Cádiz

Coplas que alimentan

  • Los más 'jartibles' disfrutan de un espléndido domingo que este año estuvo marcado por el éxito de la campaña de apoyo al Banco de Alimentos

El Carnaval Chiquito cumplió ayer fielmente con su apócrifa liturgia de coplas, un ritual sin reglas ni corsés, sin programación oficial ni horarios, donde los más jartibles apuran hasta el final para cantar o escuchar los cuplés más celebrados y los estribillos más coreados o ver los disfraces más dicharacheros e ingeniosos. El tiempo acompañó y los gaditanos y forasteros, que también hicieron acto de presencia en calles y plazas, se volcaron en número superior a otras ediciones para enterrar la fiesta hasta el próximo año. El Carnaval Chiquito, además, triunfó ayer por su carácter solidario. La convocatoria de apoyo al Banco de Alimentos fue un sonoro éxito y los voluntarios de esta organización, concentrados en la plaza de la Catedral, llenaron varias furgonetas con los kilos de alimentos que entregaron tanto los aficionados como las propias agrupaciones.

Alrededor de las once de la mañana llegaron a la plaza los voluntarios del Banco de Alimentos de Cádiz, unas 30 personas que empezaron a preparar cajas y palés para recoger alimentos y que pronto, incluso antes de que sonaran las primeras coplas, comenzaron a sentir las muestras de solidaridad de los gaditanos. En torno a las tres de la tarde, con la plaza de la Catedral en plena ebullición y con las chirigotas del Love, Vera Luque y el cuarteto del Gago turnándose para actuar, las estimaciones de los responsables del Banco de Alimentos situaban la recogida en unos 7.000 kilos de comida. Finalizada la campaña, sobre las cuatro y media, lo recaudado se podría acercar a las ocho toneladas. La cifra aumentará a buen seguro cuando se haga el recuento definitivo. De hecho, consiguieron llenar cuatro furgonetas.

Pero la solidaridad no sólo acampó ayer en la plaza de la Catedral, donde entregaron sus alimentos las agrupaciones y los ciudadanos. La chirigota callejera 'Toda la verdad sobre Pablo', por ejemplo, anunciaba en medio de su ristra de espléndidos cuplés que cantaban en un recoveco de la calle Sagasta, casi esquina a Cánovas, que el dinero que recogieran con sus libretos lo destinarían a comprar kilos de comida para el Banco de Alimentos de Cádiz.

Por lo demás, la jornada del Carnaval Chiquito concentró en las calles del centro histórico a más gente que en otras ediciones. Esa fue al menos la impresión general. No quiere decir esto que se vivieran aglomeraciones imposibles, al contrario. Tres zonas aglutinaron la mayor presencia de agrupaciones y público: la citada Catedral, la plaza de las Flores con su escalerilla de Correos -origen del Carnaval Chiquito- y con los aledaños del Mercado y, finalmente, la plaza del Palillero, donde por la tarde cantaba a pie el coro femenino 'Dios nos coja confesá' mientras otras agrupaciones se repartían por todas sus esquinas en un inmejorable ambiente.

Hubo otras calles con bastante ambiente, como en la puerta de Palacio de Recaño, en la Torre Tavira, y muchas en las que la tranquilidad fue una constante y sólo se rompió por la presencia de alguna callejera o de los romanceros, como el que explicaba en la calle Ancha, con ingenio gaditano y un ayudante de pocos años tan chiquito como el carnaval del día, cómo fueron los doce trabajos de Hércules.

Agrupaciones oficiales e ilegales volvieron a mezclar sus repertorios, sus particulares visiones de la realidad, convenientemente aumentada y deformada hasta la sátira, y el público volvió a reírse: con lo que no había escuchado o con lo que ya se sabía casi de memoria y que siempre era coreado y tarareado. Como ocurrió con la chirigota 'Los superpop', cuya presentación fue cantada a coro por quienes seguían su actuación en los aledaños del mercado, en el lugar donde hoy se ubica un hipermercado francés pero que en los ochenteros tiempos de 'Los superpop' sólo tuvo un nombre: Simago.

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