La Roda-Cádiz

Vendaval tras el descanso (0-2)

  • El conjunto gaditano desata la tormenta perfecta en la segunda parte para pasar por encima de un combativo rival y llevarse una valiosa victoria cocinada a fuego lento

Una segunda parte redonda le bastó al Cádiz para ganar en La Roda y seguir firme en la segunda plaza a la espera de un error del líder. En un choque de esos  típicos de Segunda B, un campo pequeño y un césped maltrecho, el conjunto gaditano supo fajarse hasta borrar del mapa al equipo manchego tras el descanso, fue muy superior y los goles de los artilleros Jona, de penalti, y Airam Cabrera inclinaron la balanza favor de una escuadra enrachada que sólo conoce la victoria en 2015. Tres de tres tras obtener, además, el cuarto triunfo a domicilio. La diferencia entre el grande y el pequeño salió a relucir después de una primera mitad equilibrada, espesa, carente de fútbol. Los rodenses llevaban tres meses sin perder en su feudo pero claudicaron ante un Cádiz metido en su papel en la parte definitiva de un encuentro que, sin embargo, estuvo vivo porque no fue hasta el alargue cuando hizo el segundo tanto.

 

Cada partido es un mundo y si Claudio Barragán había apostado contra el Jaén por Airam Cabrera, ayer dejaba al canario en el banquillo y devolvía la titularidad a Kike Márquez, inquilino de la banda izquierda mientras Fran Machado se ubicaba como mediapunta. Lo demás, como siempre en los últimos tiempos.

Los visitantes parecían controlar el juego en los habituales minutos iniciales de tanteo, pero eran los locales los que estaban a punto de marcar en el 6 merced a un derechazo desde su casa de Javilillo que se estrellaba contra el larguero. Una acción aislada que suponía, además de un susto, un claro aviso de que con poco podía hacer daño un equipo modesto pero aguerrido en su terreno, con las ideas muy claras.

 

La primera aproximación peligrosa de los gaditanos llegaba a los 15 minutos a través de una falta lanzada por Andrés Sánchez desde un costado que no encontraba rematador dentro del área. La estrategia emergía como recurso de máxima utilidad en un campo que no dejaba margen para florituras, pero no había acierto en el balón parado pese a las numerosas oportunidades en lanzamientos de faltas laterales. El partido era igual de feo que intenso, con muchos futbolistas arremolinados en pocos metros y el esférico alocado de un lado a otro.

 

Aun así, los hombres de Claudio trataban de poner criterio además de derroche físico en un choque de briega y poco fútbol. En el 19, Mantecón ponía a prueba a Montiel con un disparo lejano atrapado sin dificultades por el portero. Era el primer y único lanzamiento entre los palos del cuadro gaditano en los 45 minutos iniciales.

 

El dominio de los amarillos, ayer con camiseta negra, era absoluto. Sólo faltaba lo más difícil, el premio mayor. Justo en el ecuador del primer acto (camino del minuto 23) se producía una de esas jugadas que suelen ser consideradas como claves, y más en un encuentro en el que las ocasiones brillan por su ausencia. Fran Machado se internaba dentro del área y recibía una patada tan clara del ex cadista Diego Garrido que el penalti parecía indiscutible menos para el colegiado. Gil Coscolla hacía sonar el silbato pero para señalar falta del atacante por supuesto juego peligroso que sólo existió en la imaginación del árbitro. Penalti de libro no pitado que al Cádiz le hubiera venido de perlas para abrir la lata. Como ya es usual desde el último descenso a Segunda B, el equipo amarillo se topa con decisiones erróneas de los árbitros que le perjudican.

 

Tener el control no es garantía de éxito. De hecho, eran los anfitriones, que había renunciado a la pelota, los que disfrutaban de las mejores oportunidades, como la que tenía Javilillo al filo de la media hora cuando se quedaba solo ante Aulestia pero Josete reaccionaba a tiempo para taponar el disparo del jugador más peligroso de La Roda. Los visitantes tenían la última palabra justo antes del descanso con una volea de Kike Márquez que se escapaba junto a un palo.

 

No le quedaba otra al Cádiz que apretar en la segunda parte porque el empate no era suficiente, y menos con la victoria del líder. Los amarillos mejoraron sus prestaciones, salieron a por el partido sin el más mínimo titubeo y pasaron el rodillo por encima de su rival en una segunda parte inmaculada en la que Aulestia se convirtió en un espectador más salvo en el desesperado arreón final de La Roda. Poco después de la reanudación, en el 50, Juan Villar tenía el gol en sus botas, pero le pegaba mal a la pelota y lanza desviado cuando lo tenía todo a favor dentro del área.

 

El asedio de los gaditanos era tan asfixiante que no pasaba un minuto sin que pisaran el área contraria. En el 56, Garrido a punto estaba de rematar solo una falta lanzada por Kike Márquez. Un minuto después era el turno de Jona, mal en la definición tras un buen servicio del sanluqueño.

 

Con ese ritmo desenfrenado era imposible que no llegara el gol. Marcaba Jona en el 63, pero el tanto era anulado con acierto por un claro fuera de juego de Juan Villar, que había servido al malagueño. Claudio metía más madera con Óscar Rubio y Airam Cabrera. No había tiempo que perder. Hasta que por fin, en el 68, llegaba la jugada decisiva del encuentro. Andrés Sánchez se internaba dentro del área y era derribado por Ramón, que veía la segunda amarilla y era expulsado después del penalti señalado  por el trencilla. No estaba claro quién debía lanzarlo. ¿Jona o Airam Cabrera?. El malagueño cogía la pelota y, tras discutir con Josete -el capitan quizás defendía que debía tirarlo el canario- transformaba la pena máxima.

 

El Cádiz cobraba una justa ventaja con 20 minutos por delante en superioridad numérica. Aunque apenas pasaba apuros pese al intento de reacción de los anfitriones, tampoco terminaba de sentenciar cuando la defensa local ya presentaba más agujeros que la capa de ozono. Montiel desviaba un misil de Andrés Sánchez (minuto 79) poco antes de que Navarrete (en el 81), ya sobre el césped, no acertara a rematar en el corazón del área tras recibir del murciano. De nuevo el chileno, ya en el 90, mandaba el esférico al larguero al anticiparse al portero y tocar por alto. En la siguiente acción, Montiel rechazaba un zurdazo de Airam Cabrera, pero en la última acción del partido (en el 94), nada podía hacer el cancerbero para detener el tomahawk del tinerfeño, que se reencontraba con la felicidad del gol gracias a una volea perfecta con su pierna buena.

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