Cádiz CF

El árbitro no recoge en el acta el pésimo estado del césped

  • La disputa del duelo en el horrible terreno del Municipal marbellí, reflejo de la Segunda B

Poner a dos equipos sobre un terreno impracticable como el del Municipal de Marbella elimina de inmediato el verbo jugar y aniquila por completo ese deporte llamado fútbol que en teoría debe practicarse en una superficie con unas mínimas condiciones para garantizar el desarrollo de un espectáculo que cuesta dinero y la seguridad de los futbolistas, que se juegan su fisico porque se emplean al cien por cien.

En el patatal en el que se ha convertido el estadio del Marbella es imposible practicar la noble deporte del balompié. No debe de servir excusa porque los dos equipos que aceptan sin miramientos jugar en un campo de ese estado sufren las mismas dificultades desde el primer hasta el último minuto. No se trata de si beneficia a uno u otro, sino de que no se puede jugar en un terreno cuyo mal estado refleja lo poco cuidada que está la segunda División B, categoría en la que vale cualquier campo para programar un partido.

En el campo del Marbella había más arena que césped hasta el punto de que por momentos llegó a parecer más un partido de fútbol playa que de fútbol. Imposible dar un pase, imposible centrar a no ser que que fuera en una acción a balón parado. Alguno de los protagonistas llegó a decir que en la playa quizás se podía jugar mejor. Ni en el otrora Complejo de la Barriada de la Paz se jugaba tan mal como el pasadomingo en el Municipal marbellí.

No deja de ser curioso que nadie se quedó de manera oficial del lamentable estado que presenta el terreno de juego donde ejerce de local el conjunto costasoleño. Todos hicieron la vista gorda. El Cádiz, quizás por no crearse enemistades, no se opuso a la disputa del partido y el árbitro, el colegiado Ramón Arias Madrid, permitió el desarrollo del choque y ni siquiera se molestó en reflejar en el acta del partido las horrible condiciones del tapete. De hecho, en el apartado de Deficiencias observadas en el terreno de juego, el responsable de la dirección del encuentro se limitaba a señalar de manera literal que "ninguna". Es decir, para el árbitro el terreno estaba en condiciones aceptables para la práctica del fútbol.

Lo que sí refleja Arias en el acta es que en el minuto 63 comunicó al delegado de campo que prescindiera de los recogepelotas "ante la ineficacia en la devolución del balón una vez que salía del terreno de juego". Al Cádiz le molestó mucho que no se devolviera la pelota con celeridad cada vez que salía del campo, protestó y el árbitro decidió la retirada de los recogepelotas.

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