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Cádiz

Una incómoda compañera

  • En diversos periodos históricos, la información en 'Diario de Cádiz' se ha visto coartada por la censura impuesta por distintos gobiernos, sufriendo por ello numerosas sanciones

A lo largo de 50.000 mil números la censura se ha cebado con Diario de Cádiz en varias ocasiones. Los sucesivos regímenes políticos, casi sin excepción, pasaron factura censurando las informaciones de este periódico.

Durante la Segunda República, la censura era muy frecuente en nuestras páginas. Durante el Frente Popular, los gravísimos sucesos ocurridos en Cádiz con la quema de iglesias y conventos fueron censurados íntegramente por el Gobierno de la nación. Diario de Cádiz se vio obligado a publicar un editorial señalando que la falta de información ante sucesos tan graves y notorios obedecía a imposición gubernativa.

Ese mismo año de 1936, huelgas y disturbios motivaron que este periódico durante los días del 15 al 23 de junio no pudiera salir a la calle.

Ya durante el franquismo, cuando la censura se encontraba en su mayor apogeo, erratas tipográficas referentes a las figuras de Franco, Hitler y Mussolini costaron graves sanciones a este periódico.

En 1941, apenas finalizada la guerra civil, el Diario informaba, con todo lujo de detalles, sobre los actos celebrados en Madrid con motivo de la celebración del 'Día del Caudillo'. La noticia finalizaba señalando que tras la ceremonia religiosa oficiada por el Obispo de Madrid-Alcalá, el órgano interpretó la 'Marcha te Franco'. El escándalo fue mayúsculo. Nada menos que se pedía la dimisión del Jefe del Estado. El director, con el susto en el cuerpo, acudió a dar las oportunas explicaciones al gobernador. El censor también acudió presuroso. Diario de Cádiz alegaba que todo se debía a un error al componer las líneas de plomo ya que una de ellas había perdido algunos caracteres y finalizaba con la siguiente frase 'Marcha de...'. La línea siguiente comenzaba con la palabra Franco y al ajustar la composición de la página y rellenar el hueco había quedado la fatídica frase. Le fue abierto un expediente al Diario y tras las oportunas investigaciones, la Jefatura Nacional de Prensa acordó sancionar al periódico ya que "aun partiendo del supuesto de que no ha habido intención en la publicación de la errata, supone en todo caso una negligencia intolerable por tratarse de la persona del Jefe del Estado".

Todavía hoy no se ha podido averiguar la identidad de los duendes que visitaron la calle Ceballos.

Mayor gravedad tuvo otra errata ocurrida en 1938. España se encontraba en plena guerra civil y se había ordenado, mediante la oportuna 'consigna', el mayor esmero en el tratamiento informativo de las noticias referentes a la visita efectuada por Hitler a Roma para concertar con Mussolini futuras alianzas. Recibido el teletipo y compuestas las líneas de plomo se enviaron las correspondientes pruebas a la Censura y se puso a la venta. A la mañana siguiente cundió la alarma. Se narraban los pormenores de la visita y toda la parafernalia desplegada por los fascistas italianos para rendir homenaje a Hitler. Pero cuando relataba que los mosqueteros del "Duce" formaron guardia de honor al Führer, en vez de poner que Hitler fue saludado "puñales en alto" figuraba "puño en alto". Cosa de los duendes de imprenta o, tal vez, de una mano interesada. El director del periódico acudió a visitar al almirante Rossi, jefe de la Misión Italiana en Cádiz, para presentarle sus excusas y solicitar su ayuda para evitar la segura sanción. El almirante le entregó una carta en la que expresaba su seguridad de que todo había sido un error de imprenta y que las excusas recibidas eran "una nueva prueba de la tan perfecta fraternidad y cortesía que hemos encontrado en esta tierra de España". No sirvió de nada. El ministro del Interior acordó sancionar a este periódico con una multa de cinco mil pesetas. Una cantidad desorbitada si se tiene en cuenta que la nómina de todos los trabajadores del Diario, de director a aprendices, ni siquiera se aproximaba a dicha cifra.

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