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Cádiz

Prevenir antes que pagar una multa

  • Los controles sanitarios se intensifican durante el segundo fin de semana de carnaval Un bar cierra su cocina de forma preventiva para evitar sanciones.

El 'agosto' de los bares de Cádiz tiene aires invernales de febrero y sonido de carnaval. En esta historia de sacar el máximo rédito de la fiesta por antonomasia de la ciudad hay multitud de actores ocasionales buscando llenar su bolsillo, algo que no sólo es tarea exclusiva de los negocios hosteleros. Pues una buena cantidad de comercios ajenos a la hostelería aprovechan estas fechas señaladas para sacar a la calle una barra con bebidas y, si se tercia, con bocadillos. Todo apuntaba a otro año más de beneficios importantes para las arcas de los negocios locales. No es que no existan números en positivo, pero el suceso de la salmonelosis ocasionada por el restaurante Grimaldi ha dinamitado las expectativas de muchos bares por la desconfianza e histeria generalizada.

Ante esta situación inesperada, pero contemplada en los diversos protocolos de emergencia, el SAS ha intensificado durante este segundo fin de semana los controles sanitarios en los bares con la colaboración del Ayuntamiento de Cádiz. Hasta el lunes no se sabrá de manera oficial las numerosas intervenciones acometidas por los técnicos y si ha habido algún cierre.

El propietario del bar 'Antonio el del Palillo', en la calle La Palma, reconoce que, a raíz de lo acontecido la semana pasada, han retirado la tortilla de su carta de servicios. "Eran congeladas igualmente, pero decidimos retirarlas todas por precaución. Al igual que tampoco hacemos revueltos ya. No tenemos interés ninguno en jugárnosla. Aunque no me han llegado ni a pedir tortilla desde entonces", admite. La vigilancia se ha duplicado y el propietario de este local confirma que su negocio ha pasado durante el fin de semana tres revisiones: una de Sanidad, otra de Consumo y otra de Trabajo. "A los mismos hosteleros nos perjudica lo que pasó con el Grimaldi, estamos pagando por el mal trabajo de otros", aduce.

Las barras a pie de calle son el recurso más empleado para acercarse al cliente y buscar el consumo instantáneo sin pensarlo dos veces. "Por poner la barra solemos pagar entre 200 y 300 euros", mantiene el dueño de 'Antonio el del Palillo'.

La lucha contra las barras ilegales de comercios sin licencias es un tema habitual que vuelve cada carnaval. Fuentes municipales aseveran que durante el día de ayer en la barriada de Loreto dos negocios no superaron los requisitos para instalar un mostrador en la calle.

Por otra parte, el miedo ante las inspecciones ha generado consecuencias directas. Casa Fernando, también en la calle La Palma, ratifica la crudeza de los controles implementados por las autoridades. "He quitado la cocina por miedo a una multa económica", avisa. El propietario de este bar asume que su licencia es para comerciar con bebidas, chacinas y productos que no requieren de cocina. No obstante, con motivo del carnaval, Casa Fernando quiso ir más allá. Sin embargo, poco duró esta innovación para vender más, ya que como medida preventiva para evitar una costosa multa el propio bar se ha encargado de recular.

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