Eduardo Bablé. Conservador de La Tía Norica

"Soy un enamorado de Cádiz pero no soy un 'ombliguista'"

  • Ha desarrollado su vida con el teatro y la música como grandes pasiones, algo que le inculcaron desde la cuna, y su apellido está casado con La Tía Norica.

El apellido Bablé está unido intrínsecamente a muchas cosas en Cádiz, pero sobre todo a teatro, a música, a Carnaval y a una de las grandes señas de identidad de la capital gaditana, La Tía Norica. Las fotografías se hacen en el Museo de Títeres en las bóvedas de las Puertas de Tierra, donde todavía no se encuentran Batillo y compañía.

- ¿La música es su verdadera pasión?

- Desde pequeño he desarrollado mi afición musical. Recuerdo un tren que dejé pasar en su día y es que a los siete años, cuando estudiaba en La Salle, me ofrecieron pagarme los estudios en el conservatorio lasaliano en Madrid. No sé qué hubiera pasado pero también hay que tener en cuenta que tenía sólo siete años. Mi pasión por las artes y la cultura vino al amparo de mi padre. A pesar de que era mecánico y trabajador de Construcciones Aeronáuticas, le metía mano a todas las artes, sobre todo al teatro, que era algo que venía de mis abuelos, que fueron actores de La Tía Norica. Recuerdo de pequeño que en las sobremesas no se hablaba de otra cosa que de música y teatro, aunque cuando salía algún político mi padre despotricaba.

-¿Por qué?

- La política la verdad es que era un tema tabú en mi casa. Mi abuelo por parte materna fue un dirigente de la CNT y murió por tema de la guerra. Después de 50 años me estoy enterando de cosas de su vida. Mi abuela tuvo que salir adelante cuando murió con un taller en el que hacía ropa militar y bordados para las cofradías.

-Su hermano Pepe es director del Festival Iberoamericano de Teatro (FIT) y usted ha estado también vinculado a la organización del mismo desde que se inició en el año 1986, pero tampoco fue algo casual.

- Claro que no. Como he dicho mis abuelos estuvieron vinculados al teatro. Antes estaba mal visto ser actriz y entonces no actuaban con sus nombres verdaderos sino con seudónimos. Mi abuela era la señora de Soria. Después de tanto tiempo he encontrado pasquines con sus actuaciones y mi abuelo era electricista del teatro. Los textos, las aventuras y las anécdotas se sucedían a cada momento en mi familia. Eso hizo que desde los cuatro años ya interpretábamos personajes y después continuamos en nuestra etapa juvenil. Entonces llegamos a ganar varios premios importantes, entre ellos del Corral de Comedias de Almagro. Está claro que siempre hemos tenido una relación estrecha con el teatro.

- ¿Y cómo llegan ustedes a convertirse prácticamente en los conservadores de la Tía Norica?

- En el año 1975 compañías como las de La Tía Norica dejan de tener aceptación cuando entran las radios en los hogares. En este caso desapareció y de lo único que queda constancia es de una representación que se hizo en Canalejas a petición de José María Pemán que quería ver los títeres que había disfrutado de pequeño. Posteriormente todo el legado fue comprado con el Ministerio de Cultura y con las transferencias de las competencias, pasó a manos de la Junta de Andalucía. Esta se puso en contacto con mis padres y con otros dos actores, Rosario Torres y Pedro Carpio, que eran los únicos manipuladores de títeres que quedaban para recuperar el espectáculo. Mi padre tenía el retablo en la cabeza y es el que guía su construcción. Además, fue el que nos enseñó las técnicas de manipulación de percha y peana gaditana. Poco a poco se fue avanzando y empezamos a recuperar las obras más importantes que tiene el repertorio de La Tía Norica.

-¿Por qué no están los títeres de La Tía Norica en el museo de las Puertas de Tierra?

- Porque nadie es profeta en su tierra. Tenemos un teatro de uso compartido con otras actividades y ahora también un fabuloso Museo de Títeres para acoger a La Tía Norica. De todos modos ya se está en proceso y se va a habilitar la planta baja del museo para que los títeres estén allí.

-En Cádiz hablamos más de La Tía Norica casi como un mito porque poca gente ha visto una representación.

- La verdad es que es más conocida fuera que aquí. Por ejemplo, la imagen de La Tía Norica aparecía en el cartel de la Unión Internacional de Marionetistas en Charlesville (Francia). Es curioso que la Tía Norica y el FIT son las dos únicas expresiones que tiene en la ciudad la Medalla de Oro al Mérito en las Bellas Artes.

- Pues usted ha estado vinculado directamente a los dos. En Cádiz siempre hemos hablado de nuestra vinculación con América pero durante muchos años el que sostenía esta situación era el FIT.

- Todas las conversaciones que se inician para el Doce vienen a partir de los contactos que se crean con las personas que llegan al FIT. Este era el eslabón con América y gracias al mismo ya se han creado otros lazos.

-¿El gaditano no es consciente de la importancia de tener un festival de teatro como el FIT?

- Para nada. La ciudad a modo general no ha sido consciente de ello. No hemos sabido valorar esto como tantas otras cosas. No sabemos el patrimonio cultural tan rico que tenemos y a veces tiene que venir la gente de fuera para decírtelo. Si Cádiz tuviera trabajo para todo el mundo sería el paraíso. Por aquí han pasado agregados culturales que han llegado posteriormente a ser ministros en sus países y han pasado actores enormes. La mayoría del elenco de actores que después se han quedado en España y que hoy triunfan o muchos que son estrellas en América han estado en el FIT. Por aquí han pasado las principales figuras.

-¿Participar en el FIT es un sello de calidad para las compañías iberoamericanas?

- Por supuesto. Hace muchos años, por la población flotante que había en la ciudad los grandes estrenos se hacían antes en Cádiz que en la capital de la Corte, en Madrid. Hoy la entrada a Europa de estas compañías se tiene que realizar a través del FIT. Al principio sí nos centramos en un teatro más aficionado con compañías de origen indígena, pero desde el décimo año ya todo fue con un nivel muy profesional.

- El Carnaval es otras de las actividades con las que usted se ha relacionado de una manera muy estrecha. ¿Cómo llega a esta fiesta?

- En los años 70 con apenas diez años estaba en la rondalla de La Mirandilla. Entonces los mayores hicieron una comparsa para recaudar fondos para fin de curso y pidieron una persona que supiera tocar la guitarra, por lo que fui. Mi madre hizo el tipo y recuerdo en el Falla a Federico Fuertes de regidor de escena, el padre de Miguel Ángel. La comparsa se llamaba 'Fantasía juvenil'. También conocí al Quini y a muchos carnavaleros antiguos. En la peña de la Estrella, con mi padre, tomé el primer sorbo de vino y mi padre le dijo a otra persona que ya me arrepentiría de entrar en el Carnaval y la verdad es que me arrepentí.

-Pero usted con lo que siempre ha estado vinculado ha sido a los coros.

- Efectivamente. La segunda experiencia es cuando ya tomo conciencia del tango. La Iglesia de La Palma tuvo que ser cerrada y para su reapertura le pidieron a mi padre, que era el capellán, que hiciera la primera misa gaditana. Allí coincidieron personas como Mosquera padre, Macía Retes, Palacios, Velázquez..., es decir, muchos carnavaleros antiguos. En los descansos de los ensayos para la misa gaditana empezaban a cantar tangos antiguos y me enamoro del tango y de su musicalidad. Mi primera incursión fue con Francisco Barroso 'El Astro', uno de los coristas de la época junto al Quini. De todos modos tengo que decir que he sido un chirigotero frustrado y que las agrupaciones más malas del mundo las hacía mi padre.

-¿Ha crecido demasiado el Carnaval desde entonces?

- Pues sí pero qué evento en el mundo no se ha convertido en un macrobotellón. Te vas a Pamplona con los sanfermines y pasa lo mismo. Con el concurso creo que debería durar todo el año porque hay mucha gente viviendo alrededor del Carnaval y eso tenemos que explotarlo.

-A usted lo recuerdo colaborando con este periódico y queriendo conocer todos los acordes de las agrupaciones. ¿Le interesa más la música que la letra?

- Tengo ese defecto. Ahora con la posición que tengo en el concurso, donde me ubico tras presentar a la agrupación, me quedo al mismo nivel que las orquestas y alucino con la calidad en las interpretaciones. Hoy me sorprenden muchísimo y me gusta la modernidad de Tino Tovar, la música inteligente de Juan Carlos Aragón, la esencia pura de Antonio Martín, la frescura de Córdoba. Uno de los pasodobles que más me impresionó fue el de 'Las ruinas romanas'. O el pasodoble de Antonio Martín a la muerte de un coplero que debería ser de enseñanza obligada en los colegios.

-Chirigotero frustrado y corista toda la vida pero sin embargo casi todo lo que ha nombrado son comparsas.

- Es que creo que no hemos superado la musicalidad de los tangos antiguos.

- Ahora es el presentador de sala en el Concurso de Agrupaciones. ¿Tiene que lidiar con situaciones complicadas con el público?

- Al gallinero lo que le sobra de gracia le falta en educación. El mismo esfuerzo que se tiene en hacer cumplir las leyes de telón hacia dentro también debe ser hacia fuera. El problema es que hoy en día hay demasiados hooligans y algunos también se encuentran en el foso de prensa.

-¿Es un enamorado de Cádiz?

- Soy un enamorado de Cádiz pero no soy un 'ombliguista'. Soy de los que levanto la cabeza y veo más allá. Cádiz es muy bonito pero no podemos olvidar que hay mucho más allá. El gaditano debe saber que hay luz tras el Carnaval. Muchos gaditanos no conocemos lo que tenemos porque cualquier calle rebosa historia. Tendría que haber una asignatura que sería Historia de Cádiz porque es más antigua que la de España y a de Europa.

-También ha hecho pinitos en la Semana Santa y llegó a componer incluso una marcha.

- Sí, pero ahí me pregunto en qué nos hemos convertido. Hemos perdido muchas tradiciones y no podemos estar imitando en todo a Sevilla. Yo sería partidario hasta de recuperar el templete.

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