Cádiz-Melilla

Justa recompensa a la perseverancia (2-0)

  • El líder suda de lo lindo para desarbolar a un combativo adversario y obtiene una merecida y valiosa victoria que llega en el último cuarto de hora con los goles de Jona, de penalti, y Kike Márquez

Cualquier equipo que hubiera fallado las ocasiones que ayer tiró a la basura el Cádiz no habría sumado los tres puntos, pero el equipo amarillo funciona como un martillo pilón que no para de golpear hasta conseguir el objetivo. La mentalidad ganadora es de tal calibre que la victoria ante un combativo cayó por su propio peso cuando la amenaza del empate empezaba a pesar como una losa. Jona marcó de penalti a falta de menos de un cuarto de hora para el final y Kike Márquez redondeó la fiesta con un golazo de libre directo en la prolongación. Tres puntos más que mantienen a la escuadra gaditana en lo más alto de la clasificación cuando restan 11 jornadas para el epílogo del campeonato. Lo que pudo haber sido un partido de guante blanco, de haber entrado con antelación alguna de las claras oportunidades generadas, se convirtió en una victoria agónica de un conjunto que demostró que sabe apretar los dientes cuando es necesario. No es normal que los tres artilleros fallen el mismo día las ocasiones ayer erraron Juan Villar, Jona y Airam antes de perforar la portería.

 

Fue un triunfo cimentado sobre el soporte del sufrimiento, labrado a base de un trabajo persistente dificultado por el buen hacer de un Melilla que demostró su dulce momento de forma, aunque con el pecado de no hacer el más mínimo daño en ataque. Una vez más, el paso por el vestuario sirvió para que el Cádiz cambiase de cara tras el descanso y sacase a relucir su mejor versión, minada por el desacierto en el remate hasta el fatídico minuto 76. Le costó entrar en juego en la primera mitad lastrado por la presión arriba de los azulinos, dueños además de la parcela ancha gracias a la templanza de David Sánchez y a la efectividad a la hora de anular a Juanma Espinosa. Y cuando el cerebro cadista está desactivado, el equipo lo nota. En la segunda, el cuadro gaditano fue un tsunami que terminó por agotar la férrea resistencia de un equipo que había colocado las murallas de Melilla.

 

Claudio Barragán apostaba por el que puede ser considerado como once de gala con la excepción de Tomás por el lesionado Andrés Sánchez -esguince de tobillo- en el lateral izquierdo. Como era de esperar, Servando y Fran Machado regresaban al equipo tras cumplir castigo federativo -acumulación de amonestaciones- y el técnico alineaba a Juanma Espinosa desde el inicio después de haber sido suplente una semana atrás en el terreno de La Hoya Lorca.

 

Desperdiciaban los anfitriones una clara ocasión en el primer minuto para inaugurar el marcador que hubiera supuesto un golpe psicológico a un adversario valiente. Juanma Espinosa recibía el balón solo en el costado derecho del área pero definía de manera defectuosa con un disparo que se iba por encima del larguero. El jiennense demostraba por qué no ha marcado ni un solo gol esta temporada.

 

La paciencia emergía como principal argumento de los amarillos para tratar de desarbolar a un rival ordenado que anunciaba que no lo iba a poner nada fácil. Tocaban los locales en busca de las bandas y por el centro con enganche en tres cuartos, unas veces Airam y otras Jona. Se asociaban con acierto en ataque, a veces con brillantez, y las ocasiones, clarísimas, se sucedían una tras otra, aunque sin la merecida recompensa perseguida con tanto ahínco.

 

Un centro chut envenenado de Tomás a punto estaba de colarse en la portería de Álvaro (minuto 7) poco antes de que Juan Villar (en el 12), completamente solo en boca de gol tras centro de Jona, enviase fuera uno de esos remates que él siempre suele poner dentro. Con todo  favor cerca del arquero, aunque un poco escorado, mandaba el esférico al lateral de la red.

 

Más clara todavía era la siguiente oportunidad (minuto 16), cuando Nando sacaba en línea de gol un remate con la punta de la bota de Jona. La jugada continuaba y tanto jugadores como aficionados locales reclamaban penalti por una supuesta mano de un defensor.

 

No daban con la tecla los hombres de Claudio, que después del arreón inicial se enredaban en imprecisiones ante un rival acomodado en su terreno. Apretaban en la recta final del primer acto en busca de un gol de efectos balsámico que no terminaba de llegar. Los amarillos habían dejado escapar sus mejores ocasiones no sin antes reclamar un nuevo penalti por otra mano dentro del área (minuto 42). El descanso irrumpía con el marcador intacto poco después de que Garrido se tuviese que marchar lesionado, sustituido por Nacho Navarrete. Los méritos acumulados por los locales se habían quedado en nada frente a un Melilla protector eficaz de su área aunque incapaz de inquietar los dominios de Aulestia.

 

Todo estaba por resolver en la segunda mitad. El Cádiz estaba obligado a apretar aún más porque no era cuestión de dejar escapar puntos de casa a estas alturas de la temporada. El partido se movía en los parámetros que más interesaba a los visitantes, dispuestos a firmar el empate desde el pitido inicial, pero los gaditanos no habían dicho la última palabra.

 

Claudio movía a sus hombres en ataque y Airam se escoraba a la derecha para moverse Juan Villar por el centro. El arranque se la segunda se asemejaba al de la primera, con una clara ocasión del onubense (minuto 51) que no acababa en gol gracias al acierto de Álvaro, que despejaba el duro lanzamiento del atacante. De nuevo aparecía el 7 del Cádiz (en el 54) para dibujar una vaselina lejana ante la salida en falso del cancerbero que se perdía por poco por encima de larguero.

 

El dominio de los gaditanos era abrumador. Se lanzaban a tumba a abierta a por el triunfio y acorralaban al adversario, pero el gol no llegaba ni por asomo. Imposible si se fallan ocasiones tan claras. Los amarillos tiraban del imaginario catálogo del mal remate porque todo lo bien que hacían para fabricar las jugadas lo estropeaban a la hora de meter la pelota dentro de la portería, que es lo que al final cuenta. 

 

El balón paseaba de manera continua por el área melillense sin mayor novedad. En el 57, Nando taponaba el disparo de Jona dentro del área, cuatro minutos antes de que Chota, recién ingresado, sacara de cabeza un remate de Jona camino de la portería con el arquero ya superado.

 

En el 63, otra vaselina, esta vez de Jona, rozaba el palo cuando en la grada se cantaba gol. No había manera, ni cuando Airam, cinco minutos más tarde, solo en el segundo palo, remataba fuera con la bota izquierda con todo a su favor para marcar. Tanto error en la definición condenaba a los locales a un sufrido final de encuentro. La sombra del empate se agigantaba por momentos. Navarrete se unía a la tentativa con un misil raso que rozaba el poste en el 75, justo un minuto antes de la jugada clave del partido que inclinaba por fin la balanza a favor de los anfitriones. Juan Villar se internaba dentro del área y era derribado por Richi. El árbitro decretaba penalti y Jona se encargaba de transformar la pena máxima no sin suspense porque el balón entraba en la portería después de que tocara el guardameta. El gol subía al marcador con la misma incertidumbre con la se había desarrollado el partido.

 

El malagueño elevaba a 16 su cuenta anotadora y guiaba el triunfo del líder, que no sólo no sufría para sumar los tres puntos sin que además ampliaba la ventaja con un golazo de libre directo firmado por Kike Márquez.

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios