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Cádiz

Añoranzas del Campo del Sur

  • La obra de defensa de las murallas con bloques es económica, puede que eficaz en el tiempo y es impropia, pero no es culpa de los técnicos, que manejan los presupuestos que les dan

EN la actualidad ha vuelto a ser noticia el tema de las murallas, por los problemas surgidos en la zona del Paseo de Santa Bárbara. Pero en el magnífico artículo publicado en Diario de Cádiz, por Virginia León, se evidencia que el problema es generalizado y grave.

La muralla que delimita el recinto histórico de la ciudad de Cádiz fue el modelo tipológico y experimental para toda la arquitectura defensiva de la Latinoamérica hispana, a partir del siglo XVII. Todas las facetas de la arquitectura y el urbanismo gaditanos influyeron en la colonización española, en un proceso de ida y vuelta que permite definir por algunos a Cádiz como "una ciudad latinoamericana en Europa". Y quizás la arquitectura defensiva sea la que se trasmitió en estado más puro.

La necesidad de una mayor protección y cuidado solvente para todos estos bienes, justifica sobradamente la solicitud de Declaración de Patrimonio Mundial. El no comprender la importancia que este bien cultural puede tener actualmente para Cádiz desde un punto de vista utilitario, forma parte de la dificultad que la ciudad tiene para encontrar un rol estable y productivo desde la liquidación del modelo colonial.

Mientras que fueron necesarias como elemento defensivo, mal que bien, se mantuvieron e incluso se mejoraron. Después se demolieron y modificaron en parte para abrir la ciudad al puerto, pero con errores injustificables. Se llega a comprender que se demolieran los lienzos pero no las tres puertas que existían en ese tramo. Creo que no debe haber ciudad que no haya respetado las puertas de sus murallas, excepto esta. Habían perdido el interés porque no se supieron valorar y se inició un proceso de continuos errores, que culminó con la eliminación y adulteración de lo que se conocía como Frente de Tierra, esto es, los glacis y las Puertas de Tierra, que injustificadamente se modificaron en una intervención arbitraria convirtiéndolas en un decorado de opereta.

Resulta sorprendente que en un país que en mucha parte vive del turismo y en una ciudad con un recinto histórico de esta importancia, aunque tan poco puesto en valor, no se cuente para este singular monumento, con un plan de vigilancia y mantenimiento, que hoy tienen hasta los ascensores de las comunidades de vecinos.

Porque ello permitiría hacer una "medicina" preventiva, que está demostrado que a la larga es menos costosa e incrementa la esperanza de vida.

Lo que ahora está pasando con las averías de la zona de Santa Bárbara no es la primera vez que ocurre, sino la enésima. Y parece ser que nunca se establece una línea estable de atención hasta que no aparece un problema. Y entonces lo que se hace es un parche de mayor o menor medida y eficacia. Sin tener en cuenta que un bien de esta categoría tiene que ser objeto de una doble línea de actuación: la de atención de las incidencias esporádicas e imprevistas y una política permanente de carácter preventivo. Que tenga un enfoque plural para que respete el bien desde el punto de vista ingenieril, pero también histórico artístico y deseablemente medioambiental. Y esta segunda línea permanente, que a la larga es el más importante, se tiene que basar en un diagnóstico preciso de los aspectos más vulnerables, para cuya realización se cuenta hoy con suficiente experiencia.

La obra defensiva se procuraba hacer en una línea que nunca se quedase en seco, para evitar una cabeza de playa para un desembarco, en un asedio. Y esto complicaba la actuación con los medios de hace doscientos años. La cimentación de la pesada muralla y sus elementos defensivos se confiaba a unas zapatas, necesariamente someras y en muchos tramos apoyada en las arenas a poca profundidad.

Pero en los niveles de los fondos marinos en las zonas de contacto, se producen cambios de cota. Eso lo sabe cualquiera que haya frecuentado durante años las playas de La Caleta y La Victoria.

Y la única manera de consolidar solventemente una muralla marina en un área de fuerte impacto mareal es prioritariamente atender a este probado diagnóstico, y poner los medios para que las zapatas no se "descarnen" y se vayan quedando paulatinamente sin apoyo. La solución no es nueva y la aplicó ya el ingeniero militar D. Antonio de Arévalo (1715 - 1800), cuyo primer destino fue Cádiz, en Cartagena de Indias en las reparaciones de sus murallas. Fueron estas muy importantes no solo por los daños del asedio inglés, sino por el problema de descarnado de sus zapatas y se resolvieron con escolleras semisumergidas, que no se sitúan pegadas a la muralla, sino suficientemente separadas, creando un espacio con el fondo marino estabilizado en la cota adecuada.

La solución de cubrir totalmente la muralla con bloques, que se realizó hace más de cincuenta años, en el Campo del Sur, se ha mantenido durante todo este tiempo con aparentes buenos resultados técnicos. Pero ocultando el valor paisajístico y creando un foco de suciedad. La prueba de su eficacia es que no se han vuelto a producir socavones y sifones. No sabemos si algún día se quitan los bloques, en qué estado se encontrará la muralla.

Pero los que lo conocimos, sentimos añoranza de aquel Campo del Sur de hace más de cincuenta años, porque la muralla era un escenario urbano de primer nivel, que recuerdo con los pescadores sentados en el cantil. Sus artes de pesca eran espectaculares y hoy podrían tener categoría de deporte. Con sus larguísimas cañas del país y sus mucho más largos aparejos, en que el sedal, que terminaba en la boyuela, fijada al aparejo con una ligera pluma de ave, que le hacía de gallardete y ayudaba a seguirla en el agua. Y se prolongaba con tramos de cordel fino, jalonado de corchuelas que mantenían a flote el aparejo. Su manejo era un espectáculo, sobre el enorme lienzo de muralla con la línea del cielo recortada por la catedral, con su brillante cúpula amarilla y su remate a guisa de "finial", mutilado en la última restauración. El equipo de pesca se completaba con el canasto y la "cashimba" de red para subir las capturas.

Sin duda la obra de defensa con bloques es económica y puede que eficaz si el tiempo no lo desmiente, pero totalmente impropia. Y no hay que echarles la culpa a los técnicos, que manejan los presupuestos que les dan. Quizás algún día aprendamos a apreciar y valorar lo que tenemos y nos dispongamos a utilizarlo en nuestro beneficio.

Hasta que esto se vaya produciendo la declaración de Cádiz Patrimonio Mundial, nos puede ayudar a defendernos de propios y extraños.

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