El Lucena es uno de los rivales fijos con los que se encuentra el Cádiz cada temporada desde el último descenso del conjunto amarillo al infierno de la Segunda División B. El líder del grupo IV visitará el próximo sábado a la escuadra cordobesa con el lastre del póquer de derrotas cosechado en las comparecencias de las últimas cuatro campañas.

Los gaditanos se han malacostumbrado a regresar de vacío de la zona sur de la provincia de Córdoba, aunque la vida les concede ahora la oportunidad de dejar casi cerrado el primer puesto y de paso aprobar una de las asignaturas pendientes que arrastra desde la campaña 2010/11. A la quinta debe ser la vencida.

El desplazamiento a Lucena se ha convertido en una pesadilla que el Cádiz quiere transformar en un dulce sueño de una vez por todas. Nunca había llegado a terreno lucentino con tanta distancia en puestos y puntos sobre su adversario. El líder, que atesora 67 puntos, se cita con un contendiente que ocupa la penúltima posición con 35, es decir 32 menos.

Los amarillos acumulan 59 goles a favor en 33 jornadas de Liga y su rival no pasa de 28. La diferencia en tantos en contra también es notable: 19 han recibido los gaditanos y medio centenar los aracelitanos.

Los números reflejan una aplastante superioridad del Cádiz sobre el papel, pero el equipo más fuerte del grupo IV ahora está obligado a transformar la teoría en práctica sobre el terreno de juego. Ningún adversario lo pone fácil, y menos si se juega la vida en su feudo.

La pregunta que surge antes de la nueva cita es si los varapalos sufrido en los años anteriores por el Cádiz habrán servido de lección a un equipo que sale golpeado año tras año de territorio lucentino. En el ejercicio 2010/11, el primero tras caer de nuevo en el pozo de la Segunda División B, el conjunto gaditano, dirigido entonces por Risto Vidakovic, se topó con la dura realidad que supuso la derrota en el antiguo campo del Lucena por 3-1 en la 12ª jornada de Liga, una antes de la destitución del técnico balcánico. Los visitantes no tuvieron la más mínima opción y jugaron más de medio partido con dos hombres menos por las expulsiones del portero Álvaro Campos y el centrocampista Carlos Caballero.

Más duro fue el destrozo sufrido por los amarillos en la campaña 2011/12, cuando salieron trasquilados por un contundente 3-0 en el séptimo capítulo liguero. Esa derrota, la primera que se pruducía en esa campaña, puso en alerta a un conjunto entrenado por Jose González que supo reaccionar y antes del final de la primera vuelta ya había cogido el liderato para no soltarlo en toda la competición.

En la 2012/13, la peor de la historia cadista en la categoría de bronce -coqueteó con la posibilidad del descenso hasta la penúltima jornada del torneo-, el cuadro amarillo cayó por 2-0 en el estadio Ciudad de Lucena -en el 16º episodio del campeonato- en el que a la postre fue el último partido de Ramón Blanco como entrenador del equipo de sus amores. Tampoco le fue bien a su sustituto, Raúl Agném en la visita del Cádiz a Lucena en la temporada 2013-14, cuando la derrota (1-0) llegó en el minuto 90 en el encuentro de la sexta jornada que fue el primer revés de ese curso y el primer síntoma de las carencias a domicilio que acabaron con el despido del entrenador aragonés a ocho jornadas el epílogo del torneo.

En total, cuatro derrotas en otras tantas visitas, es decir, cero puntos de 12 posibles, con un escuálido balance de un solo gol a favor -marcado por Enrique- y nueve en contra en 360 minutos.