Cádiz

Lejos del mundanal ruido

  • Varias aplicaciones se encargan de combatir el gran mal del escritor hoy día: el déficit de atención

Quizá el caso de George R.R. Martin sea el más comentado. El autor de la saga Juego de Tronos  confiesa escribir en un ordenador sin distracciones: es decir, sin acceso a Internet y con un viejo procesador WordStar en MS-DOS. Y ni siquiera este sistema ninja le ha servido para entregar a tiempo -es decir, antes de que la HBO le pille la vez- el volumen que le echará el cierre a su condensado universo. 

 

No sabemos si G.R.R. Martin tiene actualmente problemas de concentración o, por el contrario, lo que tiene es a su editor engrilletándolo al asiento, pero semejante protocolo de actuación indica que es bien consciente de las tentaciones de un enemigo que es legión, como el Maligno. Nunca ha sido tan fácil escribir como lo es hoy día: escribe cualquiera, se dice, y en gran parte esta popularización se debe al enorme salto que supusieron los modernos procesadores de texto. Pero Dios te da un don y también te da un látigo y así, a la dulce comodidad de escribir y borrar y guardar y tener un diccionario cuasi automático, se suma la tentación irresistible de todo un mundo de gatitos y memes accesible a un clic. La procrastinación tampoco estuvo nunca tan al alcance de todos. 

 

Fuera del entorno arduo pero seguro que proporcionaron galguito y olivetti, a uno sólo le queda la opción de enfundarse en algo parecido a un "isolator" (curiosa invención que ilustra este artículo, letal, como vemos, contra cualquier déficit de atención) y tirar líneas. En los tiempos modernos, los dinámicos chicos  de internet se las han arreglado para actualizar el concepto. Por ejemplo, Stayfocused (Chrome) y Leechblock (Firefox) son dos extensiones que limitan el tiempo que pases en aquellos sitios en los que sabes (lo sabes) que puedes eternizarte. O, ya con las manos en las teclas, se puede probar con yWriter, un procesador que va estructurando lo que escribes en líneas, capítulos y escenas; o con el iAWriter: el atractivo procesador diseñado por Apple que desde hace un año es compatible con Android (y ahora, además, gratuito), con diversas opciones de edición y trabajo  -sincronización a la nube, focus mode, importación y exportación de textos Word, etc-. 

 

Por existir, existen incluso aplicaciones fun-da-men-ta-les en su tontería, como coffitivity, que reproduce el ruido de fondo de una cafetería (esencial) o Qwertick y Hans Writer, que hacen lo propio con el de una máquina de escribir (más esencial  todavía).

 

Y, por supuesto, nuestra ristra de favoritos: flowstate, themostdangerouswrtitingapp o writeordie: insidiosas invenciones que se dedican a borrar lo que uno ha escrito cuando detectan una pausa en el flujo de producción. 

 

Borrar, sí. Sin piedad, sí. ¿Qué quieren que les  diga? Hay que instalarlas más.

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