i ayer por la mañana Segismundo Moret no sonrió ni desvió la mirada hacia sus escalinatas, no lo hará nunca. Bajo su broncínea estatua se formó el taco. Allí se sentaban los parroquianos de Los Pabellones para esperar a su niño, el ojito derecho (y el izquierdo) de quienes llevan años queriéndole, cuidándole y respetándole. Y el niño grande de la sonrisa enorme aparecía pasadas las doce por la calle Plocia saludando a la diestra y a la siniestra. Respondiendo, con su particular uve de la victoria, a las felicitaciones. “Se levanta tarde, como los marqueses”, se escuchaba bajo Moret. La cosa iba de títulos nobiliarios. O de nobleza en el sentido más noble de la palabra. La de Miguel Clares Ríos, el Cartero Real de la Navidad de Cádiz 2016.    

Al grito de “¡Cartero Real!” llegaba a Moret. Será casi imposible que Miguelito, presidente vitalicio de Los Pabellones, lance en la cabalgata del 5 de enero más caramelos que besos y abrazos repartió ayer. Su amigo ‘El Congui’ se frotaba el brazo mientras le decía “enhorabuena, Miguel, estaba en el Bar Brim y lo he leído en el Diario. Mira, los vellos de punta”. Le esperaban los dos Pepes que más quiere: Pepe Gómez Díaz, el de Los Pabellones, al que se refiere siempre con el nombre al completo, y José Pérez Toledo ‘Pepe el Caja’, su ídolo carnavalesco. Y más pepes: Scapachini y Martínez Prats. Otros dos ilustres de la fiesta. Los amigos –y los curiosos– se fueron sumando. Miguel estaba eufórico. Señalaba a sus amigos al grito de “¡Esto es lo que más quiero!”. La grada de pabelloneros improvisaba el ‘Ya vienen los Reyes Magos’ y el Cartero bailaba. A esto, alguien le pasó un paquete de caramelos “para ensayar”. Y Miguel los fue tirando de las dos o tres maneras que tiene pensadas para el 5 de enero. El revuelo fue de época. Clares se vino arriba y cantó un pasodoble de la comparsa ‘Nuestra Andalucía’, porque ya se sabe que en esta ciudad casi toda fiesta acaba con coplas. 

Qué mañana más bonita la de la resaca del día que eligieron a Miguel. El Cartero, muy aficionado a los toros, ‘El Niño de Moret’ según alguno, sacaba el capote para torear a los cargantes. “Miguel, han dao agua para Navidad”. No había manera de picarle. No entraba al trapo como otras veces. La felicidad lo ocupaba todo. Su hermano Antonio contemplaba, retirado, la escena, cuando la emoción subió un tono. Aparecían sus padres, Antonia y José, su hermana María José, y el hijo de ésta y sobrino de Miguel, Francisco Javier. La madre del protagonista lamentaba no tener 20 años menos para poder seguir y acompañar a Miguel en su desempeño como Cartero Real. “A esta edad nos han metido en un lío... pero bueno, todo sea por verle feliz”. Antonia señalaba que “desde chico lo han querido” mientras miraba de reojo cómo corría el champán de la botella que había llevado Rober Gómez, uno de los artífices de la campaña para proponer a Clares como candidato. Será una Navidad especial “porque él lo es”, decía con los ojos empañados quien le parió. A propósito de Miguelito se habla estos días de la integración. Su madre tiene claro que “está integrado desde pequeño porque en el barrio, en Los Pabellones, siempre lo han cuidado mucho y he estado tranquila”. “¿Cómo no va a estar integrado si hasta ha rodado una película y se desenvuelve así ante las cámaras?”, se preguntaba en alusión a su participación en el film ‘The Beautiful Cádiz’. 

La fiesta seguía. Germán García, de Onda Cádiz, otro gran amigo del Cartero, anunciaba en exclusiva que Miguel participará en un programa de radio sobre Carnaval que la emisora local emitirá en breve. Aplausos. Quedaba la foto de familia. “Señores, con la uve de victoria”. Así posaron todos. “Miguelito, convía”. Y de remate, una voz: “Con uve de ‘valde’”. La carcajada desbarató la formación. Qué mañana más bonita.