Cádiz

El obispo propone crear un fondo de solidaridad con los parados

  • Monseñor Antonio Ceballos llama en su carta pastoral del Primero de Mayo a interpelar la responsabilidad de los que pueden crear empleo y no lo hacen

El obispo diocesano Antonio Ceballos llama en su carta pastoral del Primero de Mayo a promover un fondo de solidaridad económica y compromiso con los parados y pide la colaboración generosa en esta tarea común de concienciación, de participación social y de solidaridad económica con los desempleados, "convencido de cumplir así una ineludible responsabilidad como pastor de todos los miembros de nuestra comunidad, pero con especial preferencia por los más necesitados".

En su carta con motivo de la festividad de San José Obrero y Día de los Trabajadores, que el prelado afirma que escribe "con gran dolor, temor y temblor", se hace eco de la gravísima situación, necesidades y angustias de los que no tienen trabajo y de sus familias, a los que transmite sus sinceros sentimientos de fraterna sensibilidad y solidaridad.

Monseñor Ceballos señala que la Iglesia Diocesana tampoco puede permanecer ajena a ese gran problema y que comprueba con satisfacción que a través de las parroquias, de Cáritas y de la Pastoral Obrera se va prestando generosas ayuda a muchas familias en paro estas atenciones "que se revelan a todas luces insuficientes".

Al respecto destaca que la cruda realidad es que el número de parados es cada vez mayor y cita que los datos oficiales, a fecha del pasado 10 de marzo, eran que el paro registrado en la provincia ascendía a 172.221 personas, de ellas 96.357 pertenecientes a la diócesis de Cádiz, a los que hay que añadir los cerca de 10.000 parados existentes en Ceuta.

"Estos son las oficialmente admitidas en las estadísticas, pero sabemos de muchas más que no están comprendidas en esas cifras y que son parados en cursos de formación. El drama humano es grandes, porque en el trabajo la persona encuentra no sólo la manera de subsistir, sino también es la forma más directa de expresar la dignidad de la personas desde un punto de vista individual y social".

El obispo, tras referirse a su reciente entrevista con el Colectivo de Parados de Cádiz 2010, resalta en su carta pastoral que : "Considero que debemos cumplir nuestro deber de llamar, una vez más, a la solidaridad y a despertar las conciencias para que la larga duración de la crisis económica y del paro no produzcan un estado de insensibilidad. Debemos interpelar la responsabilidad de los que pueden crear empleo y no lo hacen. Hay que estimular, desde motivaciones humanas y cristianas, a invertir y a ayudar directamente a los más débiles. Es verdad que la situación actual es global y difícil, pero resignarse a que una parte de la humanidad carezca de manera crónica de trabajo, sería aceptar pro gramáticamente la deshumanización de parte de la sociedad. El trabajo humaniza al hombre, como no recordó el Papa Juan Pablo II en su Encíclica Laborem exercens (1981) y la carencia de trabajo degrada a la persona", afirma el prelado.

Más adelante, tras reconocer que la solución de la crisis económica y del paro en concreto supera en mucho las posibilidades reales de la Iglesia diocesana, alude a su convencimiento de que se puede hacer algo más.

En ese sentido señala que se trataría de promover una adecuada toma de conciencia, principalmente por parte de la comunidad cristiana, con respecto al paro y sus implicaciones, que lleven a una actitud correcta de identificación y de solidaridad evangélicas, tareas que encarga a los secretariados diocesanos de Pastoral Obrera, Justicia y Paz y Migraciones, entre otros.

Luego destaca que el paro es el problema económico número uno de la sociedad, "pero es también síntoma de una profunda crisis de dimensión ética, de una crisis de solidaridad, y sería grave que consideremos inevitable o imposible superar esta situación".

Monseñor Ceballos hace también una llamada a la esperanza, afirmando que "la larga duración de la crisis económica y de paro puede generar desesperanza y desencanto; los cristianos, en esta sociedad, tenemos la responsabilidad moral de ser germen y testigos de esperanza" y, finalmente, cita la declaración de la Comisión Episcopal de Pastoral Social "Crisis económica y responsabilidad moral" (1984), que dice: "La esperanza de los criterios nace, en primer lugar, de saber que el Señor está siempre obrando con nosotros en el mundo, y en segundo lugar que también otros hombres colaborar en acciones convergentes de justicia y de paz, porque bajo cualquier aparente indiferencia existe en el corazón de todo hombre una voluntad de vida fraterna y una sed de justicia y de paz que es necesario satisfacer".

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