A pesar de que los mensajes sobre que nadie es imprescindible están muy manidos, la realidad del Cádiz dice todo lo contrario en cuanto al caso de Jon Ander Garrido. El centrocampista vasco es a día de hoy un jugador muy importante dentro de una plantilla excesivamente corta. Ningún otro integrante del grupo tiene la capacidad del exjugador del Barakaldo, de ahí a que su ausencia en los casi dos últimos meses la ha notado el equipo, que en ese periodo de tiempo se ha dejado siete puntos en el camino para asegurar la primera posición.

Garrido es uno de los siete integrantes de la primera plantilla que se encuentra por encima de los 2.000 minutos. Ello, a pesar de que lleva dos casi dos meses en los que sólo ha disputado 66 hasta que ante el Almería B se resintió de unos problemas musculares, no participando en los siguientes encuentros: Cacereño-Cádiz (0-3), Cádiz-Sevilla Atlético (0-2), San Roque de Lepe-Cádiz (0-2), El Palo-Cádiz (0-0) y Cádiz-Balona B (2-2). Cinco partidos sin jugar en los que el Cádiz se ha dejado siete puntos. A pesar de este pequeño bajón, peor le han ido las cosas al UCAM de Murcia, que está poniendo de su parte para que el camino de los amarillos hasta el título de campeón del grupo IV sea plácido.

Tras sentir molestias ante el Almería B, Garrido ha estado entre algodones durante casi 14 días, midiéndose al milímetro su trabajo para que en esta ocasión su vuelta al equipo no suponga un riesgo. Hay que tener presente que por su altura y características, está llamado a ser una pieza fundamental en el play-off. Aunque Claudio Barragán ha recurrido a otros futbolistas para cubrir la baja del vasco, sabe perfectamente que sin Garrido el equipo pierde en el juego aéreo y una alta dosis de oficio y competitividad en la zona de creación-destrucción. De hecho, cuando después de vencer al Almería B se refirió en la sala de prensa a los problemas físicos en aquel partido de Juan Villar y Garrido, su gesto mostró mayor inquietud cuando se centró en el caso del vasco.

Precisamente el centrocampista habló ayer al acabar el entrenamiento celebrado en El Rosal -que completó con absoluta normalidad junto a sus compañeros-, donde expuso sus impresiones sobre su estado físico. "Ahora llevo ya dos semanas entrenando con el grupo y estoy preparado para jugar como titular, aunque todo depende de lo que decida el entrenador. Si decide ponerme, yo estoy listo", aclaraba antes de opinar que "no hay nadie imprescindible dentro del equipo y si se viene hablando de mi ausencia es por los dos empates, pero no tiene nada que ver".

No le gusta que se transmita la sensación de que todo está hecho y que falta esperar que llegue la fase de ascenso, ya que entiende que "todavía no hemos conseguido ser primeros de grupo de manera matemática". "En ese sentido lo primero es seguir logrando ganar partidos", añadiendo hacia las opiniones más críticas que "en cada partido damos lo máximo, aunque se diga lo contrario". "Las cosas pueden salir mejor o peor aunque no hay relajación alguna".

Y eso que no ocultó las dificultades que se vivieron en el derbi celebrado el pasado sábado, que explica de la siguiente manera: "Tuvimos nuestros fallos ante la Balona pero también hay que ver que hicimos cosas bien. Quisimos ganar y no se pudo", admitiendo la reprimenda de Claudio Barragán. "El entrenador estaba enfadado y trasladó al vestuario los errores que no podemos cometer durante un partido. Estamos intentando solucionarlo esta semana la semana", apostillando sobre el comportamiento del preparador que "tuvo un calentón tras el partido como tuvimos todos".

Garrido se detuvo en lo que resta de fase regular y en lo que vendrá después. "Debemos pensar que lograremos ser campeones y, en lo personal, yo quiero acumular el mayor número de minutos posibles para estar en el mejor momento para el play-off", su principal preocupación tras casi dos meses sin jugar por seguido un partido entero.