Segunda b

Maldición y vergüenza

  • El Cádiz ofrece una pésima imagen en Lucena, donde no gana desde 2009, y eso le lleva a perder ante un vicecolista que sabe sacar rédito de las carencias defensivas de los amarillos

Con la cara rota. El Cádiz, ese líder que hace semanas que se siente campeón de grupo, recibió ayer un revés duro, durísimo, que le sitúa de un plumazo en la realidad de la Segunda B. Esa categoría en la que hay que sufrir, defender y atacar con criterio, y adaptarse a todas las circunstancias para demostrar en el campo mucho más de lo que se vio ayer. Los amarillos tuvieron pocas fases en las que optaron por tocar con sentido común, la única manera de superar al Lucena y las artimañas de su entrenador, Rafael Carrillo Falete, pero en otras fueron vulgares, endebles y patéticos, sobre todo a balón parado y en cualquier aspecto defensivo.

El modesto, el que lleva más de cinco meses sin cobrar y que cena en los desplazamientos gracias a la generosidad de los rivales a los que visita, merendó ayer a base de bien ‘comiéndose’ a un líder que paseó su peor versión por el Ciudad de Lucena. Lo único positivo es que ahora hay tiempo para corregir errores y asumir claramente de una vez -quiera o no Claudio Barragán- que en esta plantilla corta no todos los jugadores están capacitados para ser titulares.

Casi toda la cúpula directiva de la entidad fue ayer testigo del nuevo batacazo en la conocida ya como Batalla perdida de Lucena. Los gritos a los que asistieron por parte de los seguidores locales hacia la directiva del Lucena, por el impago a la plantilla celeste, bien pudieron ser al final para ellos por tan deprimente espectáculo. Posiblemente con una mensualidad de uno de los jugadores mejor pagado del Cádiz, cobraría un mes toda la plantilla aracelitana.

Al margen de esto, la derrota se despachó sobre un césped artificial seco y preparado -en su fase de peinado y cepillado- para que el balón rodara muy lento y botara como un caballo desbocado. Las primeras sensaciones del choque eran que el Cádiz estaba como los cables casi sueltos; a veces con corriente y otras sin ella. Tomás -una de las grandes novedades junto a Arregi y Alonso- aguantaba el tipo mejor que Mantecón, quien se vio obligado a hacer de lateral derecho debido a la lesión de Óscar Rubio en el calentamiento.

El primer acercamiento lo fabricó Migue García con Juanma Espinosa, con un centro del ex del Granada B que Airam remató fuera en el primer palo. Próximo al cuarto de hora, Juanma Espinosa lo intentó con un lanzamiento que detuvo Javi López. Pero eran arreones mientras Arregi sufría y le anulaban un gol a Lomas por un fuera de juego muy justo. El central multiplicaba el trabajo de Servando como en la ocasión en la que el isleño se cruzó ante Lomas mientras el vasco lo sujetaba dentro del área con el consiguiente peligro.

No era un guión convincente a pesar de que Juanma y Fran Machado trataban de hilvanar como respuesta a los pelotazos de Domingo y compañía. Ese corte de recuperación y entrega permitió a Tomás llegar hasta la cocina en la mejor ocasión cadista del primer periodo. Lástima que su tiro, forzado por el cuerpo de Domingo, saliera algo cruzado. No le gustaba a Claudio Barragán lo que estaba viendo y mientras abroncaba a Hugo Rodríguez, ordenaba que éste y Migue García alternaran sus posiciones. Precisamente una genialidad del niño de la plaza Asdrúbal aclaró el panorama. Hugo recibió fuera del área y tras levantar la cabeza y avanzar hacia el interior del campo, soltó un zapatazo que se coló por la escuadra izquierda del portero del equipo aracelitano. Luego pudo hacer el 0-2, si en una recuperación y tras sentar a Domingo no hubiera lanzado fuera con todo a favor.

El descanso llegó de perlas para sobreponerse de un campo jodido para competir. Lo más difícil se había logrado en un terreno hostil y en una localidad gafada para los cadistas. Sin embargo, la primera acción peligrosa de los celestes en el segundo acto fue una declaración de sus intenciones y una muestra del cante que empezaba a dar el trabajo defensivo cadista. En una sucesión de centros Santacruz cabeceó al larguero y Servando se cruzó a lo justo ante Poley en el rechace. El Cádiz se apagaba mientras Garrido exhibía sus problemas para rodarse cuando deja de ser titular durante alguna semanas. Sin el vasco a tono en el centro, la labor defensiva empezaba a fallar por la falta de apoyos de los jugadores más ofensivos y por los errores propios. Y eso que Fran Machado (58’) pudo matar el partido en un mano a mano que le sacó Javi López. Ahí se acabaron los amarillos -ayer de negro- y salió la casta y el corazón del pobre. Maxi estuvo a punto de empatar, cuando se le cruzó Servando, antes de hacerlo de verdad en un mal despeje del isleño y la indecisión del portero. Otra vez a balón parado.

Los cambios no mejoraron nada pese a salir los ‘buenos’ porque existía demasiada mediocridad como bloque. Y la fe pudo de nuevo para que un centro de Adri ‘desnudara’ a toda una defensa y al portero para que Conejo metiera el pie ante las dudas de unos y otros, y pusiera el 2-1. Partido finiquitado y jaque al trabajo defensivo de un equipo que no es tan fiable como dicen sus números.

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