Un delantero se alimenta a base de goles y cuando no los hace, empiezan la comeduras de coco. Airam Cabrera pasó un mal trago el pasado domingo cuando veía cómo se escapaba una ocasión tras otras hasta que al final pudo calmar su hambre con el tercer tanto de la escuadra gaditana. Antes tuvo que pasar por el mal trance de fallar un penalti. Mandó la pelota al cielo de Cádiz -no tan alto como el famoso de Sergio Ramos ante el Bayern Munich- aunque eligió bien el día para no acertar porque el Cádiz no tuvo la más mínima dificultad para solventar con solvencia el compromiso contra el Lucena.

Es el primer penalti que desperdicia el canario como integrante del conjunto amarillo. Antes de fallar el que tiró el pasado domingo, había marcado los diez anteriores lanzamientos desde los 11 metros entre la pasada temporada y la actual. Ocho penas máximas ejecutó el curso anterior con un cien por cien de efectividad. Ocho de ocho. Batió a los porteros del Écija, Albacete, Balona, Lucena, de nuevo Albacete, Córdoba B, Granada B y La Roda.

En el ejercicio 2014/15 había iniciado con buen pie los penaltis decretados a favor del Cádiz. Marcó en la jornada inicial el señalado en el encuentro contra el Betis B, y no desperdició el disparo desde el punto fatídico en el choque contra el Cacereño. Hasta que llegó el día que le tocó fallar. Porque esto es un juego y el error forma parte del fútbol. Diez de once es el balance provisional, porque llegarán más penaltis a favor de un equipo de vocación ofensiva que pisa al área contraria con frecuencia. No es un mal porcentaje para el jugador, que a buen seguro el fallo le servirá para intentar que la próxima vez sí introduzca el balón en la portería.