San Roque de Lepe · Cádiz

Un triunfo por mayoría (0-2)

  • El Cádiz vence al San Roque de Lepe gracias a un arranque fulgurante en el que exhibe un ataque eficiente. La derrota del UCAM amplía de nuevo a seis puntos la ventaja del líder.

Una tarde redonda. El Cádiz hizo los deberes en Lepe, de donde se trajo tres puntos que le mantienen en el liderato con mayor ventaja que antes de jugar. Todo ello gracias a que el UCAM demostró de nuevo que es mortal y recibió un gran repaso del Granada B, que exhibió con una goleada su ‘estrecha relación’ con el amarillo y sus aspiraciones. En Lepe y en Murcia se jugaba un mismo encuentro de seis puntos que se fueron al casillero cadista.

 

A la tercera, otra victoria clara. El conjunto gaditano se ha paseado esta campaña las dos veces que se han enfrentado al San Roque; 0-3 en la Copa del Rey y 4-0 en la primera vuelta de la Liga. Ayer, 0-2. Nueve goles a favor, cero en contra. El Cádiz le tiene esta temporada tomada la medida a un rival que ayer vendió cara la derrota a pesar de que a los diez minutos perdía ya 0-2.

 

Claudio Barragán confirmó lo esperado en la alineación otorgando la titularidad a Andrés Sánchez y Jona; el delantero como referencia al no estar Airam, y el lateral zurdo en lugar de Tomás, al que le ha ido ganando terreno desde la llegada del actual técnico. El dibujo del equipo era claro con Mantecón y Juanma Espinosa en la línea de creación, y Juan Villar y Hugo Rodríguez en las bandas. El gaditano y el onubense se mostraron muy activos y tuvieron un papel determinante

 

Sobre un terreno de juego blando y algo castigado por la lluvia de los últimos días, sólo existió un equipo en el arranque, el Cádiz. Los amarillos -ayer de rosa- sacaron la apisonadora para jugar, atacar y no dejar respirar a un San Roque que ‘comenzó’ el encuentro con diez minutos de retraso. Que Óscar Rubio iba a ser un futbolista importante se vio en el primer ataque, ya que su banda era una autopista sin peaje debido a los problemas físicos de David Llano, por la cual se coló una y otra vez con descaro y velocidad. Su primer centro acabó en el córner que dio paso al 1-0. Desde la esquina sacó de forma excepcional Hugo Rodríguez y el esférico encontró el preciso y cómodo remate de Josete en el segundo palo. 

 

La ventaja tan pronto destrozó a un San Roque aún frío y que no se enteraba de que el choque había comenzado. David Llano seguía sufriendo y el Cádiz cargaba su ira por ese lado, sabedor de que el desangrado podía ser letal. Cómo no sería el acoso cadista que hasta Mantecón se atrevió con un lanzamiento que blocó Nico, de lo mejor del San Roque. Con el que no pudo el portero local fue con el de un compañero, Fran Lepe, que en el intento por despejar el balón, tras centro, cómo no, de Óscar Rubio, lo alojó en su propia portería. Minuto diez y 0-2.

La grada del Ciudad de Lepe, la que ocupaban los seguidores de casa, estaba descolocada viendo el temporal de juego cuando el del cielo había cesado. El Cádiz lo tenía fácil con esos dos goles y un rival atenazado por la impotencia, con David Llano renqueante y con un juvenil en el banquillo ante la falta de profesionales. Definitivamente la banda derecha era el lugar ideal para continuar haciendo daño. Llano no podía y los centrales tampoco arropaban a un lateral en apuros. Alejandro Ceballos movió ficha y retiró al zaguero, a partir de lo cual se abrió otro encuentro.

 

Era el minuto 29 y el ritmo del duelo empezó e cambiar. Al Cádiz le costaba tener el esférico, madurar el juego y manejar el resultado, al tiempo de que la barrera del peaje de la banda izquierda había bajado. Prueba de esa variante fue la primera llegada lepera en un tiro de Juan Gómez que salvó la zaga. Fue un argumento válido para que la grada apretara. Ese empuje gualdinegro tuvo continuidad en Rubén Sánchez cuando disparó a las manos de Aulestia.

 

Ya no estaban cómodos los de Claudio Barragán, que perdieron la guía y el sitio mientras los errores de Andrés Sánchez se acentuaban por la verticalidad de Son, el más incisivo de los locales. El Cádiz se había ido del partido sin motivo aparente y más por demérito propio. El primer periodo se fue con otra internada de Son en la que superó a Andrés aunque su centro lo mandó alto Rubén, y con un mano a mano de Jona.

La segunda parte parecía que iba a ser un calco del inicio. El equipo amarillo se ubicaba con talante ofensivo y trataba de poner su motor a punto e inalcanzable para el rival. Ese intento duró cinco minutos, justo el tiempo en el que el conjunto de Ceballos entonó aquello de “aquí estoy yo”. No es que creara mucho peligro, pero sí fue capaz de robar el balón, de tenerlo mucho tiempo y de meter en su campo al adversario. Pese a este escenario preocupante, cualquier error local daba lugar a un ataque visitante como el que dio paso a una arrancada de Óscar que combinó con Juan Villar, soltando el onubense uno de sus centros preferidos que salvó Súper y al que no llegaron por poco Jona ni Hugo. Tras el saque de esquina Villar mandó alta una volea de las más preferidas para el extremo.

 

La rareza que acompañaba al partido quedó de nuevo de manifiesto cuando el colegiado dio síntomas de estar mareado y mandó parar el juego. Se retiró a la banda, donde fue atendido por el equipo sanitario del Cádiz de un problema en el gemelo izquierdo que le generó un episodio muy doloroso. El parón le vino de perlas al cuadro de Claudio, que no terminaba de estar cómodo ante un adversario que empezaba a repartir leña. Cuando regresó el fútbol a Lepe, una contra dejó a Villar con todo a favor para poner la guinda; salió del primer regate y del segundo pero con la zurda envió el esférico fuera. Lo hizo todo y quiso rematar a pesar de tener a dos compañeros al lado. Y Migue, en otra, se entretuvo mucho cuando debía fusilar al portero.

 

El San Roque se percató de que el balón parado era un problema en el área cadista, lo que puso de relieve Manu Fidalgo. Pero para problema, la patada que se llevó en el cuello Servando por una chilena del juvenil Luis Ruiz. Gran susto que no fue a más. Como el partido, que tampoco fue a más por un triunfo elaborado a fuego rápido en los primeros minutos y que pudo ser mayor si Jona no hubiera estrellado un remate en el poste y el colegiado no le hubiera escamoteado un penalti como una Catedral. La lesión del trencilla en esa jugada pareció visual en vez de muscular, aunque no deslució una victoria de seis puntos.

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