Bicentenario

Hora de recomponer los espacios

  • Ahora habrá que definir los usos de San Sebastián, los depósitos o la Cárcel Real

La celebración del Bicentenario ha tenido -y tendrá en estos meses que restan hasta el cierre de la efemérides - diversos espacios que han sido fundamentales para el desarrollo de los diferentes actos y que casi en exclusiva se han reconvertido para ser usados a lo largo de 2012. Por tanto, cuando el año está a punto de expirar y los actos van llegando a su fin, ha llegado la hora de recomponer esos espacios. De redefinir el uso y el aprovechamiento que pueden tener a partir de ahora.

Este recorrido por los equipamientos del Doce puede empezar por la pieza clave de la celebración: el Oratorio de San Felipe. En principio, el templo de la calle Santa Inés no modificará en prácticamente nada la utilidad que ha tenido desde que reabrió sus puertas tras la rehabilitación integral. Pero a partir del 1 de enero, la gestión del edificio vuelve a mano de la Iglesia. Por tanto, la única duda radica en ver cómo el Obispado consigue administrar una iglesia de la que se quiere potenciar su valor cultural como lugar expositivo y como centro de actos y reuniones como las celebradas a lo largo de este año, a la vez que otorga a la misma un culto más asiduo que el actual.

El otro equipamiento que estaba llamado a ser referente del Bicentenario y que se ha convertido en el gran fracaso de esta efemérides es el Castillo de San Sebastián. Después de una inversión fuerte pero del todo insuficiente a la prevista, este edificio se ha limitado a dos conciertos (Calle 13 y Bunbury) y a unos días de puertas abiertas. Al igual que en el caso del Oratorio, el 31 de diciembre su gestión debe pasar a otras manos, pero el problema en este caso es que aún no se ha definido quién se hará cargo del castillo a partir del 1 de enero. Ayuntamiento, Consorcio y Ministerio de Medio Ambiente deben llegar a un acuerdo en este sentido, que pasa previsiblemente por la creación de un ente propio para la antigua fortaleza, que además de esto seguirá pendiente de culminar el proceso de rehabilitación y, por supuesto, de definir el contenido que puede albergar y el uso que puede tener de ahora en adelante.

Otro edificio de la ciudad vinculado estrechamente al Bicentenario ha sido la antigua Cárcel Real, la denominada Casa de Iberoamérica. Allí se han desarrollado diferentes exposiciones de calado y algunos encuentros y reuniones destacadas. Ahora, con la finalización del Bicentenario -y el previsible desmantelamiento de la concejalía de Cádiz 2012- habrá que articular cómo ese edificio puede seguir siendo la Casa de Iberoamérica. O, en su defecto, dotarle de un nuevo uso, ya sea cultural o administrativo.

Y por último, se podría citar en este recorrido los depósitos de tabacos de Loreto. Hace años esta fue una gran apuesta municipal por llevar el Bicentenario a extramuros, proyectando convertir estos depósitos en un gran centro cultural. El retraso en la aprobación del PGOU, principalmente, ha impedido finalmente que este espacio tenga utilidad alguna en el Bicentenario. Pero ya forman parte del patrimonio de la ciudad, y por tanto también habrá que discernir qué se habilita allí. En este sentido, el uso cultural que estaba previsto de cara al Doce puede saturar la ciudad de este tipo de equipamientos, teniendo en cuenta el amplio entramado que a esta rama se está configurando en los últimos años (Centro Reina Sofía, ECCO, Casa de Iberoamérica...) y lo que todavía está previsto en los planes municipales (como por ejemplo las bóvedas de San Carlos, que también se quieren vincular de alguna forma a la Cultura), lo que podría dar lugar a un espacio enorme que no estuviera del todo aprovechado por falta de contenido.

Por tanto, la ciudad tiene por delante un interesante reto para 2013: buscar el mejor aprovechamiento y explotación de esos equipamientos que en su día se fijaron como centrales para la celebración del Doce.

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