'Chico' Linares. Futbolista

"Los que piensan que era un jugador con poca calidad están equivocados"

  • La cara más risueña del Cádiz de los milagros repasa su trayectoria plagada de anécdotas como entrenador y como futbolista de briega.

Sean serias o desenfadadas, casi todas las respuestas de 'Chico' Linares contienen risas. Acepta su situación laboral con resignación, con filosofía. Como otros futbolistas gaditanos de su generación ha podido tener una vida más desahogada, pero la que tiene la ha saboreado hasta exprimirla. Ahora, este símbolo del cadismo e icono del Cádiz de los milagros, echa la vista atrás y recuerda sus grandes momentos. Porque, pese a todo, proclama convencido: "Que me quiten lo bailao".

-¿A qué se dedica actualmente Chico Linares?

-A intentar conseguir trabajo como tanta gente. Sólo cobro la ayuda.

-Una persona que ha sido profesional del fútbol tantos años, ¿por qué no se encuentra en una posición más desahogada?

-Es difícil explicarlo. Sí puedo decir que de Cádiz es la persona que dio informes negativos de mi persona cuando me salió una buena oferta para entrenar al Corralejos, un equipo canario. Fue después de mi último equipo, el Benidorm. Estaba todo hablado. Vamos, que ya tenía el vuelo para viajar a Canarias a incorporarme. Alguien dio un informe nefasto sobre mí. Tuvo que ser muy fuerte ese informe porque desde entonces no me ha llamado nadie. El que me haya querido hacer daño, lo consiguió. En el fútbol actual te quedas dos temporadas sin entrenar y te cuesta coger el tren. Es complicado, pero a ver si puedo subirme de nuevo.

-Luego volvió al banquillo, pero como segundo entrenador del Cádiz.

-Tuve la suerte de que llegara al Cádiz Julio Peguero. Yo estaba trabajando en Onda Cádiz y me ofreció la oportunidad de ser el segundo entrenador. Estuve con Javi Gracia en Segunda B, ascendimos y dejé de ser segundo el año siguiente cuando le echaron. Vino Espárrago con su segundo, Soler, y me quedé haciendo informes de los equipos rivales. Acabó la temporada y terminó mi trabajo en el Cádiz. Y me quedé sin banquillo y sin mi puesto en la tele.

-Usted no lo hizo mal como entrenador del Cádiz, ¿por qué le cesaron?

-Yo lo cogí en descenso en Segunda B y me faltó poco por alcanzar la liguilla. En la segunda etapa me echaron cuando íbamos sextos y era la primera vez que salíamos de los cuatro primeros puestos. Y a otros entrenadores se les aguantó mucho más. Éramos el equipo menos goleado.

-Como jugador, vaya debut con el Cádiz. 0-5 en Baracaldo y un gol suyo. ¿Fue el primero de cuántos goles?

-(Risas). Oiga, que yo venía de una etapa goleadora. Había sido máximo goleador del Cádiz B en las dos temporadas anteriores.

-¿Qué me dice? Un Linares desconocido.

-Eso no lo sabe casi nadie. Y era el que lanzaba las faltas. Jugaba más adelantado y partidos en los que acababa de atacante, porque de cabeza iba bastante bien. El gol de Baracaldo fue de cabeza. Y Roque Olsen, el entrenador, dijo que yo tirara un penalty que nos pitaron, pero acabó tirándolo Fernández, un argentino.

-Estuvo tres temporadas luego en el Huelva. ¿Porqué salió del Cádiz?

-Después de ascender aquí contra el Elche en la 82-83. Estábamos discutiendo la prima por ascender. Yo era el portavoz, el que me peleaba con Irigoyen. Nos regalaron por ascender una semana en el Hotel Atlanterra y allí recibí una carta con la baja. Tampoco me resultó una tragedia porque ganábamos muy poco dinero. Yo estaba haciendo la mili en San Fernando, por la Marina, en la Junta de Deportes. No me podía ir a muchos sitios. Tenía que irme cerca. Tuve varias ofertas y el sargento me dijo que el Huelva estaba interesado en mí. Firmé primero dos años en Huelva. Allí acabé la mili, pero la verdad hice poco de servicio. Aquí, los jugadores que estaban haciendo la mili íbamos una vez al mes a firmar, la verdad. Entonces también era portavoz de la AFE, cuando la huelga de los futbolistas. Una vez fui a firmar y me dijeron que me tenía que quedar allí. Estuve dos días cortando eucaliptos. Me llamó Milosevic para entrenar por la tarde, porque se había lesionado Dos Santos para jugar el domingo contra el Mallorca en el estadio de Domecq, en Jerez, porque habían clausurado el Carranza. Le dije que no tenía cuerpo para entrenar después de estar toda la mañana cortando eucaliptos. Era una forma de presionar, claro. Seguramente influyó Irigoyen castigándome por lo de la AFE. Me salvó la lesión de Dos Santos, si no me tiro una semana cortando árboles.

-¿Qué tal su etapa en el Huelva?

-Fenomenal. Jugué con todos los entrenadores. El primero, Aranguren, era genial. No me conocía y se esperaba un jugador más técnico. Me puso en un partidillo de pretemporada entre la plantilla para probarme. A los 15 minutos me sacó, porque temía que lesionara a los de mi propio equipo. Cuando vio cómo entraba a los compañeros, me sacó.

-Le expulsaron en Carranza jugando usted con el Huelva. ¿Cómo fue eso?

-Me sacaron dos tarjetas amarillas en la misma jugada. Dejé a uno en el suelo, el árbitro dejó seguir la jugada y en la misma hice otra entrada. Es la única vez que puse al Carranza en pie (risas). La bronca que me llevé... Y al salir del campo me querían matar.

-Y volvió al Cádiz.

-Me llamó Camilo Liz para la temporada 86-87. El entrenador era Manolo Cardo, que me dijo al llegar: "Usted pórtese bien, que todo el que se porta bien conmigo juega". Se creía que yo era un revolucionario, o yo qué sé. Yo iba a jugar, nada más. Tendría ya la fama por defender a los futbolistas en la AFE. Teníamos razón entonces, cobrábamos muy poco. Jugábamos en Primera con la misma ficha del primer año. Nos subían solo el diez por ciento cada año hasta los 27 años. Y aquí venían jugadores de fuera cobrando millones. Aunque al final siempre jugábamos los de casa. Pelear esto no me generaba nada bueno y luego nadie te lo agradecía.

-¿Dónde radicaba el secreto de aquel Cádiz que estuvo tantos años en Primera?

-Era más que nada el grupo que teníamos. Mucha gente de Cádiz. Y los que venían del 'B' como Quevedo, Kiko, Calderón, Jose, Arteaga... se adaptaban al vestuario perfectamente con los veteranos. Hablábamos el mismo idioma. Lo mismo que me pasó a mí al llegar con Baena, con Mané. Y luego, a los de fuera los 'gaditanizábamos'. Muchos tíos serios acababan metidos en el grupo como uno más. Y a la hora de jugar teníamos toda la moral del mundo.

-¿Cómo conseguía la plantilla no venirse abajo en los finales de temporada con tantos negativos?

-Estábamos mentalmente fuertes. Se repetían las cosas un año tras otro y por eso estábamos acostumbrados. Llegamos a ganar los últimos cuatro partidos por 1-0. Y es que yo lo palpaba en el vestuario. Estábamos convencidos de ganarlos. Y las pasamos canutas. En Tenerife ganamos 0-1 con gol de Manolo Hierro en propia puerta. Sólo recuerdo una ocasión de Poli por nuestra parte. No le vi la cara al portero contrario en todo el partido. También ganamos en Vallecas, marcó Husillos, que era el que tenía más fe. Un gran compañero y un incordio para los defensas rivales. En el último en casa contra el Celta marcó Manolito.

-¡Vaya centro del campo!: Linares-Manolito

-Espárrago decía que las dos calvas que había en el centro del campo eran para nosotros. Una parcelita para cada uno. Yo creo que ahí se inventó el doble pivote (risas).

-Usted se sacrificaba en el campo para que otros se llevaran la gloria. ¿Era tan dura la vida de centrocampista defensivo?

-No me gustaba, la verdad. Calificarme a mí en las crónicas era fácil. 'Labor gris' y 'cumplió' cuando se ganaba y 'oscuro' en vez de gris cuando se perdía. Contra el Atlético marqué a Baltazar y metió tres goles: uno de penalty, otro de falta y el tercero dentro del área. Yo sabía que tenía el cero asegurado, pero qué podía hacer en los goles de falta y penalty. Pocas cosas bonitas escribieron de mí.

-Su limitada calidad con el balón en los pies fue motivo de guasa en Cádiz. ¿Cómo llevaba usted eso?

-Nunca me afectó porque estaban completamente equivocados. Le puedo asegurar que le hago una 'cachita' a cualquiera, como se la hice a Zamora, el de la Real Sociedad. Yo, técnicamente no era malo. Sólo hacía lo que me pedían los entrenadores. No me iba a complicar en regates o dando el pase definitivo, cuando eso era labor de Montero, Zalazar o Pepe Mejías. Me limitaba a cortar y a entregarla. El tiki-taka en aquella época, y menos con lo que se jugaba el Cádiz, era imposible. Y menos con los campos de entonces. Ahora son una alfombra, pero se jugaba en sitios... En Oviedo, cuando entré en el vestuario le comenté a Barla que me habían dado una patada de las gordas. Cuando me bajé la media, hasta arriba de fango, y Barla vio el boquete, se desmayó. Era tanto el fango que yo no sentía nada. Sí, un poco de frío mientras jugaba. Y era una herida de 17 puntos. Menos mal que el campo tenía un quirófano. Yo, en las ligas escolares, era uno de los mejores de Cádiz. Era el que la jugaba bien del Columela.

-"Linares, no te vayas al Milán". Pancarta en el Fondo Norte. ¿Qué pensó la primera vez que la vio?

-No estoy muy seguro, pero creo que contra el Madrid fue Míchel el que me dijo: "Mira lo que te han puesto". Y yo le dije a Míchel: "Lo que no sabe esta gente es que yo voy al Milán y juego seguro". Luego, como entrenador, me cantaron "Clemente, cabrón, Linares selección".

-A la altura el medio campo coge Linares y roba un balón... para al final marcar en propia puerta y ganar el Logroñés. De coplas de Carnaval anda usted sobrado.

-Para hacer una antología. Según una de las chirigotas del Love, tiré de un chutazo la fábrica de cerveza.

-Mucha coña, pero usted acababa jugando con todos los entrenadores y casi todos los partidos.

-¿Acababa?... y empezaba. Sólo faltaba cuando me sancionaban.

-A ustedes en Segunda les gritó la afición "¡cubata, cubata!"

-Me parece que nos había eliminado en Copa un equipo de inferior categoría. Y se hablaba mucho de que nos habían visto de fiesta por la noche. En ese temporada nos gritaron mucho. La segunda vuelta hicimos casi todos los puntos, se ve que los cubatas nos sentaron bien. Creo que hasta ascendimos.

-¿De verdad era aquella plantilla era tan juerguista?

-No se puede generalizar, aunque un gin lemon nos gustaba de vez en cuando. Era normal salir y lo hacíamos cuando ganábamos los partidos. Y era mejor porque nos convidaban. Éramos jóvenes, pero es una leyenda urbana que estuviéramos todas las noches de juerga.

-Se supone que las 'marchas' hacían grupo...

-Totalmente. Formaba parte del buen ambiente del vestuario.

-¿Cuál es su relación actual con el Cádiz?, ¿juega con los veteranos?

-No juego. Y relación con el Cádiz ninguna. Bueno, me deben las tres últimas mensualidades de mi etapa como segundo entrenador con Javi Gracia.

-Mójese. ¿Va a ascender el Cádiz a Segunda A?

-Estoy convencido. Sólo le he visto los partidos de casa, pero veo difícil que haya un equipo mejor en las eliminatorias. Tiene equipo para ascender. Seguro.

-¿Qué le parece el fútbol actual?

-Muy parecido al de nuestra época. Incluso un poco más flojo. Técnica y físicamente. Antes se corría más. Cuando los marcajes eran al hombre. Eso era una paliza. La primera vez que marcamos en zona fue con Héctor Veira. No se tienen las piernas frescas si te llevas todo el partido siguiendo a un tío. En zona, el Cádiz de esos años hubiera jugado mejor y yo hubiera tardado más en retirarme.

-Dígame el nombre del mejor futbolista con el que ha jugado.

-Mágico, sin duda. Es difícil que salga otro como él.

-El mejor al que haya marcado. O el más duro.

-Me iban mejor los delanteros grandes tipo Michael Robinson. Con los pequeñitos siempre acababa expulsado. Butragueño se tiraba con un suspiro. Ese estilo no me venía bien.

-El mejor al que haya entrenado.

-El más completo, Iván Helguera. En el Manchego. Y técnicamente Diego Tristán y Albert Luque, en el Mallorca B.

-¿A quién va a votar en las elecciones europeas?

-Al que me de trabajo.... es que no sé en qué nos pueden beneficiar esas elecciones.

-¿Qué aficiones tiene Chico Linares además del fútbol?

-Estoy jugando ahora al pádel, pero me gusta más el tenis.

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