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Un batacazo mayúsculo

  • La entidad iguala el peor balance de su historia con el gran fracaso del primer equipo en Segunda B y los descensos del Cádiz B y el Balón. Repite el guión de la campaña 1997-98.

La temporada 2014-15. Un año deportivo para olvidar. El primer proyecto de Locos por el Balón y del presidente Manuel Vizcaíno terminó por hacer aguas por todas partes. Nada o muy poco se salva de un ejercicio con sabor a decepción en casi todos los aspectos del ámbito deportivo. Por salvar algo, la fase final del concurso de acreedores, del que aún quedan puntadas. Una buena noticia que al final ha quedado empañada por la junta de accionistas del pasado 9 de junio, en la que no se aprobó el presupuesto y se cerró la puerta para el futuro a un gran número de accionistas.

La parcela deportiva ha dejado muchas lágrimas en el cadismo. Tantas como las que han provocado el fracaso del primer equipo y la debacle en el fútbol base. Por segunda vez en la historia, la entidad ha igualado su peor balance en este sentido. Y es que al acabar la campaña 1997-98, el primer equipo amarillo falló en la entonces liguilla de ascenso a Segunda A y el Cádiz B y el Balón perdieron la categoría. Aquel fracaso lo presidió Antonio Muñoz y el de ahora lo ha hecho Manuel Vizcaíno.

La campaña recién concluida no ha respondido para nada a las altas expectativas con las que se presentó en la capital gaditana Locos por el Balón. La mercantil llegaba avalada por gente con experiencia en el fútbol y respaldada por personas que han tenido y aún tienen mucho peso en el balompié español. El propio presidente recordaba en sus primeras entrevistas tras tomar posesión de su cargo, que contaba con la ayuda de amigos, entre los que se encuentran, entre otros, José María del Nido y Quique Pina. Pero la realidad es que la trayectoria de Vizcaíno y sus amigos de travesía no ha evitado un fracaso mayúsculo que ha vuelto a golpear en la línea de flotación de la afición. No sólo el primer equipo se ha estrellado acudiendo como 'invitado' a los ascensos del Oviedo y el Athetic B, pues, además, el club ha asistido con una indiferencia preocupante al 'fallecimiento' del filial, que desde enero fue agonizando sin que nadie moviera un dedo para sacar de la UCI al enfermo. La 'muerte' del peor Cádiz B de la historia en Tercera, el de Fernando Niño -renovado a pesar de lo sucedido-, se llevó por delante a un Balón que sí hizo bien los deberes de la mano de Cortijo y Arteaga, y que se ha encontrado con la peor parte de esta triste historia.

Los errores del proyecto del primer equipo empezaron en noviembre. Con el equipo fuera de la zona de play-off, los dirigentes deciden acabar con la etapa de Antonio Calderón, un entrenador renovado por ellos hace un año. Con una plantilla corta y falta de equilibrio en algunas posiciones, el mercado de invierno empeora la situación al salir Kike López y Galindo para que llegara únicamente Hugo Rodríguez. Todo ello con un único lateral derecho en el plantel y con el centro de la defensa cogido con alfileres.

Claudio Barragán, el recambio de Calderón, fue capaz de dotar al equipo de su sello para enderezar el rumbo en la fase regular hasta dar caza al UCAM y hacerse al final con la primera posición. Todo ello con un grupo de futbolistas en el que las 'piezas' más importantes empezaban a acumular bastantes minutos por culpa de que la rotación era un problema y, cuando se ejecutó, significó la pérdida de bastantes puntos en el tramo final de Liga. Ese desgaste se acusó luego en la fase decisiva porque la fortaleza física no fue la adecuada, y si fallan las piernas, falla todo. Esto, unido a la debilidad del grupo IV, presentó a un Cádiz que en el play-off sólo dio la cara en dos ratos y en el último partido, ya cuando casi todo estaba perdido.

La entidad preparó una plantilla escasa de efectivos y con carencias en varias demarcaciones, algunas de ellas muy importantes. Cuando llegó el momento de la verdad se vio la diferencia respecto a otros aspirantes a subir a Segunda A. La dirección deportiva, se supone que siempre consensuado con el técnico, fue capaz de tener un once competitivo, pero a partir de ahí faltó fondo de armario en cantidad y calidad.

El análisis del fracaso sigue en la cantera. El descenso del Cádiz B, evitable a todas luces, ha provocado una ruptura inquietante en el periodo formativo de varias generaciones de canteranos. Como prueba, la marcha que se está produciendo de promesas que se niegan a jugar en Primera Andaluza, en el caso del Cádiz B, o peor aún, en Segunda Andaluza como es el del Balón. La cuestión del filial es difícil de entender cuando desde mucho antes de finalizar la competición se palpaba lo que iba a suceder, mientras que el club no mostró capacidad de reacción y se desprendió de jugadores muy importantes para el segundo equipo aunque para ello debilitara a éste y a un Cádiz juvenil que, por entonces, tenía opciones reales de acabar por primera vez en lo más alto de su grupo en División de Honor. Esta política provocó que Antonio Cama dejara el banquillo del juvenil A al no estar conforme con lo que él entendía como un error. Los descensos le han dado la razón.

La extrañeza de todo lo que rodea al Cádiz B ha ido más allá con la renovación del entrenador con el que ha perdido la categoría. Un Fernando Niño que se vio incapaz de enderezar el rumbo y que aceptó todas las decisiones que debilitaban su plantilla. Cuando el 'entierro' del filial estaba preparado, el roteño planteó dejarlo pero no se lo aceptaron. El fútbol base también quedó empañado por la inhabilitación sufrida por tres jugadores del 'B', Manu López, Jaime y Sana, quienes estuvieron dos meses sin poder jugar por un error de la entidad.

Los responsables la parcela deportiva dentro del primer equipo y de la cantera (Jorge Cordero, Javier Manzano y Quique González) no se han pronunciado sobre lo sucedido. Es más, da la sensación de que ninguno quiere cargar con el fracaso que a partir de ahora aparecerá en sus trayectorias.

Cambiando de tercio, la campaña 2014-15, desde el punto de vista económico, deja al club prácticamente fuera del concurso de acreedores, pero con temas pendientes en este aspecto como el acuerdo de pago con la Seguridad Social y la firma del convenio alcanzado con Hacienda. En el curso se produjeron retrasos en el abono de las nóminas -algo habitual en el Cádiz en los últimos años- y la junta de accionistas del pasado 9 de junio ha empañado lo que podía haber sido una buena gestión monetaria. Con la 'patada' a los medios de comunicación, la imposibilidad de votar ni aprobar el presupuesto de la campaña ya concluida -va contra la ley- y la ampliación de cinco a 100 los títulos de los accionistas para poder estar presentes a partir de ahora, el Cádiz queda lejos de la transparencia que anunció Locos por el Balón.

Y, como telón final, muchos socios están molestos con la política hacia ellos. Entienden que no se les premia por la fidelidad a un club que en la campaña 2014-15 ha estado abonado al fracaso.

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