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Una plantilla sobrevalorada

  • Los jugadores no están a la altura de la historia del club y protagonizan un pobre inicio de temporada que deja en mal lugar el supuesto potencial de un equipo que no da la talla

El negativo arranque de temporada empieza a impacientar a una afición cansada de acumular desengaños año tras año. La exigencia es máxima y el Cádiz no termina de carburar, los resultados se suceden de manera ajustada con marcadores que hacen perder más puntos de la cuenta y la presión va en aumento con el paso de las semanas. El inicio no ha sido bueno pero tiempo hay de sobra para enderezar el rumbo en las 32 jornadas venideras, un margen más que suficiente para que el conjunto amarillo pueda regresar al lugar que le corresponde, se mueva en las alturas y recuerde la 12ª posición en la que se halla en la actualidad como un mal sueño pasajero.

El universo futbolístico otorgaba en verano al Cádiz el papel de principal favorito del grupo IV de Segunda División B. La coincidencia general era que el equipo amarillo disponía de una plantilla de superior categoría que estaba llamada a dominar con autoridad por el potencial que atesora. Llegaron jugadores procedentes de la división de plata -Óscar Rubio (Alavés), Servando, Juanma Espinosa, Fran Machado y Jona (Jaén), Arregi (Éibar)...-, incluso uno con pasado reciente en Primera: Sergio Mantecón (Elche). Se unieron a otros que ya estaban (Juan Villar, Airam Cabrera...) y con esa nómina de futbolistas todos los pronósticos eran favorables a los amarillos.

La pretemporada fue intensa, con numerosos partidos amistosos, una concentración de cinco días en el hotel Montecastillo de Jerez y la buena sensación que dejó en la semifinal del Trofeo Carranza frente al Atlético de Madrid. Todo parecía encaminado a un comienzo con las pilas cargadas. De hecho, el Cádiz abrió el telón de la Liga con una victoria -además de los dos triunfos que le mantienen con vida en la Copa del Rey-, la única contabilizada hasta ahora en el torneo de la regularidad. Después llegaron cuatro empates seguidos y la primera derrota, la que abre el melón de las dudas. ¿Es de verdad tan buena la plantilla cadista? La teoría dice que sí pero la práctica, hasta el momento, se empeña en llevar la contraria. Los resultados no mienten y los cinco partidos seguidos sin ganar dejan al equipo en mal lugar.

Más allá de que las críticas recaigan sobre el entrenador, el responsable del equipo y además la parte por donde siempre se rompe la cuerda, los que ganan, empatan y pierden son los jugadores. Ellos son los protagonistas del juego y hasta la fecha, salvo contadas excepciones, la mayoría no ha dado la talla. No traducen en hechos el potencial que se les presupone. Tomás y Garrido son los únicos que se salvan de la quema en líneas generales. Alguno no se esconde y el propio Juanma Espinosa hacía autocrítica hace menos de una semana al reconocer sin tapujos que no ha encontrado su mejor nivel. Otros todavía no han ofrecido una versión mínima de lo que pueden llegar a dar, como son los casos de Fran Machado, o el delantero Jona, con el inconveniente de haber estado con la selección de Honduras. Mantecón no despliega el juego acorde con le categoría de la que procede. Migue García no termina de arrancar. Juan Villar anda peleado con el mundo. A Airam Cabrera no le llegan suficientes balones. La defensa no parece mejor que la de la última temporada, y hubo tiempo de sobra para confeccionar una zaga de garantías... Ellos son los que tienen el deber de sacar el Cádiz adelante, demostrar compromiso, sacar lo mejor de sí mismo y llevar el equipo arriba.

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