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Cádiz

El acólito del Lejano Oriente

  • El japonés Kaito Maki, alumno que cursa este año primero de Bachiller en el IES San Severiano, salió como acólito llevando el palio de respeto en la procesión del Santo Entierro

Cuando el japonés Kaito Maki aterrizó en Cádiz para cursar primero de Bachiller, seguramente tenía entre sus ideas integrarse todo lo posible en las costumbres de la ciudad para tener una experiencia vital que meter en su mochila de viaje y llevársela de vuelta a Saitama, la población de la que es originario y que se encuentra muy cerca de la capital Tokio.

Lo que quizás nunca pensó es que pasaría seis horas vestido de acólito llevando el palio de respeto en la procesión del Santo Entierro el Sábado Santo.

El que lo metió en esta historia fue José Beardo, delegado de grupo de su clase en el IES San Severiano y vecino de edificio donde está la familia que acoge a este japonés de sonrisa eterna.

Beardo es cofrade de la Oración en el Huerto y también tiene un grupo de acólitos. El Santo Entierro se puso en contacto con él para que participara con su gente en la procesión del Sábado Santo. Beardo empezó a formar el grupo y pidió también voluntarios entre sus compañeros de clase. Kaito Maki, siempre dispuesto a participar en todo, tal y como dice su tutora y profesora de inglés, Aurora Fernández, se presentó voluntario.

Maki empezó a participar en los ensayos en los que ponía mucho empeño. Lo que no quería ver ni en pintura era un cirial, "porque pesa mucho", por lo que finalmente su función fue con el palio de respeto. A pesar de todo, por si había algún tipo de problemas, Beardo comunicó la participación de Maki a la hermandad del Santo Entierro, que no puso ningún reparo.

Maki no ha tenido jamás contacto con la religión católica ni con ninguna de sus manifestaciones hasta ahora y no practica ninguna. Su familia no es religiosa, salvo su abuela, que es budista.

En el poco español con el que se expresa pero mejor que el que traía de origen, Maki dice que le gustó la experiencia pero recuerda más que fue "muy largo y muy pesado". También reconoce que la gente le miraba mucho y que todo el mundo le decía que era chino, algo que le molesta especialmente. Aurora Fernández lo dice claro: "Desde el respeto, él se mete en todo". Y buena prueba de ello ha sido vestirse de acólito.

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