Cádiz

"Está claro que la gran mayoría de los trabajadores no nos votó nunca"

  • El político cordobés defiende la obligación de los dirigentes de sacar adelante sus principios, incluso si hay que llevar la contraria al pueblo, al que "llegan también pequeñas corrupciones"

Julio Anguita aparenta buen estado físico y demuestra que conserva la forma mental, mientras se toma un café ante el periodista. Hace tiempo, él comentó que ansiaba retirarse, ya de mayor, a un cortijo en medio del campo. Ahora confirma que sigue siendo hombre practicante del beatus ille rural y que compagina la actividad política en el PCE con su afición campestre.

-¿Mira ahora a Izquierda Unida y ve un erial?

-Izquierda Unida es ahora una pequeña manchita en un campo por labrar. Se encuentra en una situación muy difícil. La caída libre en que se había precipitado antes de la última asamblea parece que se ha parado. Digo parece, pero no depende de la labor de un hombre como Cayo Lara, de una honestidad política y personal sin tacha, sino de que toda la organización y sus dirigentes se den cuenta de que deben clarificar la línea política que lleven.

-¿Y la culpa de que IU no sea más que una manchita de quién es?

-No me gusta hablar de culpa y sí de procesos políticos. IU surgió como una alternativa total de la izquierda. No tenía ninguna familia política, y no nos fue mal. Pero empezó la historia de 'todos contra la derecha', entendiendo por derecha el PP sólo por las siglas, cuando para mí es de derechas el que hace política de derechas, como la que hace ahora el PSOE. Eso creó una agrupación de votos, que estamos pagando ahora.

-Ése es el análisis político, pero ¿por qué los electores de izquierdas les abandonan?

-Mire usted, vamos a hablar de los electores. Yo he sido siempre muy claro: los electores también se equivocan, lo que pasa es que como demócrata digo que hay que obedecer a la mayoría. Pero los pueblos se equivocan.

-Está riñendo otra vez al pueblo, como tantas veces.

-Sí, sí. Es que yo creo que el pueblo está para reñirme a mí, pero yo también para reñir al pueblo. A mí, plantearme el cuerpo electoral como un ser impoluto y fuera de pecado, ni lo asumo ni lo acepto. Y lo tengo que decir claro: en el momento en que votáis sois responsables de vuestros votos. Yo no pido el voto por favor, sino para que hagamos una tarea. Cuando hoy se dice desde los partidos que hay que abrirse a la sociedad y hacer lo que la sociedad quiere, yo digo que lo haré si estoy de acuerdo. No puedo ir contra mis principios.

-¿Reivindica usted entonces el liderazgo moral del político?

-Reivindico la política con mayúsculas. Yo debo ser portador de un proyecto y si la gente me lo rechaza no debe votarme. Por eso, al electorado no le ha gustado muchas veces la política de izquierdas. No le gusta ¿por qué? Pues porque cuando se ataca la corrupción, usted sabe que hay miles de pequeñas corrupciones que llegan al pueblo. Y no vale con criticar al corrupto de arriba, hay que cortar también las pequeñas corrupciones. Cuando la gente dice en una taberna "hace bien en robar, yo haría lo mismo", ése es un ladrón en potencia. Esa es la dificultad de la política en estos tiempos: todo por el voto, no molestar al ciudadano... Esa sería por ejemplo, la política de Zapatero, la de Blancanieves, la de "espejito, espejito".

-¿Y sus votantes?

-Bueno, si usted analiza el voto que ha tenido Izquierda Unida se dará cuenta de algo: la inmensa mayoría de los trabajadores no nos votó nunca. Nuestro voto ha sido siempre de élite de movimiento obrero, de intelectuales, de profesionales, de cierta clase media. La inmensa mayoría del movimiento obrero vota al PSOE. Yo por eso no tengo ningún complejo, porque en cierta medida el Partido Comunista e Izquierda Unida somos los herederos de la Ilustración, de los liberales de Cádiz, que iban contra corriente.

-Lo pone usted complicado para que la izquierda consiga sus objetivos.

-Lo pongo clarísimo. Por ejemplo, nunca he dicho "votadme que yo os defiendo". Yo digo, "estaremos defendiéndoos, pero queremos veros a nuestro lado peleando; si os quedáis en casa viendo el fútbol, que pelee vuestro padre".

-Lo que yo digo: difícil lo pone.

-Bueno, pero sin embargo cuando llegamos a tener 2.600.000 votos en las elecciones europeas, era gente que se arriesgaba votando. Por ejemplo, yo digo desde siempre que el mercado libre no existe, que es una mentira.

-Ahora ni el capitalismo cree en el mercado libre.

-¡Ya lo sé! pero si yo sabía lo que decía. Lo que pasa es que lo que yo digo se ve cuando pasan cinco o seis años.

-¿Se siente usted olvidado, por ejemplo celoso del protagonismo actual de Santiago Carrillo?

-Yo no me siento olvidado. Nunca me ha gustado la fama y soy bastante conocido. Yo me conformo con estar en contacto con la gente y con la realidad. Respecto a Carrillo, merece estar en donde está por su historia... pero no tengo ningún ránking con él. Hemos tenido, eso se sabe, posiciones enfrentadas.

-Por supuesto, sigue siendo republicano.

-Es que yo no entiendo ser comunista y monárquico. Eso son contradicciones que algunos dirigentes tendrán que explicar.

-¿Y qué hacemos con el Rey?

-Yo, que fui el primero que levantó la bandera republicana durante la transición, considero el problema del Rey como el último en resolver. Hay que construir la III República. El problema del Rey es como la guinda del pastel: se marchará y que viva muy bien, pero en el exilio. La construcción republicana no es estar constantemente tirándole al Rey, por mucho que no sea una persona ejemplar ¿eh? El problema es construir republicanos, no sólo el antimonarquismo. Para mí el objetivo a batir inmediatamente no es Juan Carlos I.

-¿Qué opina entonces del caso del alcalde de Puerto Real?

-Ya lo he dicho. Muchas de las cosas que Barroso ha dicho están ya publicadas. Otra cosa es el tono en que se diga. Pero en todo caso, juzgar a una persona por el tono me parece exagerado, sobre todo cuando en la calle está Botín y están los Albertos. La justicia tiene dos varas de medir. Digamos que yo tengo otro estilo, pero ya está, esto no es una censura a nadie.

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