Cádiz

Mi escapada Hilda Martín Algar. El hallazgo fortuito

La profesora e investigadora Hilda Martín es es licenciada en Historia por la Universidad de Cádiz y diplomada en Teología por la Universidad Pontificia de Salamanca. Experta en el Cádiz de las Cortes, es también colaboradora habitual en Diario de Cádiz, donde ha escrito artículos entregas seriadas de corte histórico, como Las crónicas de Cádiz o Historias de náufragos, que después han visto su aparición en forma de libros.

No dudó en recomendar el que es su refugio: la localidad serrana de Algar, en plena montaña, tan alejado de lo que suelen ser sus referentes de trabajo y su imaginario académico

El mar interior "A veces hallamos los mejores lugares sin buscarlos, como si fueran ellos los que nos encontraran. Así ocurrió en mi caso -explica la historiadora respecto al que es su lugar de escapada-. Como si de tanto azul marino, escudriñando el archivo de Indias buscando historias para mi Libro de Mareas, el verde hubiera llamado a mi puerta pidiendo una oportunidad".

"Y descubrí un pequeño sitio, que incluso en su fundación prefirió el nombre de Dehesilla al de pueblo, la villa de Algar, el lugar que sin quererlo, me hizo descubrir el mar interior de Cádiz", comenta.

historia "Fundada por López de Carvajal después de un naufragio viniendo de México en 1773, Algar tiene una historia completamente distinta a la de restos de pueblos de la sierra, una historia fascinante", indica la especialista.

"Además, descubrir que la historia de Algar esta íntimamente ligada en su origen con México, confirió a mi hallazgo un halo de misterio. Como si el destino hubiera querido que después de cruzar el océano por mis hijos, tuviera tan cerca un lugar tan lleno de América".

naturaleza "Describiros este lugar es pasar del azul al verde para volver al azul del Guadalcacín en los días tibios de otoñ -continúa la historiadora-. Es presenciar desde mi rincón preferido del Tajo del Águila, las aves rapaces aventurarse hacía los canchales que coronan la sierra de las Cabras. Mirar los cortijos abandonados, los pequeños gamos que se entrecruzan camino de los Hurones, las aguas cristalinas que caen en manantiales desde el Tempul llenando de vida todo el valle. Por ello su enclave, justo en medio de dos parques naturales el de los Alcornocales y el de Grazalema , dan Algar lo mejor de ambos".

placeres sensoriales " Llegar a Algar, es pasar del azul al blanco de la calle Sol,empinada y preñada de flores. Cambiar el olor salino de mis mañanas por el del pan caliente del horno de leña que aviva las fuerzas diarias de un pueblo. Del pescado como manjar cotidiano, a la caza, supervivencia de un pueblo, corzos, venados y jabalíes, en todos y cada uno de los familiares bares de la calle Real y en el mismo Tajo", prosigue Martín,, que también cierta cualidad atemporal que se deja sentir en la localidad de la Sierra de Cádiz: "Sillones de enea a las puertas de las casas donde se habla al fresco del atardecer. Hombres sentados en la calle bajo los blancos toldos con el sonido de las fichas de domino sobre las mesas. Niños jugando sin miedo en las calles y en la plaza de la ermita, donde la virgen Guadalupana, india como la americana, bajo un campanario poblado de cigüeñas, vigila por esta gente que me ha hecho sentir algareña", concluye.

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