Las dudas aparecidas en parte del cadismo debido a la permanencia del número cero en el casillero de victorias fuera de casa de la clasificación son hasta cierto punto lógicas porque la afición amarilla ya no se fía ni de su sombra después de los inesperados disgustos sufridos durante las últimas temporadas en la maldita Segunda División B. Pero la historia del club permite comprobar que el Cádiz vivió algunas situaciones idénticas e incluso peores en las que terminó saldando la temporada con notable o sobresaliente, a falta tan solo de la matrícula de honor en forma de ascenso.

De los 15 ejercicios vividos con anterioridad en esta categoría, hubo dos en los que el balance de las cuatro primeras salidas ligueras era peor que el actual de cuatro empates. Son los correspondientes a las campañas 1995/96 -una igualada y tres derrotas con un pírrico punto como bagaje- y 2014/15 -tres empates y una derrota para empezar-, estando aún fresco que en esta última se consiguió finalmente la primera posición del grupo.

En otros dos casos, la acumulación de puntos en esos cuatro desplazamientos fue de cuatro, los mismos que en la actualidad. Aconteció en la 2000/2001 y en la 2013/14, en este ejercicio con un triunfo, unas tablas y dos derrotas que no fueron obstáculo para terminar cuartos y disputar la fase de ascenso.

La coincidencia absoluta se produce con los números deparados por el arranque vivido en la campaña 2000/2001, con Orúe en el banquillo. Entonces se empataron los cuatro primeros encuentros lejos de Cádiz, todos ellos sin goles y frente a Linares, Algeciras, Ceuta y Écija Balompié. La racha sin victorias en los desplazamientos fue más allá, al no batir tampoco a Poli Ejido (0-0), Poli Almería (0-0), ni Granada (1-0). El primer triunfo se obtuvo a la octava salida, gracias a un 0-1 en Melilla, aunque hay que hacer la salvedad de que el Poli Almería-Cádiz fue anulado a efectos oficiales por retirada del equipo almeriense.

¿Y qué? El Cádiz se proclamó campeón de grupo. Un espejo para mirarse y ser optimistas.