamento. Escapó del embrolló con una ironía. "Me duele una muela", dijo. ¿Está dolido con la afición por las enérgicas protestas por el mal juego del equipo? ¿Con los medios de comunicación por sus críticas al equipo? No lanzó el dardo contra sus jugadores, de los que se mostró muy orgulloso por su compromiso sobre el césped aunque el encuentro no fue por los derroteros que él hubiese deseado. Es imposible saber lo que opina el entrenador si no exterioriza lo que piensa, pero de sus última palabras se deduce que no llega precisamente feliz a sus 50 partidos como responsable del vestuario cadista.

El balance numérico de ese medio centenar de encuentros de Claudio como técnico del Cádiz es de 28 victorias (un 56%), 12 empates (un 24%) y diez derrotas (un 20%), con 73 goles a favor (un promedio de 1,46 tantos por partido) y 33 en contra (una media de 0,66), lo que supone un saldo positivo de 40.

La mayor parte de ese medio centenar de choque, 32, lo dirigió el valenciano la pasada temporada entre Liga (24), Copa del Rey (2) y fase de ascenso (6). Las cifras en el torneo de la regularidad fueron brillantes: 17 triunfos, tres tablas y cuatro derrotas, que dieron para sumar 54 puntos de 72 posibles, un 75%. El míster cogió el equipo fuera de la zona noble de la clasificación a ocho puntos del líder y lo llevó a ser campeón del grupo IV. La trayectoria positiva en la Liga se torció cuando llegó la hora de la verdad en la fase de ascenso, en la que el Cádiz, que disputó media docena de encuentros, sólo logró una victoria (2-1 ante el Hércules), cosechó dos empates (1-1 ante Real Oviedo y Athletic de Bilbao B) y perdió tres duelos, uno en cada eliminatoria (0-1 frente al cuadro asturiano, 2-1 contra el equipo alicantino y 2-0 ante los cachorros de Lezama). En la Copa, cayó en la doble cita ante el Villarreal (1-2 en casa y 3-0 territorio castellonense).

En la actual temporada, el porcentaje de puntos obtenidos hasta la fecha en la Liga desciende respecto al del curso anterior. De los 45 puntos dirimidos hasta ahora, el Cádiz suma 28, un 62%, 13 puntos porcentuales menos de los que consiguió con Claudio en el último ejercicio.

El recorrido en la Copa es más que notable, con tres victorias (todas por la mínima) que tiene como recompensa el inminente cruce con el Real Madrid. El saldo global hasta la fecha es 10 victorias (siete en Liga y tres en Copa), siete empates y una sola derrota en 18 citas. No es un mal balance. El problema son las sensaciones de un equipo que no da la impresión de tener la talla suficiente como para pelear por el ascenso a Segunda División A.