Miles de vecinos de la Sierra vibraron ayer con el paso de la Vuelta Ciclista por siete municipios de la comarca, que dejó imágenes únicas para la promoción de esta zona. La tercera etapa de esta edición de la prueba líder del ciclismo español, cuya meta estaba situada en Arcos, estrenó la veda de los puertos de montañas, teniendo como referente la Sierra y el privilegiado enclave de los Pueblos Blancos. La fiesta y el calor, con temperaturas rondando los 38 grados, fueron la tónica de una jornada que muchos no quisieron perderse, ya fuera para animar al pelotón en los núcleos urbanos o desplazarse hasta las carreteras del circuito para vivir la ocasión. Eso sí, muchos se pertrecharon con neveras y sombrillas a cuesta para hacer frente a la canícula reinante.

El pelotón inició su andadura por la Sierra, a través de Algar, un pueblo que lo acogió con fervor. De allí, enfiló el camino hasta Ubrique, donde cientos de vecinos se arremolinaron, pasadas las cuatro y cuarto de la tarde, a ambos lados del arcén para animar a la serpiente multicolor. La retransmisión televisiva de la carrera dejó una impronta de este municipio cuna de la artesanía de la piel, que ha sido paso y meta, en varias ocasiones, de esta prueba deportiva nacional. Pero, sin duda, muchos aficionados al ciclismo escogieron la subida a Benaocaz, desde Ubrique y el Puerto del Boyar, tras pasar Grazalema, como puntos de referencia para vivir este acontecimiento. Las sinuosas curvas de la subida a Benaocaz, enclave mítico del rally Sierra de Cádiz, dejaron estampas únicas y puso de manifiesto la dureza de este tramo escogido por la organización de la Vuelta. Naturaleza en estado puro de la que disfrutan a diario los vecinos de Benaocaz y Villaluenga del Rosario, que salieron ayer de sus casas y aparcaron su trabajo por unas horas para acompañar y vitorear a los ciclistas que se disponían a remontar el pedaleo en dirección a Grazalema.

Como el resto de localidades, Grazalema lo dio todo para recibir al pelotón. Con los farolillos puestos por la celebración de las Fiestas Mayores del pueblo, los grazalemeños llenaron aceras y arcenes para no perderse ni un segundo de esta etapa serrana. Millones de personas pudieron ver en directo, a través de la retransmisión de TVE, panorámicas únicas del núcleo urbano, con su tradicional arquitectura que le da fama y el corazón de la Sierra de Grazalema, reserva de la Biosfera. Desde allí, los corredores tuvieron que realizar el enésimo esfuerzo para abordar el puerto de montaña del Boyar, hasta dónde se desplazó gran público para disfrutar del pelotón discurriendo por este singular entorno. Y es que para muchos aficionados el Boyar y la subida de Benaocaz fueron tramos claves para vivir de lleno el momento. Aunque con retraso sobre el calendario original, la sexta localidad serrana por la que pasó el pelotón, tras superar Benamahoma, fue El Bosque, que encaramó el cruce de la Venta Julián en dirección a la plaza de toros cubierta rodeado del calor del respetable. Con 35 minutos de retraso, Arcos fue el colofón de esta tercera etapa que arrancaba a mediodía en Cádiz, con la meta dispuesta en la avenida Miguel Mancheño, junto a las dependencias municipales, desde donde un buen rato antes ya se arremolinaban muchas personas. Los ciclistas entraron a la localidad por el tradicional puente de San Miguel, que salva el río Guadalete, para enderezar la carretera que serpentea la Peña de Arcos, que, cosa curiosa, no pudo verse con todo su esplendor por televisión. Desde el Barrio Bajo hasta la meta, cientos de arcenses y visitantes de otros puntos pudieron ser testigos del final de esta última etapa gaditana, la más calurosa de las tres donde la botella de agua y el sombrero fueron los grandes aliados. Ya en la meta, las autoridades arcenses tenían previsto obsequiar a los ganadores con un recuerdo de la ciudad.