El complejo se alza entre las calles Marconi y Girasol, orientado hacia el barrio de Puntales, donde se encuentra el acceso principal desde sus orígenes, y de espaldas a la avenida Juan Carlos I. Para la nueva propietaria inglesa Imperial Tobacco es toda una manzana, y para los gaditanos, un lujo en una ciudad de menos de 12 kilómetros cuadrados (1.159 hectáreas, exactamente, de las que sólo 140 tienen actividad industrial y un tercio pertenecen a Zona Franca).

Estos depósitos y el complejo industrial tabaquero (CIT) al que se trasladó la actividad de la antigua fábrica de Plocia convierten a la compañía británica en el mayor terrateniente industrial de Cádiz, ya que el suelo de los otros dos grandes núcleos fabriles, los astilleros (56 hectáreas) y la harinera Vilafranquina (en el recinto exterior de ZF), no es propiedad privada, sino terreno público con concesión de uso.

Ambos centros tabaqueros acaparan 196.882 metros cuadrados (casi 20 hectáreas), de los que 158.182 son activos propios de la empresa, mientras que los 38.700 m2 restantes corresponden al depósito fiscal emplazado en el recinto interior de la Zona Franca y están ocupados en régimen de arrendamiento. Entre las dos instalaciones, Imperial Tobacco emplea únicamente a menos de 300 personas y prevé quedarse con sólo 65 a partir de 2010, una muy baja densidad laboral que desconcierta en una ciudad tan necesitada de suelo productivo.