Villanovense-cádiz

Atasco inoportuno (1-0)

  • El cuadro amarillo, sin oficio ni puntería, cae ante un rival que marca a balón parado estando en inferioridad numérica Los gaditanos no traducen en gol su dominio y dejan escapar la oportunidad de acabar el año 2014 como líderes

Nadie esperaba una derrota en el último partido del año justo cuando el Cádiz dependía de sí mismo para marcharse de vacaciones sentado en el trono del grupo IV. Pero si el equipo amarillo no es el líder al cierre de 2014 es porque no merece tal premio. No está preparado para ello porque en un día que debía dar un paso al frente no sólo no lo hizo sino que retrocedió después de regalar un nuevo gol fuera de casa. Y eso que estuvo 36 minutos con un hombre más. No estuvo a la altura ante un rival muy inferior que, sin embargo, aprovechó su momento para sacar los colores a una conjunto gaditano que, pese a llevar el control y disponer de algunas ocasiones claras, en ningún momento supo adaptarse y no mostró la más mínima capacidad de reacción cuando se vio por debajo en el marcador. No aplicó la máxima de que cuando no se puede ganar, el empate es válido. El UCAM Murcia, que estaba tiro, se escapó vivo en la penúltima jornada de la primera vuelta. Es cierto que los gaditanos lo intentaron, pero la inoperancia fue el denominador común a la hora de definir.

 

Si el Cádiz no es capaz de afrontar un partido típico de Segunda B, le aguarda un largo sufrimiento hasta final de temporada para conseguir el objetivo. El supuesto potencial de los amarillos no apareció por ningún lado y ahora son los dirigentes los que tienen que tomar buena nota para reforzar la plantilla en el mercado de invierno si la apuesta por el ascenso es real. Claudio Barragán sufrió su primer revés liguero que rompía una dinámica positiva de tres victorias consecutivas y se topaba con la realidad que persigue al Cádiz desde el comienzo del curso. 

 

El preparador cadista apostaba de salida por Josete en lugar de Arregi y se decantaba por delanteros puros en ataque, con Airam y Jona como estiletes en una clara declaración de intenciones. El Cádiz tenía que ganar para auparse al liderato y el técnico no se andaba por rodeos, sacaba toda la artillería pesada.

Avisaban los amarillos a los 3 minutos cuando Juan Villar, tras romper el fuera de juego después de un córner, servía solo dentro del área y el balón se paseaba delante de la portería sin encontrar aliado. El guión se ceñía a lo esperado desde el pitido inicial. El Cádiz controlaba la situación, presionaba arriba, tocaba la pelota cuando debía y recurría a centros al interior del área cuando no era posible jugar en un terreno de pequeñas dimensiones con un tapete irregular. Pero si no hay acierto lo demás sobra. Los locales lo tenían muy claro: esperaban atrás y se encomendaban a la estrategia y a los balones largos a la espera de que sonara la flauta.

 

Todo el peso del partido recaía sobre los visitantes, que apretaban en busca de un gol tempranero que a punto estaban de conseguir al filo del cuarto de hora, cuando Fuentes salía ganador de un mano a mano con Kike Márquez tras una falta sacada con rapidez por Airam Cabrera, que había dejado solo al sanluqueño delante del portero. Una buena oportunidad reflejo del dominio del aspirante a líder en un encuentro de mucho contacto físico, con numerosas interrupciones por faltas para uno y otro bando. Las jugadas a balón parado florecían en las dos áreas como principal recurso ofensivo, sobre todo de los anfitriones. Los extremeños se las ingeniaban para contener las acometidas de los gaditanos, que no encontraban el ritmo adecuado. Un buen centro de Kike Márquez (en el  24) a punto estaba de rematarlo solo Juan Villar, pero un defensa despejaba a lo justo. De nuevo aparecía el onubense (en el 28) con un derechazo lejano que Fuentes desviaba con apuros después de botar el esférico en el césped.

 

Las fuerzas se habían equilibrado. Los locales empezaban a sentirse cómodos, se aproximaban al área contraria aunque no llegaban poner el esférico en dirección a portería en toda la primera parte. En una de las escasas internadas en el área, en el minuto 36, José Ángel protagonizaba un piscinazo tan descarado que el colegiado no dudaba en mostrarle la tarjeta amarilla. Era la segunda para el jugador, que se marchaba al vestuario y dejaba al Cádiz en superioridad numérica. Dos amonestaciones absurdas se ganaba el extremo del cuadro local, una por no dejar sacar a Aulestia y otra por tirarse dentro del área. Y ello ante un árbitro propenso a sacar tarjetas que poco tenían que ver con la Navidad. Media docena de cartulinas mostraba Escudero Marín en el primer acto.

No aprovechaban los amarillos la nueva situación. Todo lo contrario. Eran los verderones los que seguían colgando balones al área, aunque sin ningún peligro. Un flojo remate de Juan Villar tras una falta era la única señal echaba el cierre a los 45 minutos iniciales.

 

Los amarillos salían con bríos en la reanudación, per se habían dejado la puntería en el vestuario. En el 48, Kike Márquez disparaba alto desde el corazón del área tras una falta en una clara ocasión tras el lanzamiento de una falta. Poco después (en el  54) era Josete el que disfrutaba de una opción similar, pero su zurdazo, que esta vez sin llevaba buena dirección, se topaba con un defensa. No había manera de abrir la lata y Claudio daba entrada a Navarrete por Mantecón con más media hora de juego para el final. El chileno se colocaba como falso lateral derecho, con poco trabajo defensivo ante un rival con uno menos y entregado a labores de destrucción en su campo.

 

El Cádiz no era capaz de sacar jugo a su superioridad y en cambio eran los locales los que exprimían al máximo sus virtudes. Un lanzamiento de Anxo desde la frontal del área rebotaba en un defensa y la pelota se marchaba a córner. De ese saque de esquina, en el 61, nacía el tanto del Villanovense. Jairo ponía el balón al primer palo y allí se elevaba por encima de todos Javi Sánchez para cabecear y dejar solo a Carlos Fernández, que empujaba a placer en la línea de gol.

El tanto llegaba en una acción aislada de los anfitriones, a los que les bastaba un sola ocasión clara para cobrar ventaja con la complicidad de la defensa y el cancerbero cadista. Media hora tenían los amarillos para dar la vuelta a la tortilla o al menos evitar una derrota que no entraba en los planes de ningún cadista. Jona tenía el empate en sus botas en el minuto 70, aunque ayer no era su día. Remataba a bocajarro y Trinidad evitaba el gol en línea de gol. No sólo se escapaba el empate. Para colmo de males, Airam Cabrera veía la segunda cartulina al interpretar el árbitro que había tocado el balón y era expulsado en el 72. La media hora larga de superioridad numérica de los amarillos no había sido nada fructífera y ahora tenía que buscar la igualada con los mismos efectivos que el rival. Pero nada. El Cádiz se enredaba en un quiero y no puedo, sin reacción ni capacidad para superar la férrea  defensa del Villanovense. Ni con el aderezo de Migue García y Fran Machado, ni volcado en ataque con sólo dos defensas.

 

El tiempo no corría, volaba, sin más novedad que un asedio infructuoso de los amarillos, fuera de cobertura cuando más tenían que dar la talla. El liderato se volvía imposible y el consuelo del empate tampoco llegaba pese al disparo desviado a Fran Machado en el alargue.

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