Ciudadanos de Cádiz

"La mejor colección que tengo es la de los buenos amigos"

  • José Mariano Gómez del Castillo es Anticuario y antiguo almacenero. "Los chicucos íbamos a las seis de la mañana a La Caleta porque a las ocho había que trabajar ya", recuerda.

LA entrevista se realiza en la trastienda del que fue el almacén que regentó durante muchos años. La conversación se va cruzando con una exposición de muchos de los objetos, documentos y fotografías históricas entre otras muchas cosas que tiene este gaditano nacido en 1946. Quizás es uno de los sitios donde se puede encontrar más historia de Cádiz. Hoy ya no es un almacén porque José Mari está jubilado desde hace años, pero allí va todos los días a cuidar toda su colección y, de vez en cuando, a tener una tertulia con amigos.

–Su padre fue un chicuco y usted también lo fue. ¿Qué le sugiere esa palabra?

–Chicuco en Cantabria es pequeño. Como los montañeses venían a Cádiz a trabajar cuando eran niños todavía se les llamaba chicucos. Yo mismo empecé a trabajar aquí cuando estaba en Bachillerato debido a que mi padre se puso enfermo y tenía que hacer los repartos. 

–Y siempre han tenido fama de ser muy trabajadores.

–Muchísimo. Dormían incluso en el lugar de trabajo. Al principio se libraba medio domingo cada cuatro o cinco semanas. Hoy en día eso es impensable. Esta era la situación de entonces. Mi mujer, que su familia era gallega, también tenía un régimen parecido en el que ellos tenían en Hospital de Mujeres con Sagasta, por lo que a veces no nos cuadraban las libranzas. Cuando llegaba el verano todos los chicucos coincidíamos en la playa de La Caleta, a la que íbamos a las seis de mañana para poder disfrutar un poco de la playa porque a las ocho había que estar metido en faena. Así hasta las doce de la noche.

–Usted dejó los estudios para trabajar aquí. ¿ Le gustaba o fue una obligación?

–A mí realmente me gustaba aunque al principio me costó trabajo. Yo estaba en el colegio de San Felipe y de pronto me vi aquí con un baby y un cesto para hacer los repartos. Mi padre me fue enseñando poco a poco el oficio porque hay que tener en cuenta que antes todo venía a granel. Después de estar varios años trabajando aquí, en el año 1972 le arrendé a mi padre el negocio y empecé a regentarlo. Lo que traté desde el principio fue traer productos de mucha calidad, algunos de ellos incluso era difícil encontrarlos en otro sitio en Cádiz.

–¿Y qué le ha quedado a usted de ese alma de chicuco heredada por su padre?

–De mi padre en el almacén recuerdo esa seriedad y formalidad que tenían los cántabros antiguos y el respeto que se le tenía siempre a las mujeres. Y en Cantabria todavía tengo a la mayoría de la familia, entre ellos a mi hermanos Gerardo.

–Los almacenes tuvieron una gran importancia en la economía gaditana pero, ¿cuándo se empezó a fastidiar todo?

–En los años 80 con la llegada de las grandes superficies. Los que nos especializamos pudimos sobrevivir. Yo lo que hice especialmente fue incrementar el trabajo en la trastienda con unas reuniones excelentes y donde venían personas de todas las clases sociales.

–Cuénteme algunos de los famosos que han estado por aquí.

–El actor Anthony Quinn estuvo aquí cuando rodó una película y me pareció una persona muy humana. Carlos Herrera también venía por aquí casi todas las semanas, José María Pemán era cliente mío, muchos políticos han venido. Aquí encontraban productos de buena calidad, con un buen lomo, jamón, anchoas y después todas las antigüedades y tertulia en muchos casos. Con el ex presidente de Portugal, Mario Soares también he tenido relación porque él se dedica a coleccionar constituciones originales de los países y de vez en cuando tenemos contactos. También tengo que decir a veces esto se me iba de las manos porque se me llenaba muchísimo.

–Pero El Rincón de Josemari, además de la calidad de sus productos, era conocido por los objetos de colección y antigüedades que tiene aquí. 

–Yo si no hubiera tenido el almacén me hubiera gustado dedicarme de lleno al tema de las antigüedades. Siempre me ha gustado coleccionar de todo. La primera colección que hice, que tendría unos 16 años, fue de botellas y botellines. He vendido dos colecciones de botellas y hace más de una década vendí una con cerca de 6.000. Pero lo que más me gusta coleccionar son las monedas antiguas y, en especial, las que se acuñaron en Cádiz de 1810 a 1814.

–Aquí estoy viendo algunas muy especiales.

–Sí, me voy haciendo con algunas ediciones especiales. Esta por ejemplo es una de las que sirvieron para la boda de Marichalar y Elena de Borbón como se puede ver en la etiqueta. O este botellín de Delgado y Zuleta que también fue de una manzanilla que tomó el rey Alfonso XIII.

–¿El coleccionismo es adictivo?

–Sí que lo es pero yo digo siempre que la mejor colección que tengo es la de amigos.

–¿Ysabe todo lo que tiene?

–Soy asquerosamente ordenado. Siempre digo que el orden es el mejor sustituto a la falta de memoria. El problema es que sé donde está cada cosa pero no lo tengo catalogado. Sinceramente, me gustaría que estuviera todo digitalizado y hacer algún tipo de Fundación o algo así para que pudiera exponerlo.

–Usted tiene intención de traspasar este negocio. ¿Qué haría entonces con todo lo que tiene?

–Lo llevaría a una habitación al fondo, a mi casa o donde pudiera.

–La figura del anticuario a veces ha estado ligada a negocios turbios.

– Es normal porque ha habido anticuarios que no han tenido escrúpulos. Yo gracias a Dios nunca he tenido problemas.

–¿Ha habido algo que haya sido su objeto de deseo y no lo haya podido conseguir?

–Muchísimas cosas pero a veces por falta de poder adquisitivo y por otras circunstancias no las he conseguido. Yo digo que la profesión de anticuario  te concede tres placeres:cuando lo compras, cuando lo tienes y cuando lo vendes.

–Usted tiene muchos objetos y documentos relacionados con la época de la promulgación de la Constitución de 1812. ¿Trataron de ponerse en contacto con usted para que cediera temporalmente estos objetos para alguna de las exposiciones?

–Nunca. Es verdad que tengo muchas cosas porque lo que más me gusta es conseguir objetos y documentos relacionados con Cádiz. Creo que el Bicentenario tenía que haber sido algo mucho más sonado aunque reconozco que también coincidió con un mal momento económico.

–¿Y cómo ha afectado la crisis económica también a los anticuarios?

–Ha afectado mucho. Ha decaído el mercado y encima Internet ha quemado mucho porque todo el mundo anuncia cosas. Ahora además hay que tener mucho cuidado porque también hay medios técnicos y se puede envejecer cualquier cosa y te pueden dar gato por liebre. Yo trato siempre de moverme en las casas de subastas y en las colecciones familiares.

–El gusto por los almacenes, por los productos delicatessen parece que empieza a resurgir.

–Parece que sí y esto tiene su encanto.A mí me satisface que se abran nuevos negocios  y me encanta ayudar a todo el que abre una pequeña empresa y acudo allí para consumir algo.

–¿Es norma de un almacenero y de un lugar donde se hacen tertulias la discreción?

–Por supuesto. Tenga en cuenta que aquí se han hecho hasta reuniones de grupos donde se ha cerrado la tienda. No tienes más remedio que ser discreto.

–Pero alguna anécdota me podrá contar aunque no digamos el pecador.

–Un día vino un político por segunda  vez acompañado de una mujer que era distinta a la que vino otro día antes. El hombre, ni corto ni perezoso, me dijo que esa era su querida y la otra era su esposa legal.

–Hablando de matrimonio. ¿Su esposa no le ha tirado alguna vez de la oreja por tener tantos objetos?

–Para nada. Siempre ha sido un apoyo extraordinario y cuando compro algo  lo compartimos. A mí me gusta mucho mi casa. Como he estado tantos años echando muchas horas en el almacén, disfruto mucho cuando estoy en ella. Si de algo me arrepiento es de no haber pasado más tiempo con mi familia. 

–¿Ycuánta gente le ha llamado José María en su vida?

–Pues todo el mundo. Mariano sólo me llamaba una clienta y un boticario me decía Pepe Mariano.

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