Cádiz CF

Un guión perfecto para Güiza

  • El jerezano se gana bien pronto a una afición que sufre y disfruta

El estadio Ramón de Carranza asistió ayer al primer encuentro del Cádiz esta temporada como local con un ambiente frío de inicio en las gradas que contrasta con el calor propio de la estación estival, que no lo fue tanto por mucho que agosto no nos haya abandonado.

Lejos de la media de espectadores presentes en los partidos del pasado curso, con muchos huecos vacíos en ambos fondos, un aspecto de la preferencia desolador y bastantes más asientos libres que ocupados en tribuna, el coliseo gaditano recibió a los suyos con más ilusión que aplausos y menos colorido que expectación por ver el rendimiento de los amarillos después de una pretemporada marcada por los altibajos y un estreno liguero con luces y sombras en Huelva ante el Recreativo que se saldó con un empate sin goles.

Goles, la salsa del fútbol y la principal alegría para una afición que tuvo motivos para la celebración bien pronto, en menos de un minuto, lo que tardó Dani Güiza en marcar su primer tanto con el escudo cadista. Como si de un guión perfectamente ideado se tratara, aprovechó un gravísimo error defensivo del Cartagena para poner de manifiesto la astucia y picardía de un veterano para robar el balón, primero, y la calidad rematadora de un delantero para definir, después. El internacional español no dudó en festejarlo como la ocasión merecía, corriendo hacia la banda para compartir el momento con compañeros y aficionados, y a la parroquia local tampoco le dolieron prendas en reconocerle el trabajo bien hecho. El pasado es pasado y el presente invita a soñar con un Güiza que dé innumerables satisfacciones y la comunión de un cadismo en absoluto dividido, como quedaría más que demostrado cuando fue sustituido en la segunda parte. Los aplausos al marcharse para dejar su lugar a Cuero se incrementaron cuando el jerezano los devolvió a la hinchada. Como debe ser.

Por lo demás, Carranza vibró con el Cádiz por momentos. Lo hizo en el tramo inicial del choque, un primoroso cuarto de hora que puso las cosas muy a favor; languideció cuando los murcianos asumieron el protagonismo hasta empatar, y recuperó la sonrisa y se dejó notar cuando el conjunto amarillo volvió a abrir distancia en los primeros compases del segundo tiempo. Así y todo, ya con 4-2, el graderío no respiró con tranquilidad hasta el pitido final. Quizás sea el sino de este Cádiz.

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