Dicen los que lo han hecho alguna vez, o los que lo hacen cada cierto tiempo, que el Camino de Santiago tiene algo de terapéutico, de medicinal incluso. Desde luego, los pacientes cardíacos han encontrado en esta popular peregrinación una actividad de rehabilitación con la que seguir mejorando su salud. La Asociación Cardiaca de Cádiz Trébol de Corazones realizará por segundo año consecutivo el Camino de Santiago, hacia donde partirán en la ya madrugada del próximo sábado.

En esta ocasión, el grupo de peregrinos estará compuesto por 24 personas, entre los pacientes cardíacos y sus acompañantes. De la expedición, llama la atención la presencia de la enfermera de la Unidad de Rehabilitación cardíaca Juana Delgado, y del cardiólogo de esa misma unidad, Enrique Otero. Según destacan desde la asociación, ambos profesionales -que con su asistencia hacen posible que se lleve a cabo la iniciativa, al estar durante el camino permanentemente controlados los pacientes- participan de la peregrinación de forma desinteresada, utilizando para ello sus días de vacaciones y costeando de sus bolsillos los gastos derivados del camino.

El camino elegido este año es el denominado portugués, comenzando en Tui y con 120 kilómetros de recorrido. Al ser personas que han sufrido algún episodio relacionado con el corazón, la experiencia de estos peregrinos tiene una serie de peculiaridades, que hacen de ésta una iniciativa especial.

Una de estas peculiaridades es que las etapas previstas serán por lo general de menor recorrido que lo que puede ser habitual en el camino. Así, la distancia a recorrer cada día oscila entre los 15 kilómetros de la etapa más corta -entre O Porriño y Redondea, en el segundo día de camino- y los 25 kilómetros -el último día de peregrinación, cuando llegarán a Compostela desde Padrón-.

Además de unas etapas que pueden ser más cortas de lo habitual, es llamativo el proceso que requieren estos pacientes cardíacos antes de ponerse a andar. El portavoz de la asociación Trébol de Corazones, Salvador Valero, explica que cada día el despertador sonará alrededor de las seis de la mañana. Y es que después de desayunar, cada paciente deberá pasar una revisión para comprobar la tensión, para administrar medicamentos como la insulina y otro tipo de atenciones que requieren estos cardiópatas. Y una vez comprobado que todo está como es debido, tendrán que realizar una serie de ejercicios de mantenimiento. "Y ya entonces empezamos a andar".

De hecho, en relación a estas atenciones médicas que en todo momento tendrán los peregrinos, explica Salvador Valero que contarán con un desfibrilador y todo el apoyo logístico necesario (botiquín, medicinas...); todo ello gracias a la colaboración del hospital Puerta del Mar con esta iniciativa. Además, el centro médico ha facilitado que cada peregrino se haya realizado una revisión completa antes de iniciar el Camino, para asegurar un óptimo estado de salud para realizar esta peregrinación.

Además, Salvador Valero explica que con motivo de este segundo camino organizado por Trébol de Corazones se han venido realizando una serie de rutas de senderismo "todos los sábados y acompañados también de enfermera y cardiólogo, para una correcta puesta a punto", indica Valero, que añade que cada paciente procura también realizar ejercicio "y dar paseos por Cádiz" entre semana.

Las jornadas previstas por la organización de este camino de Santiago -que ha corrido a cargo del propio Salvador Valero junto a Pedro Bueno y Diego Gil- establecen que en torno a las dos de la tarde finalizará la etapa de cada día. Entonces, después del almuerzo y de un rato de descanso, las tardes las dedicarán a visitar las localidades del entorno donde se hospeden esa jornada. De esta forma, junto a los puntos de parada del camino portugés (Tui, O Porriño, Redondela, Pontevedra, Caldas de Reis, Padrón y Santiago) la expedición gaditana conocerá O Grove, la isla de La Toja o Cambados, por ejemplo.

Así, hasta llegar a la plaza del Obradoiro, lo que está previsto para la jornada del 26 de septiembre. "La llegada es el momento más emotivo de todo el camino. Nos fundimos en un abrazo y hasta al más insensible se le saltan las lágrimas", cuenta Salvador Valero tras la experiencia del pasado año, que él califica de "imborrable".