La campaña por la lucha contra el cáncer de mama se convirtió ayer en la 'campaña' contra Calderón. Medio estadio de rosa gritando contra el técnico antes y después del segundo gol, y al acabar el encuentro. Demasiada predisposición o demasiado enfado por la segunda parte del conjunto rosa. "Calderón, dimisión", el grito de la 'guerra' grada-campo.

Más público que de costumbre en el feudo cadista con motivo de la unificación de precios en las entradas, a seis euros cada una, y un calor propio de hace un mes. Quique Pina, presidente del Granada, fue testigo del día en que Carranza se tiñó de rosa, un rosa chillón. Incluso a él y a Vizcaíno le llegaron algunos 'mensajes' de seguidores cuando abandonaban el campo.

La gente se animó con la primera media hora; un córner tras otro, ocasiones y dos balones en los palos. Pero para palo, el del Cacereño, que desde más de 50 metros firmó un gol antológico que difícilmente vuelva a repetir Plata en su carrera profesional. Chapó por la afición local, que aplaudió el tanto como si fuera suyo antes de empezar el recital de pitos hacia los que ayer vestían de rosa.

La segunda parte fue un calvario para que el que paga su abono o la entrada y para el que acude invitado. Infumable todo. Y la gente sacó el 'hacha' para apuntar al cuello del entrenador pidiendo a gritos su dimisión. Ni el gol de Migue García, que era el 2-1, ni la piña humana ante el banquillo local frenaron la ira de buena parte de la masa social, que ayer abandonó el campo muy enfadada mientras guardaba las 'pistolas' para la próxima ocasión.