Cádiz CF

Claudio no baja la exigencia

  • El enfado por la anarquía del equipo en ataque es una clara señal de que el entrenador no permite que lo individual esté por encima de lo colectivo ni siquiera en un partido intrascendente

Los enfados post partidos de Claudio Barragán empiezan a ser frecuentes. Son cabreos con pronta fecha de caducidad, de esos que pasan a mejor vida de un día para otro, pero que dejan como rastro el elevado nivel de exigencia de un entrenador que no permite que el equipo se salga de la pauta que él marca.

El pasado domingo, tras la cómoda victoria (0-2) en la visita al colista, el Córdoba B, el preparador cadista destapaba su malestar por situaciones que, según reconocía él mismo, no le gustaron. De hecho, a punto estuvo de no comparecer ante los medios. Llegó a decir que "no iba a dar la rueda de prensa, le dije a Alfredo que viniese él. Hay cosas que no me gustaron y que hay que aclarar en el vestuario. Hay cosas que no se pueden dar más", decía sin cortarse un pelo.

¿A qué "cosas" se refería el técnico? Claudio alabó la ambición y la actitud mostrada por los suyos. Elogió además el trabajo defensivo ante un rival que se jugaba la vida en pos de la permanencia. A tenor de sus palabras, lo que no le irritó y mucho, fue el exceso de oportunidades falladas. Pocas veces había generado el Cádiz tantas ocasiones tan claras en un solo encuentro. Llegó a disponer de cuatro mano a mano ante el portero (Navarrete, Tomás, Kike Márquez y Juan Villar) del que siempre salió ganador Jon Villanueva, el mejor con diferencia del filial verdiblanco en el duelo del pasado domingo. Los amarillos, además, tiraron dos veces a los palos e incluso Kike Márquez se permitió el lujo de fallar lo imposible, solo a puerta vacía en la frontal del área pequeña. Fueron muchas más las llegadas del Cádiz y la goleada pudo ser de escándalo con un poco más de acierto en los metros finales.

¿Por qué tantos errores en el remate? ¿Por falta de concentración? ¿Por exceso de egoísmo de los jugadores, que buscaron su gol sin mirar si había un compañero mejor situado? ¿Demasiadas florituras antes de mirar a puerta? ¿Pique entre jugadores? Algo carcomía a Claudio después del partido y será mañana, en el regreso a los entrenamientos, cuando el valenciano explique su malestar a los jugadores en una charla que quedará reguardada en el intimidad del vestuario, el lugar donde se le lavan los trapos sucios.

El de Manises tiene muy claro que el equipo está por encima de las individualidades y no quiere distracciones ni en partidos intrascendentes como el del Nuevo Arcángel. Perfeccionista como pocos, no le gusta un pelo que haya la más mínima posibilidad de que cada uno pretenda hacer la guerra por su cuenta. Y menos con lo que hay a la vuelta de la esquina.

Airam Cabrera, minutos después de concluir el partido en el Nuevo Arcángel, ofrecía su visión sobre lo ocurrido y recordaba algo parecido al último choque liguero de la pasada campaña en Cáceres, donde cada uno fue a buscar su gol. "Me recordó a ese partido. Hay que mejorar esas cosas y no olvidar que lo colectivo está por encima del ego personal de cada uno. Todos somos ambiciosos y, aunque hay que mejorar en ese aspecto, tampoco hay que darle trascendencia".

La exigencia del míster es más que elevada y el objetivo es que la plantilla llegue a la fase de ascenso con las pilas bien cargadas y todas las lecciones bien aprendidas para afrontar el tramo decisivo de la temporada. Y con una clave inscrustada en el cerebro de todos los jugadores: el equipo por encima de todo.

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios