Vivienda Casco Histórico

El hundimiento en Santo Domingo pudo tener peores consecuencias

  • Dos familiares de una inquilina caminaron por la azotea poco antes del derrumbe

Ruth y Vanesa, hermana y cuñada de la inquilina del segundo piso del edificio siniestrado en Santo Domingo, pasaban unas tranquilas vacaciones en la ciudad. Pensaban estar tres semanas aquí, pero sus vacaciones acababan en la madrugada del martes.

Las dos se encontraban viendo Matrimonio Compulsivo, en el salón de la hermana de una de ellas. La película aún no había terminado cuando empezaron a oír ruidos sobre el techo: "Parecía que estaban saltando, y acto seguido sonaba como arenilla", comenta una de ellas. La situación empezó a preocuparlas y llamaron a María, la inquilina de la vivienda. Ésta acababa de salir de trabajar y se encontraba en el bar de su hermano. Una vez en la casa, decidieron las dos hermanas subir a observar si algún animal podía estar causando los ruidos. Caminaron por la azotea y con la luz del móvil intentaban apreciar algún movimiento, pero nada llamó su atención. Para nada sospechaban lo que estaba a punto de ocurrir: "la azotea presentaba una buena imagen, acababan de darle caucho hace dos meses, pero sólo era apariencia por lo que veo", relataba Ruth.

Bajaron para continuar viendo la película, pero Vanesa no estaba tranquila, no se fiaba de los ruidos que había escuchado. María había soportado fuertes lluvias "si esto no se ha caído en invierno, no se va a caer ahora" , decía. Hace años se había desprendido la escayola "como mucho, ponte un casco" bromeaban con su cuñada para tranquilizarla. A pesar de todo, el temor de Vanesa seguía imperando y las tres se marcharon a la cama. Tumbada, Ruth no podía dormir, pensaba en los ruidos, y el calor tampoco acompañaba, por lo que se mantuvo despierta. "Treinta segundos antes del desplome, la perra se despertó y se pego a mí" comentaba. De repente un fuerte estruendo rompió en la vivienda. "Con una mano cogí a la perra y con otra empujé a mi cuñada, que se sobrevino, contra la pared".

Fue María la que tuvo que salir de la otra habitación para comprobar que efectivamente se podían ver las estrellas desde el salón. Inmediatamente recogieron algunas cosas mientras que bajaron a avisar a la vecina del piso inferior. Utilizaron su teléfono inalámbrico para llamar a los bomberos, que se personaron de inmediato.

Salieron a la calle, y los bomberos inspeccionaron la vivienda. De entre los escombros sacaron algunos objetos necesarios como las llaves de un vehículo.

La policía les indicaba a las 3:45 de la mañana que podían pasar la noche en la pensión Cádiz. Se pusieron en marcha, aunque no conocían dónde se encontraba, ni les dieron ninguna indicación. Una vez allí, el dueño de la pensión, relatan, con malos modos, les advirtió de que la policía había dicho que no se quedasen allí. Éstas llamaron a la policía, quien mando una patrulla, y se marcharon al paseo de Canalejas, donde pasaron el resto de la noche tras recibir una llamada de los agentes confirmando que no contestaban en la pensión y que no podían hacer nada más por ellas. La noche se hacía más larga. Con dos chaquetas para tres personas tuvieron que compartirlas para no pasar frío, mientras que charlaban con unos basureros contándoles lo ocurrido. A las ocho de la mañana se trasladaron de nuevo al lugar del siniestro para esperar a los técnicos, que junto con los bomberos se presentaron a las diez de la mañana para realizar la inspección técnica.

La propietaria del inmueble, que se encuentra de viaje, ha llamado al seguro, que no se presentó a la hora de la inspección y no pudo hacer el peritaje. "Ella no ha mostrado nada de interés por lo que ha pasado, no ha vuelto a llamar" comentaba María que tuvo que volver al siguiente día a su lugar de trabajo.

Ayer, las tres chicas acudían a los Servicios Sociales, que les prometieron ayudarlas en la medida de lo posible. Mientras tanto la concejala de Juventud, Carmen Sánchez, se ha preocupado por el estado de las tres, aunque desconocía que habían pasado la noche en un banco frente al puerto.

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