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Cádiz

Una nueva vida que se reinicia con un desalojo

  • Manuel Vidal abandonó ayer el piso en el que residía de alquiler tras ser embargado a su anterior propietaria

Cada desahucio supone un drama para las personas que lo sufren. Se deja una vida atrás y se tiene que partir de cero. Cada historia es diferente y lo que viene después se afronta según la manera que se tiene de ver la vida. Para Manuel Vidal, que ayer tuvo que abandonar la vivienda en la que vivía de alquiler en el número 3 de la plaza de Candelaria, su desalojo le supuso una "liberación", tal y como él calificó, aunque hasta el último momento intentó defender lo que consideraba que era derecho en un relato complejo.

Este terapeuta de profesión, aunque actualmente no ejerce al estar desarrollando un proyecto personal, vivía en un piso que hace unos cinco años fue embargado a su propietaria. A partir de ahí, cuenta Vidal que "yo seguí pagándole a ella" la renta mensual mientras que el juzgado asignó el piso a una entidad bancaria. Sin embargo, Manuel dejó de abonar el alquiler a su anterior dueña hace unos dos años al ver que el proceso judicial comenzaba a tomar forma.

Esta historia se enreda cuando Manuel apunta que "no reconozco al banco como dueño" al asegurar que en su momento pidió una nota simple en el Registro de la Propiedad y que esta vivienda "no está registrada a su nombre". A esto, suma que "a mí me la reclama la inmobiliaria -perteneciente a la entidad bancaria-, no el banco".

Con estas premisas, Vidal ha intentado frenar el lanzamiento judicial, que se le notificó el pasado 8 de abril, hasta última hora al solicitar a finales de la pasada semana al juzgado "la nulidad de las actuaciones porque hay una falta de legitimidad activa" al ser la inmobiliaria la que ha efectuado la demanda y no tener asignada la vivienda. Una petición realizada con el asesoramiento de abogados que, según Manuel, no ha sido contestada.

La última opción era conseguir una prórroga para poder estar más tiempo en este hogar, pero tampoco lo consiguió. A las 10 horas, la comisión judicial compareció en la vivienda para que se efectuara su lanzamiento. Entre los últimos intentos de negociación y el tiempo que tardó en sacar sus pertenencias más básicas, Manuel se marchó en torno al mediodía de la que hasta ayer fue su casa. Un portón blindado cerró el paso al piso.

Para intentar buscar una salida al desahucio, Manuel sólo ha solicitado ayuda cuando éste era inminente. De hecho, hasta hace un par de semanas no se puso en contacto con la Plataforma de Afectados por la Hipoteca. "Me han ayudado bastante y han estado atentos. Estoy muy agradecido a la plataforma", indica Vidal, que se acuerda especialmente del apoyo recibido por Marisa y los abogados que le han asesorado.

A la otra puerta a la que llamó Manuel fue a la de Procasa. "Fui la semana pasada. Se lo dije todo y me dijeron que iban a conectar con la abogada, pero no me iban a dar cita hasta el 13 de julio. Sólo fui una vez, di mi número y no me han llamado", comenta.

Tras dejar la vivienda, ayer consiguió Manuel que sus pertenencias se quedaran en casa de un amigo y en una zona comunitaria inmueble en el que vivía para poder recogerlas en otro momento. Ayer, encontró refugio en casa de un amigo.

A partir de hoy, su historia toma el camino que marca su filosofía de vida: "Me voy a vivir a la naturaleza, que no es lo mismo que en la calle. Me voy porque quiero y porque es lo que me apetece, porque me puedo ir a otra casa". De hecho, reconoce que el desahucio "sabía que iba a llegar", por lo que remarca que con su actuación ante el juzgado "pretendía simplemente reclamar mis derechos", a lo que añade que "si fuera la casa de un particular, sería incapaz de pedir una prórroga".

Con todo, y desde su punto de vista positivo, incide en que tras el lanzamiento "le di la mano a los policías" antes de marcharse con una sonrisa. Una "liberación" para poner el contador a cero.

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