Ciudadanos de Cádiz

"Una sociedad sin empresas está condenada al fracaso"

  • José Ruiz Navarro. El director de la Cátedra de Emprendedores de la Universidad de Cádiz es un hombre inquieto y convencido de que la ciudad necesita liderazgos compartidos si quiere avanzar

JOSE Ruiz Navarro (Cádiz, 1947) es un hombre al que le encanta conversar y tiene un don para explicar las cosas más complicadas con una gran sencillez: "No hay nada más práctico que una buena teoría".

-Las personas somos lo que somos por lo que hemos vivido y por la gente que hemos tenido alrededor en todo ese tiempo. Usted guarda un recuerdo muy especial de su abuela.

-Por supuesto. Mi abuela paterna, que se llamaba Rosario Serrano, era maestra de escuela en Villaluenga del Rosario y la verdad es que me dio magníficos consejos. Todavía conservo un ejemplar del libro Robinson Crusoe que me regaló. Esta obra, aparte de introducirme en la lectura, me enseñó la dificultad de vivir solo frente a hacerlo en sociedad, es decir, la importancia de trabajar y crear juntos, de formar equipos. Me hizo trabajar y esforzarme pero sobre todo ser respetuoso con los demás y escuchar. Mi abuela me marcó mucho y tuvo gran influencia en mí su ejemplo y los valores que me inculcó. Mi abuelo, al que no conocí, era uno de los chicucos que vino de un pueblo de Santander y montó aquí su propio negocio, fue un emprendedor, aunque entonces esa palabra no se usaba.

-¿De ahí viene su vocación por el emprendimiento y por la creación de empresas?

-Me imagino que algo llevo en los genes, pero sobretodo lo aprendí. En el colegio que estudié, San Felipe Neri, ya me fueron inculcando un cierto inconformismo. Era un centro muy liberal para la época y me marcó mucho. Tuve profesores que me hacían pensar y sublevarme contra las injusticias. No hay que olvidar que la raíz de una persona emprendedora reside en no resignarse.

-A usted se le conoce más por su actividad en torno a la enseñanza universitaria relacionada con la creación de empresas, pero cuando salió de San Felipe eligió otra carrera.

-Quise estudiar Ingeniería Naval en Madrid pero suspendí el entonces preuniversitario, así que estudié Ingeniería Técnica aquí en Cádiz, luego empecé a trabajar en los Astilleros de Matagorda pero la verdad es que no me conformaba con eso, tenía ganas de entender mejor la sociedad en la que vivía. Así que, trabajando, empecé Filosofía y Letras y después hice la licenciatura en la Facultad de Económicas y Empresariales de Sevilla. Luego, Astilleros me mandó a Venezuela a desarrollar un sistema de control presupuestario a DIANCA y cuando volví empecé con esa labor en el astillero de Puerto Real.

-Y se cruzó por medio la política.

-En el año 1983 formé parte de la lista del PSOE a las municipales como independiente. Antes había militado en el Partido Comunista y trabajado a favor de la democracia, pero no llegué a militar en el PSOE. No obstante, me había comprometido con Carlos Díaz para llevar la Concejalía de Hacienda pero se cruzó otro Carlos, en este caso Solchaga, el ministro de Economía de Felipe González, que me propuso dirigir la ZUR (Zona de Urgente Reindustrialización en la Bahía de Cádiz), por lo que seguí en el ayuntamiento pero como concejal raso.

-¿Y cómo es el proceso que lleva a alguien que defiende el comunismo, que exalta la propiedad pública, a ser una de las referencias en la enseñanza universitaria de todo lo relacionado con la creación de empresas, que no deja de ser algo privado?

-Aquel partido, con una entonces importante corriente eurocomunista, acogió a muchos que pensamos en socialdemócrata. Sigo pensando que la excesiva acumulación de capital lleva a desigualdades injustas e insostenibles. Por eso, debe haber mecanismos reguladores que salvaguarden la igualdad de oportunidades y la cohesión social, la complementariedad entre lo público y la iniciativa privada. En ese marco, entiendo la empresa moderna como una de las innovaciones sociales más relevantes del siglo XX, impulsora de la productividad y el empleo. No creo en la empresa que beneficie exclusivamente a sus accionistas o propietarios. La empresa que defiendo es aquella que crear valor para accionistas, empleados, proveedores, clientes, administraciones, sistema educativo, medios de comunicación y otros muchos agentes sociales. Un modelo benéfico para toda la sociedad. Por eso, afirmo que una sociedad sin empresas de este tipo, sin iniciativas innovadoras en lo económico, lo social o en lo artístico, está condenada al fracaso.

-¿Y alguien que enseña a los demás a crear empresas, ha tenido la suya propia?

-Por supuesto. Cuando acabó la ZUR (1987) pedí la excedencia en Astilleros y creé una consultora de ámbito regional, algunos compañeros que están hoy conmigo en la Universidad de Cádiz, como por ejemplo Daniel Lorenzo formaron parte de ella. Tengo que decir que en seis años aprendí mucho de esa experiencia. Entretanto hice el doctorado en Málaga y terminé mi tesis sobre la industria en el área metropolitana de la Bahía de Cádiz en el contexto de Europa. Lo que había pasado en Marsella o en la parte sur del Reino Unido y otras zonas de Europa no era muy distinto de lo que ocurría aquí.

-¿Cómo llega a la universidad?

-Ya el último año de la ZUR estuve dando clases como profesor asociado en la Universidad de Cádiz. Mis hijos habían elegido otras carreras y terminaron viviendo lejos de Cádiz, por lo que dejé la consultora y me dediqué de lleno a la universidad. En Cádiz se estaba creando la nueva Facultad de Ciencias Económicas y Empresariales, había poco doctores y comencé como profesor interino. Nada más llegar logré una beca para ir a la Universidad de Purdue en Estados Unidos para investigar la innovación en las empresas maduras. Allí aprendí muchísimo, me impactó la abundancia de recursos y la buena organización de la universidad y obtuve una perspectiva empresarial más completa y actual. Cuando volví obtuve la plaza de titular de universidad y posteriormente la de catedrático en 1999.

-Y en 2007 llegó la Cátedra de Emprendedores. ¿Este es su ojito derecho?

-Ese proyecto es el resultado del trabajo de técnicos altamente cualificados como Julio Segundo Gallardo, Raúl Medina Tamayo, María José Pérez Narváez y otras personas de FUECA. A ello hay que sumar los más de veinte doctores y profesores que forman el grupo de investigación que dirijo. El núcleo básico de lo que hacemos son ellos, pero también las numerosas empresas e instituciones comprometidas con la Cátedra y lo que representa. Ahí incluyo a jóvenes empresarios, como Jorge Galindo, con actividad en San Fernando y en Seattle en Estados Unidos, o Guillermo Ruiz con una experiencia similar, Miguel Ángel Rodríguez con Titania o Víctor Infantes con Bionaturis, ejemplos de empresas innovadoras.

-¿Enseñar a emprender en Cádiz es como predicar en el desierto?

-Está claro que en la provincia de Cádiz hay un gran drama social y se observa que las altas cifras de paro están relacionadas con la escasez de ese tipo de empresas a las que antes aludía. Faltan empresas de tamaño medio. Hay grandes problemas económicos, grandes retos. Uno es la necesidad de mejorar nuestro capital humano, reducir el alto índice de fracaso escolar, aumentar el número de universitarios. Mientras que en España el 16% de la población son universitarios, en Andalucía baja al 14% y en Cádiz no pasamos del 12%. Y lo peor es que parte de los universitarios que producimos se marchan fuera, perdemos talento. Pero afortunadamente una parte de los que se quedan, o incluso vienen, están comenzando a emprender. En Andalucía, cuando empezamos en 2003 con el observatorio GEM, de las 300.000 personas creando empresas al año, solo el 22% aproximadamente lo era por universitarios. Hoy son más del 40% por lo que aumentan las probabilidades de innovar. El tiempo de las grandes fábricas no volverá. Por eso, la cuestión no es tanto encontrar empleo sino crear valor. Si no actuamos con mentalidad emprendedora, capaz de generar iniciativas innovadoras, trabajando juntos, lo vamos a pasar mal.

-¿La necesidad es una buena consejera a la hora de lanzarse a emprender?

-Antes los que emprendían por necesidad estaban entre un 15 y un 16% del total, mientras que ahora los índices están entre el 31 y el 32%, el desempleo empuja. No obstante, lo importante es actuar. Primero con pasión por el proyecto a desarrollar. Sin pasión, nada es posible en la vida. Lo segundo es compartirla, saber contagiar esa pasión a los demás. Ser capaz de hacer coincidir los intereses de los grupos sociales que conforman la empresa, de crear valor compartido. Lo tercero es la capacitación técnica, saber hacer. Y por último, aprender de los errores. Este proceso es menos difícil si se hace con formación y asesoramiento adecuado. Eso es lo que ofrecemos desde la Cátedra de Emprendedores.

-Como dijo antes, en la provincia de Cádiz ha muchos problemas que llevan a tener unas tasas de paro insostenibles. La imagen que proyectamos al exterior es más eso que las empresas innovadoras que antes nombró. ¿Cree que son buenas iniciativas como la del Consejo Social de la Universidad, la Confederación de Empresarios y la APC para tratar de mostrar una provincia distinta a la que llega fuera?

-En Cádiz hemos sido capaces de hacer muchas cosas positivas a lo largo de la historia y ahora también se están haciendo, la cuestión es intensificarlas. Comunicar nuestros logros no está mal si nos ayuda a crear robustez interna, esa creo que es la prioridad: desarrollar nuestros recursos humanos, nuestro capital social, hacer una sociedad más inclusiva, menos desigual, más culta y preparada, más innovadora y abierta, más proactiva. Olvidar eso sería mera cosmética. Para eso, hay que coordinar las acciones de la tríada universidad (sistema educativo), administraciones y empresas. Las regiones más desarrolladas son aquellas que lo logran. Tenemos que crear espacios de consenso e innovación que no abundan, la coordinación de esfuerzos es todavía manifiestamente mejorable. Algunas instituciones van por libre y pretenden ser protagonistas ignorando esa tríada. No es el caso del Consejo Social, la CEC y la APC que trabajan para lograr espacios de complicidad.

-En Cádiz se piensa más en trabajar por cuenta ajena y si puede ser de funcionario pues mejor.

-La estructura económica dominante del pasado reciente en nuestra tierra, con predominio del empleo público y en algunos grandes establecimientos, ha llevado a pensar de manera poco proactiva, a esperar las soluciones de fuera. En esto ha influido también históricamente la propiedad latifundista de la tierra en Andalucía. Al ser ajena o lejana la propiedad, las iniciativas no tenían recompensas y eso las hace decaer e influyó en la escasa cultura empresarial. En otros lugares donde la tierra ha estado más dividida sí ha dado lugar a más vitalidad empresarial, como por ejemplo en Valencia, Cataluña o en otros lugares de Europa.

-¿Fue la ZUR un gran fracaso?

- Rotundamente no, el problema fue las excesivas expectativas que se crearon. La acción de la ZUR estuvo limitada a tres años (1985-88), a un territorio y, además, con los recursos de los que dispuso no podía abordar todos los problemas de la reindustrialización de Cádiz en un contexto en progresiva desindustrialización en España y Europa. No obstante, la ZUR de la Bahía de Cádiz estuvo en el origen de los proyectos de expansión de la industria aeronáutica en nuestra región entre otras iniciativas. Desgraciadamente, la ausencia de política industrial europea limitó las políticas de reindustrialización. Soy un industrialista convencido, sin industria no hay desarrollo económico pero eso requiere la complicidad de distintos actores. En Estados Unidos tuve ocasión de observar el proteccionismo a sus astilleros. Curiosamente aquí en Europa se llevó a cabo una política más liberal que la de ellos. Los resultados son conocidos.

-Usted ha sonado en alguna ocasión como candidato a rector de la UCA. ¿Se lo planteó en serio en alguna ocasión?

-Cuando a uno sus compañeros le plantean este tipo de retos claro que se lo piensa. No obstante, por mi edad y trayectoria me veo más en otro tipo de actividad. Las oportunidades de las organizaciones complejas, llámense universidad, ayuntamientos u otras instituciones, reside, en parte, en el tipo de liderazgo. Es tiempo de liderazgos compartidos, se sea rector o alcalde. La colaboración es crucial ante la incertidumbre, es lo que intento diariamente. En ese sentido, deseo seguir aportando mi trabajo y experiencia, junto con el de mi equipo y el de otras muchas personas valiosas de la UCA, para ayudar a mejorar nuestra tierra.

-Con la actual crisis y desde hace años ha salido mucho talento desde Cádiz a otros sitios y eso ha afectado a la ciudad. ¿Cree que ha sufrido una degradación económica, social y cultural?

-Se ha perdido mucha clase media y eso inevitablemente se nota. Cádiz ha sufrido una desintegración social importante. Cada vez son menos los que siguen viviendo bien y más las familias que lo pasan mal. Se está produciendo un drama humano preocupante y ha aumentado la pobreza. Esa situación nos debe motivar a todos a trabajar mejor y más coordinadamente para conseguir una sociedad más justa y necesariamente más próspera. Todos juntos, ejerciendo el poder de la cooperación, seremos más sabios y tendremos más probabilidades de lograrlo que cualquiera de nosotros solo. Eso es lo que enseñamos desde la Cátedra de Emprendedores y desde el master oficial de la UCA, Masterup, para generar proyectos innovadores.

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