Cádiz CF

Llegada a hurtadillas al Carranza

  • La plantilla entra en el estadio un cuarto de hora antes de lo anunciado

El previo al partido del no ascenso fue un preludio de lo que sucedió después. Tras diez meses de competición, con el apoyo incansable de los más fieles, el Cádiz llegaba al Ramón de Carranza casi a hurtadillas.

A las 10.30 horas, la afición estaba citada para recibir al autobús en la entrada de la ciudad. Como sucedió contra el Oviedo, ese día en el que la fiesta estaba preparada para celebrar en casa el regreso a Segunda A. Aunque no mete goles, ese día la afición arropó a los suyos de la manera más calurosa posible. Sin embargo, desde ese día aparecieron los miedos que han llevado a un nuevo fracaso.

El cambio de hora en las dos últimas eliminatorias trató que no se repitiera una imagen que pudo pesar en la cabeza de los jugadores. Pero ayer, con todo lo que había en juego, se volvió a reclamar la bienvenida a la ciudad de los cadistas.

Y la afición, aunque en un menor número que en la primera eliminatoria debido a lo temprano de la hora, se preparaba para darle todo su cariño. Un apoyo para que se lo creyeran. Pero no dio tiempo.

El autobús amarillo llegó al Ramón de Carranza a las 10.15 horas. A pesar del anuncio, la llegada se adelantó a petición de Claudio Barragán. Sin apenas gente que pudieran jalearles. No fue necesario ni cortar la Avenida. La caballería de la Policía Nacional, presente junto a un importante dispositivo al ser el partido de alto riesgo, escoltó al equipo hasta su llegada al Fondo Sur. En las aceras, los cadistas solo podían ser testigos del paso del autobús. Poco más. Un recibimiento interruptus.

Y tanto que no fue completo. Brigadas Amarillas se dedicó a ambientar el barrio de la Laguna desde muy temprano. De hecho, la llegada de la plantilla al estadio pilló al grupo ultra todavía por la calle Pintor Zuloaga. En la cabecera, una pancarta pedía la libertad de Alfon, condenado a cuatro años de prisión por portar explosivos durante la huelga general de 2012.

Como el equipo ya estaba dentro, los hinchas decidieron seguir con la fiesta previa cortando la Avenida. Bengalas, petardos y mucho olor a pólvora inundaron el prepartido. Una manera de intentar crear ambiente ante la frialdad de la llegada. Pronto, la Policía Nacional restableció el tráfico.

De ahí y hasta las 12, solo quedaba buscar la sombra y refrescarse para prepararse para la batalla que se viviría en el campo. Aunque no sirviera de nada.

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